Sociedad

Coronavirus

Sí rotundo a la inmunización en España

Más del 90% de los mayores y los profesionales de residencias han dado su consentimiento para recibir la vacuna de la Covid-19.

Un sanitario inyecta la vacuna durante el primer día de vacunación contra la Covid-19 en España, en la residencia de mayores Vallecas, perteneciente a la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS), en Madrid.
Un sanitario inyecta la vacuna durante el primer día de vacunación contra la Covid-19 en España, en la residencia de mayores Vallecas, perteneciente a la Agencia Madrileña de Atención Social (AMAS), en Madrid.EUROPA PRESS/R.Rubio.POOLEuropa Press

Algunos pensarán que es un “público fácil” de convencer, pero no es solo el miedo lo que ha llevado a las más de 9.000 personas elegidas a dar un sí rotundo y unánime a la administración de la primera dosis de la vacuna contra la Covid-19 en España. Ha sido la ilusión, la esperanza, y el convencimiento de que eran unos privilegiados por estar más cerca de la libertad. Ellos son la avanzadilla, los primeros en recibir el suero de la esperanza, que supone el principio del fin de la pandemia que ha sometido al mundo. Son los que más han perdido, los que más angustia y soledad han pasado, los más vulnerables.

Son, también, una muestra “simbólica” de las 360.000 personas que viven en residencias en España, de los que el 79% tienen más de 80 años, y que representan el colectivo prioritario de la campaña de inmunización contra la infección. Hoy han sido un ejemplo, tanto ellos y como el personal que les atiende, dando su visto bueno a la vacunación sin reservas. El 90% de los residentes y el 85% de los profesionales se han vacunado, pese a las cámaras, los flashes, los nervios y el miedo. “El hecho de que las residencias hayan sido los primeros puntos de vacunación representa un acto de responsabilidad y convierte a los mayores en ejemplo para el resto de la población”, señala Cinta Pascual, presidenta del Círculo Empresarial de Atención a la Dependencia (Ceaps). “Para la gente que trabajamos en estos centros, para los mayores y también para las familias, la posibilidad de estar vacunados, la posibilidad de poder crear inmunidad dentro de los centros, nos da un poco de esperanza y de ánimos de volver a recuperar esta normalidad y movimientos de las personas mayores”, añade.

“Nunca hemos bajado la guardia”

Y es que los trabajadores de estos centros, que no han recibido aplausos desde los balcones a las 20:00h ni han sido llamados “héroes” (más bien, todo lo contrario) han defendido sus “fuertes” con uñas y dientes, renunciando, en muchas ocasiones a su propia vida. Es el caso de Mari Bilbao Calleja, supervisora de la residencia Santa Eugenia de Cevico de la Torre (Palencia), la primera de Castilla y León en la que se ha administrado la vacuna de Pfizer. “Lo que corre por mis venas no es sola la vacuna, sino una sensación de alivio, de paz mental, que hace diez meses que no tenía. Es la impresión de que puedo empezar a soltar carga, de que quizá estemos más cerca de recuperar todos algo de nuestra vida y, sobre todo, que el esfuerzo que hemos puesto en proteger a nuestros residentes ha merecido la pena”, cuenta emocionada a La Razón.

Ella y Áureo López García, residente de 88 años, han sido las dos primeras personas en la comunidad en inmunizarse. “Fue una promesa que nos hicimos los dos en los primeros 50 días de la pandemia. Hablábamos todas las noches y pensábamos esperanzados en cuando llegaría la vacuna y se acabaría el infierno que estábamos viviendo. Así que, cuando me llamaron, tuve clarísimo que el y yo nos pondriamos la vacuna los primeros”, recuerda la profesional, que permaneció casi dos meses “encerrada” con los residentes para evitar riesgos.

Uno de los muchos sacrificios que han hecho tanto ella como el personal del centro y las familias de los residentes, y que les han conducido a ser una de las pocas residencias “Covid-free” de la comunidad. A la llamada le siguió un email en el que les enviaron toda la documentación necesaria para poder vacunar a los 82 residentes y 41 trabajadores. No había más condiciones que el que todas las personas que se quisieran vacunar firmaran un consentimiento informado y la necesidad de disponer de un lugar amplio y bien ventilado para poder llevar a cabo la jornada con seguridad. “Elegimos la capilla de la residencia, que era el lugar que cumplía todas las condiciones. Además, qué mejor lugar para pedir al Señor una ayuda ‘extra’”, detalla Bilbao. La jonada Se vacunaron todos. “Una de las trabajadoras no iba a hacerlo porque le daba miedo, pero al final se animó. El pinchazo duele mucho menos que el de la vacuna de la gripe”, asegura.

Ahora, les espera un mes duro, pero puede que sea el último. “Hasta que nos termine el proceso de la vacunación (unos 30 días, entre los 21 que hay que esperar para la próxima dosis y diez más hasta que se compruebe que hemos generado anticuerpos) hemos prohibido las visitas de la familia. Lo han entendido perfectamente, y los residentes también. Quizá sea el último gran esfuerzo para que todos podamos recuperar una libertad de movimiento parecida a la que teníamos antes”, explica aliviada.

Reconocimiento al trabajo bien hecho

Una sensación muy similar a la que siente Mamen Puello, directora de la residencia de Somontano en Barbastro (Huesca), un centro pequeño y familiar compuesto por 35 residentes y 20 trabajadores que fue el elegido en la provincia de Huesca. “Nos ha hecho muchísima ilusión que hayan elegido, más aún siendo un centro tan pequeñito. Desconozco los motivos, supongo que ha influido que no hayamos tenido ningún caso de Covid-19 y nuestra gestión en estos meses. Para nosotros es una especie de homenaje, un reconocimiento al mimo y el cuidado con el que hemos mantenido este centro protegido de contagios. Estoy feliz y muy agradecida”.

La primera persona en recibir la vacuna, a las 17:00 horas, ha sido Lidia Navarro, de 84 años, “desde el principio de la pandemia nos dijo que quería ser la primera en inmunizarse, y hemos querido cumplir su deseo”. Y el del resto de residentes, que se mostraban muy animados ante la perspectiva de poder tener, pronto, más visitas de sus familias. “Estamos como en una burbuja. Había mucha tranquilidad esta mañana, yo creo que nuestros residentes no eran conscientes. Cuando ha empezado la vacunación, entre los aplausos y las cámaras se han emocionado más, pero yo creo que será mañana, cuando se vean en la tele y en los periódicos y les llamen sus familiares, cuando puedan asumir más lo que ha pasado”.