Covid-19
Medidas para poder abrir las piscinas este verano y evitar los contagios
Intensificar la higiene y los controles del agua o reducir el aforo, algunas de las claves
El informe hecho público este jueves por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) parece dar el visto bueno a la apertura de piscinas y demás instalaciones acuáticas este verano. Según este documento, una recopilación de la literatura científica disponible hasta el momento sobre el tema, «la infección por SARS-CoV-2 por contacto con el agua de condiciones estándar para el baño es muy poco probable», así como que la principal vía de transmisión del coronavirus en playas, ríos, lagos y piscinas sigue siendo a través de secreciones respiratorias que se generan con la tos y los estornudos y el contacto entre personas, motivo por el cual en estos lugares deben mantenerse las recomendaciones generales de seguridad de cualquier otro.
Con ello da un imaginario pistoletazo de salida para preparar las distintas instalaciones para su uso y disfrute este verano. No obstante, el documento no trata de definir las condiciones necesarias de utilización, porque para eso «se debería hacer un estudio con el tiempo de planificación suficiente», remarca el texto. Es por ello que ahora surge la pregunta ¿qué condiciones deben cumplir estas instalaciones para poder disfrutar de ellas y, a la vez ser seguras?
Y es que, según Emilio Castillo, socio fundador de «La Web de las Piscinas», plataforma on-line de referencia dentro del mundo de la piscina y el wellness, España tiene el segundo parque de piscinas de Europa, después de Italia y el tercero mundial: unas 120.000 en total.
Protocolo para las comunidades de vecinos
A la espera de una normativa por parte de Sanidad o las administraciones, el futuro protocolo para estas instalaciones debería tener en cuenta varias cuestiones relacionadas tanto con el mantenimiento de las instalaciones como para regular su uso a fin de evitar tanto las aglomeraciones como los posibles contagios producidos por estas.
Una cuestión que para Jesús Molina Cabrillana, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene «no supone ningún problema siempre que las instalaciones sean sometidas a sistemas de higienización como cloro, pues pueden destruir este y cualquier otro microorganismo. Si acaso, habría que aumentar la frecuencia de las mismas». Así, según este experto, el punto más problemático serán las zonas comunes, algo que se podría solventar fácilmente «guardando las distancias y reduciendo el aforo, por ejemplo, estableciendo horarios».
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una concentración residual de cloro superior a 0,5 mg/L en el agua de la piscina durante un mínimo de 30 minutos de contacto a un pH menor a 8,0 es suficiente para matar virus envueltos como los coronavirus. Por lo tanto, cualquier piscina convencional con un buen sistema hidráulico y de filtración, que respete su nivel de ocupación máxima y con un nivel de cloro entre 0,5-1 mg/L en toda la piscina consigue una calidad óptima del agua. Asimismo, es fundamental medir regularmente los parámetros principales, sobre todo el del pH y nivel de cloro libre, ya sea de forma manual, semiautomática o automática.
Asegurar como mínimo los 4m2 de lámina de agua por usuario; mantener la distancia de seguridad de dos metros, acceso a través de un único pediluvio, con dosificadores de hidrogel y/o desinfectante de manos en la entrada; hacer un mínimo de tres mediciones diarias de los niveles de cloro y pH serían claves para mantener la seguridad. Además de usar el andén perimetral únicamente para realizar el acceso y la salida al vaso de la piscina (no pudiendo tumbarse para tomar el sol, colocar toallas, etc.), prohibir el uso de tumbonas o hamacas para evitar posibles contagios, o bien separarlas un mínimo de dos metros siempre y cuando se garantice que su uso no es compartido serían otras medidas a tener en cuenta.
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