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Green- Med, la versión más “verde” de la dieta mediterránea

A la dieta por excelencia para protegerse frente a las enfermedades coronarias le ha salido competencia. Es más verde y tiene dos alimentos clave: el té verde y la mankai, conocida como lenteja de agua.

Té verde
Té verdelarazon

El “reinado” de la dieta mediterránea probablemente sea eterno. Su amplio e incontestable aval científico hace que, desde 2010, forme parte de la lista de bienes Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Entre sus principales beneficios, la protección que ofrece sobre la salud cardiovascular, el sistema inmune y la microbiota y que, como consecuencia de seguir sus pautas, se consigue mantener un peso estable.

Pero aunque sea la pauta de alimentación perfecta, todo se puede mejorar. Y eso es precisamente lo que han planteado un grupo de científicos de la Universidad Ben-Gurion (Israel), que han estudiado si una versión más ecológica de esta dieta, más rica en fuentes de alimentos de plantas verdes e incluso más baja en la ingesta de carne roja, podría ser incluso mejor para la salud. La investigación, publicada en la revista Heart, se realizó con 294 personas sedentarias y moderadamente obesas (IMC de 31) con una edad media de 51 y a los que dividieron en tres grupos dietéticos.

El primero recibió orientación sobre el impulso de la actividad física y pautas básicas para lograr una dieta saludable. Al segundo, además de los consejos, se le dieron pautas sobre cómo seguir una dieta mediterránea tradicional restringida en calorías (1.500-1.800 kca al día para hombres y 1.200-1.400 kcal al día para mujeres), que era, además, baja en carbohidratos simples, rica en vegetales, con aves y pescado reemplazando la carne roja. Incluía 28 g al día de nueces. El tercer grupo tuvo orientación sobre actividad física, además de consejos sobre cómo seguir una versión verde similar con restricción calórica de la dieta mediterránea (‘med verde’). Esto incluyó 28 g/día de nueces, evitar la carne roja/procesada y mayores cantidades de materia vegetal. También llevaba 3-4 tazas al día de té verde y 100 g de cubos congelados de Wolffia globosa (variedad mankai cultivada), una forma rica en proteínas de la lenteja de agua de la planta acuática, tomada como un batido de proteínas a base de plantas verdes como un sustituto parcial de proteína animal.

Seguimiento a los seis meses

A los seis meses se evaluó el efecto de cada una de las dietas sobre la pérdida de peso y sobre los factores de riesgo cardiovascular y metabólico. Los resultados mostraron que aquellos que siguieron ambos tipos de dieta mediterránea perdieron más peso: dieta ‘Med verde’ 6,2 kg; Mediterránea 5,4 kg; dieta saludable 1,5 kg. La circunferencia de la cintura, un indicador de una protuberancia del abdomen potencialmente dañina, se redujo en un promedio de 8,6 cm entre los que seguían la dieta “Med verde”, en comparación con los 6,8 cm entre los que seguían la dieta mediterránea y los 4,3 cm entre los que seguían la dieta saludable.

Además el grupo ‘verde’ logró mayores caídas en el colesterol de baja densidad ‘malo’ y en otros factores de riesgo cardiovascular y metabólico como la presión arterial diastólica, la resistencia a la insulina y un marcador importante de inflamación, la proteína C reactiva, que tiene un papel clave en el endurecimiento de las arterias. Estos cambios dieron como resultado una caída sustancial de casi el doble en la escala de riesgo Framingham a 10 años, un cálculo utilizado para predecir la probabilidad de una enfermedad cardíaca grave durante la próxima década, entre los que siguen la dieta “Med verde”.

“Se trata de un estudio muy interesante, pero los conceptos que plantea ya estaban claros. En la dieta mediterránea estándar prima el consumo de alimentos de origen vegetal sobre los de origen animal, y se sabe que cuanto más se incline la balanza hacia lo “verde”, se logran mejores resultados en protección cardiovascular”, señala el nutricionista Ramón de Cangas. Al respecto de la ingesta de té verde y el mankai, alimentos con grandes beneficios demostrados, De Cangas aclara que “en ningún caso se trata de superalimentos, ese es un concepto erróneo. Los incluyen porque son productos con un consumo importante en la zona donde se ha realizado la investigación pero, en España, tenemos otros igual de beneficiosos como pueden ser el azafrán, el tomillo, el romero o el pimentón”.