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“Cada vez hay más jóvenes con ansiedad y depresión por la frustración que generan las redes sociales”

La pandemia de Covid ha sido una puerta de entrada a la generación de nuevos problemas de ansiedad y psicológicos de calado, advierte el psicólogo clínico Pedro Moreno

Pedro Moreno, psicólogo clínico, autor del libro "Ansiedad crónica"
Pedro Moreno, psicólogo clínico, autor del libro "Ansiedad crónica"Editorial La Razón

Doctor en Psicología y especialista en Psicología Clínica, Pedro Moreno es autor de ocho libros sobre la ansiedad y cómo superarla a través de herramientas prácticas. En su vida diaria es un apasionado de la meditación, algo que practica a diario desde hace diez años, pues está convencido de que la felicidad auténtica sólo es posible si se conoce bien la propia mente. Ha publicado recientemente el libro «Ansiedad crónica, una guía para pacientes (e impacientes)», de la editorial Desclée de Brouwer, que propone estrategias para acabar con la angustia patológica.

-¿La pandemia de la Covid-19 ha disparado los niveles de ansiedad?

-Cuando aparece una amenaza real como la actual resulta normal que aumente el estado de ansiedad. Este incremento se hace especialmente más notable en aquellas personas que ya llevan tiempo conviviendo con la ansiedad, con la hipocondría o con las obsesiones, pero también en todo el personal sanitario por su elevado nivel de estrés.

-Pero es lógico que esta situación desencadene cierta ansiedad, ¿no cree?

-Sí. Es entendible que nos preocupemos por la incertidumbre que conlleva esta crisis sanitaria y hay personas que ahora han sido conscientes de su propia ansiedad y eso les asusta y les preocupa. Así entras en bucle y puedes generar crisis de ansiedad y una pérdida de control. Sin duda, la pandemia ha sido una puerta de entrada a problemas de ansiedad y psicológicos de mayor calado.

-¿Cuándo se convierte esa ansiedad en un problema de salud?

-Todos tenemos la capacidad de generar ansiedad ante una amenaza, y eso es un mecanismo de defensa positivo, pero el problema es que esa preocupación se convierta en una ansiedad crónica y de larga duración. Si esa alarma suena a todas horas y en cualquier momento, entonces no cumple su función, ya que en situaciones de estrés y de tensión se da el paso de estar sobreactivados. Es decir, si me preocupo por muchas cosas, o lo más mínimo me pone en tensión o me angustia, la ansiedad no resulta útil porque no está resolviendo nada.

-¿Hay personas más susceptibles a sufrir esa ansiedad?

-Todo el mundo acaba teniendo problemas de ansiedad porque es un mecanismo de protección. Pero quienes sufren estrés, tienen mayor riesgo.

-¿Cuál es el perfil de las personas con ansiedad?

-Por cada cinco pacientes, tres son mujeres y dos varones, por lo que ellas tienen más riesgo por factores genéticos y quizá también sociales por la carga emocional. En el caso de los niños, si los padres son ansiosos, eso se transmite a los menores, porque no deja de ser una actitud ante nuestras emociones.

-¿Aparece la ansiedad en personas cada vez más jóvenes?

-Vivimos en una sociedad estresante por naturaleza y eso no ayuda. Hay gente que muere por un «like» y ese tipo de enfoque vital te hace presa de la ansiedad y de la depresión a edades cada vez más tempranas. Cada vez hay más jóvenes con esos problemas por su dependencia a las redes sociales. El estrés generado por las metas y esa impaciencia por no conseguirlas crea una ansiedad vital que se convierte en una fuente de frustración que en muchos casos lleva a las drogas y al alcohol.

-¿Y cómo se puede controlar?

-El miedo a perder el control es lo que actúa como factor de desarrollo de ansiedad. La terapia que se presenta en el libro es construir ese mecanismo de aceptación de la emoción, huyendo de las falsas soluciones, como el alcohol o el consumo de ansiolíticos.

-¿Cómo afecta esa ansiedad crónica a la salud en general?

-La calidad de vida se deteriora bastante, porque aparece el miedo a sufrir una crisis de ansiedad en cualquier situación. Estos pacientes acaban con la sensación de que nadie les entiende y eso puede desencadenar en depresión y en otras dinámicas muy insanas y perjudiciales para la salud, como comer peor, fumar, beber alcohol o llevar una vida sedentaria.