Emociones

¿Cuál es la meditación adecuada a mi situación?

Porque no todos hemos pasado por lo mismo en esta crisis, cada quien tiene sus emociones que sanar. Con ayuda de la experta Úrsula Calvo, te ayudamos a encontrar qué tipo de meditación es la más adecuada para tus vivencias.

Es recomendable mantener la práctica de la meditación en momentos post-crisis como el actual.
Es recomendable mantener la práctica de la meditación en momentos post-crisis como el actual.larazon

Muchas personas han descubierto los beneficios de la práctica de la meditación y el mindfulness durante el confinamiento. Quizá porque han tenido más tiempo, menos distracciones o simplemente porque necesitaban encontrar un modo de desconectar del mundo exterior para coger fuerzas. Justo ahora, cuando parece que empezamos a “sacar la cabeza” de todo esto, es cuando hay que prestar especial atención a la carga emocional que hemos adquirido en los meses pasados. Por ello, es importante que mantengamos las rutinas adquiridas en cuanto a la observación de nuestro interior, y que, si la meditación nos ha servido, sigamos avanzando en su aprendizaje.

Lo cierto es que, cuando comienzas a interesarte por estas técnicas, sueles optar por prácticas guiadas, elaboradas así con la intención de facilitar la concentración y la conexión con un mismo. Dado que la oferta es muy variada y completa, a veces resulta complicado elegir la más adecuada para tus circunstancias. Por eso, hemos pedido a la experta Úrsula Calvo, mentora en meditación, mindfulness e inteligencia intrapersonal, que nos ayude a definir cuáles son, en su opinión, las necesidades emocionales de distintos colectivos y proponga un tipo de meditación para cada uno de ellos. Y estas son sus propuestas:

  • Personas que han seguido trabajando durante el confinamiento (sanitarios, trabajadores sociales, policías, personal de farmacias, de supermercados, entre otros) “Hablamos de personas que han estado muy implicadas y expuestas al drama. Si no han contado con preparación previa en meditación y mindfulness, posiblemente hayan acumulado mucha carga emocional. La sorpresa ante una situación desconocida, puede haberse convertido en bloqueo. El miedo ante la falta de control, en pánico. La tristeza por las pérdidas de vidas humanas, en apatía. El enfado por las carencias del sistema, en ira. En este caso, liberar esas cargas emocionales para evitar que “tiñan” su realidad en adelante es esencial. Porque el bloqueo, el pánico, la apatía y la ira pueden colorear todos los aspectos de su vida, más allá del ámbito profesional”. Recomendación: Trabajar la gestión emocional, la compasión y autocompasión.
  • Personas que están pasando o han pasado por duelos. “El duelo es un proceso complejo y muy individual, es difícil hacer generalizaciones. No obstante, comprender las posibles fases (aunque no necesariamente pasemos por todas) puede hacer que la persona entienda que lo que siente es normal, que forma parte de la humanidad compartida: negación (“esto no ha ocurrido, no puede ser”), ira (buscar culpables), negociación (buscamos qué podríamos haber hecho para evitarlo, y podemos caer en la culpa hacia nosotros mismos), depresión (es una tristeza extrema, que puede llegar a la apatía y la falta de ilusión por la vida) y aceptación (esta es la fase a la que se suele llegar, aunque no siempre, en la que aprendemos a convivir con el dolor, aceptamos la muerte como parte de la vida, y nos permitimos recuperar la alegría y entusiasmo)”. “Una reflexión que puede ayudar a las personas en duelo es tomar consciencia de que la alternativa a la pérdida, al dolor que sienten en ese momento, es no haber tenido ningún contacto con esa persona, no haberla conocido... Entonces, tal vez el dolor se vea reemplazado, aunque sea temporalmente, por una inmensa sensación de gratitud por los momentos vividos compartidos”. Recomendación: Meditaciones relacionadas con la autocompasión.
  • Personas con problemas de ansiedad, depresión, estrés que han visto cómo esta situación ha agravado su estado. “Para este colectivo, mi recomendación es realizar un programa completo de mindfulness. En estos casos, es necesario un cambio profundo de mentalidad, de re-conexión con la realidad, algo que requiere tiempo y entrenamiento mental”. “La ciencia ha demostrado que la meditación y el mindfulness son tan efectivos o más contra la depresión y la ansiedad que los fármacos. No tener herramientas para enfrentar la vida de forma plena y saludable no es una enfermedad mental, es producto de una falta de conocimiento, en parte provocada por un sistema educativo completamente deficiente, que no considera importante enseñar a los niños a lidiar con la vida, y sí a aprender de memoria los nombres de los reyes Visigodos”.
  • Niños, los grandes “olvidados” de la pandemia. “En mi opinión, lo mejor que podemos hacer por ellos es transmitirles confianza, serenidad, amor y fortaleza. Y ¿cómo lo hacemos? De nada sirven las palabras, en mi opinión. Y de todo sirve el ejemplo. Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es cultivar en nosotros mismos aquello que queremos que aprendan. Si ven a sus padres estresados por la situación, se estresarán. Si sus padres mantienen la serenidad y el buen humor, no les supondrá un drama, aunque la situación no sea fácil”. “Tienen una capacidad innata increíble de vivir el presente. Y no sirve de nada intentar disimular o fingir, entienden perfectamente el lenguaje no verbal y “escuchan” nuestros pensamientos. Todo lo relacionado con ellos ha de ser, ante todo, auténtico. Nos conocen mejor que nosotros mismos.” Recomendación: “hay una gran oferta de meditaciones para niños, pero lo más interesante es que los padres aprendamos sobre comunicación consciente”.
  • Personas que han pasado mucho tiempo sin ver a sus familias a causa de las restricciones y del miedo a contagiar. “En estos casos, el enfoque fundamental es darnos cuenta de que el pasado sólo sirve para aprender a valorar el presente. Como todo “sufrimiento”, nos da la oportunidad de reconsiderar nuestra vida y el papel que representan para nosotros las personas más cercanas. Sin caer en la obligación, puesta o autoimpuesta, de pasar tiempo determinado con otras personas, podemos ejercer nuestra voluntad de darles el espacio que consideremos”.