Tribuna
Charlatanes científicos
«Hay líderes políticos que están divulgando y tomando medidas aberrantes y gravísimas queriendo influenciar incluso en la Ciencia»
Una máxima aceptada por todo el mundo es que la valía de las personas se realiza más en las ocasiones excepcionales que en las cosas rutinarias. Todo esto viene a cuento porque estamos de forma universal, global y sin distinción de raza, sexo ni condición económica en un momento excepcional muy particular como es la pandemia del coronavirus.
Como científico biomédico, con más de cuarenta años de experiencia, tridoctor, y participante activo en la vida pública, me siento muy preocupado y a la vez decepcionado por la utilización «simplona» y «rastrera» de argumentos científicos para justificar acciones políticas. Buscar cosas ajenas a la Ciencia y me refiero a la proliferación de miles de noticias principalmente sobre esta pandemia y sus soluciones se ha convertido en una «infodemia» (que es una pandemia de la información generalmente falsa ) y ha sido recientemente tema de algunos artículos que escribimos en la Prensa nacional y local.
Recientemente, en una revista española científica de investigación quirúrgica, su director, mi amigo y compañero el profesor Carlos Vaquero, describía en la editorial de dicha publicación el tema que estamos abordando, a nuestro entender.
En los momentos excepcionales es cuando se pone de manifiesto lo mejor y lo peor del comportamiento de la especie humana. Comentábamos que estábamos viviendo una situación excepcional que ha propiciado a un sinfín de pseudocientíficos o pseudoexpertos que más que colaborar lo que han conseguido es complicar el panorama informativo ávidos de protagonismo y ansiosos de dar su opinión con el fin de buscar relevancia social a base de ocurrencias y opiniones que nada aportan y que consiguen fomentar el fenómeno que hemos descrito de «infodemia», en definitiva, desinformar. También es verdad que la Ciencia ha colaborado una vez más de forma decisiva y efectiva a afrontar la problemática de esta pandemia eficazmente y la muestra más evidente es la vacunación y las vacunas, que han sido realizadas en tiempo récord con una metodología revolucionaria (RNA mensajero sintético).
Nos hemos dado cuenta de que estos «charlatanes científicos» están tan ávidos de protagonismo que se ha convertido en patológico en muchos casos, entrando en una carrera por participar y protagonizar hechos, intentando ser el centro de atención, y que en algunos casos tienen también afanes espurios. No han escatimado esfuerzos ni recursos, están utilizando las redes, los medios de comunicación generalistas ofertando opiniones y buscando complicidad para sus fines.
Como licenciado y doctor en Ciencias de la Información, cuya tesis doctoral versó sobre el periodismo científico en España, así como catedrático de Cirugía y miembro de la Sociedad Española de Periodismo Científico, me siento avergonzado de ciertas actitudes con nombre propio y algunos medios de comunicación que les siguen los pasos y que no aportan sino incertidumbre y desinformación, que en estos casos en muy grave.
Somos de los que pensamos que no existe una buena Sanidad sin los medios de comunicación y que los que estamos en la Ciencia tenemos la obligación de expresarnos con vocabularios que sean entendidos por la mayoría de los ciudadanos, que son los receptores fundamentales y que no se entiende que no exista esa complicidad con la Ciencia que es tan necesaria.
La divulgación científica es imprescindible realizarla de forma diaria en los medios de comunicación habitual, como una parte fundamental de la comunicación. Por eso no es suficiente argumento investigar y ya está, sino comunicar a la sociedad qué se está investigando, cómo se está investigando y el porqué se está investigando, no como una moda sino como una necesidad objetiva del sistema.
Los medios de comunicación, que clásicamente se estudiaba que sus misiones son: informar, formar, divulgar y entretener, tienen un peso específico superior al que no deben ni pueden renunciar y que en estos momentos es imprescindible para el normal desarrollo de una sociedad. Ya en el trabajo de tesis doctoral sobre Sociología que realizamos y presentamos en 2018, una de las conclusiones relevantes fue la existencia del Dr. Google, que es alguien que nadie conoce pero que el 43% de los españoles consultan y en el que el 83% de lo que aparece es falso o pseudocientífico y comentamos en ese trabajo que es imprescindible que la evidencia científica esté en Google para contrarrestar la gravísima desinformación que se está produciendo con la divulgación de la pseudociencia, pudiendo llegar a aumentar la morbimortalidad en ciertas patologías.
A esto se une la desgracia que estamos padeciendo esta generación a nivel mundial con líderes políticos legítimos pero que están divulgando y tomando medidas aberrantes y gravísimas queriendo influenciar incluso en la Ciencia. Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, López Obrador en México, Boris Johnson en Reino Unido etc., etc.
En España, la pandemia, que con la bomba biológica del 8-M lanzó la carga vírica mas importante que se conoce en la historia reciente del mundo sobre cientos de miles de personas y todo esto en muy poco tiempo, ha sido una agresión directa de Pedro Sánchez y el ministro de Sanidad a toda la ciudadanía por la autorización del mismo (del 8-M) y otras múltiples ocasiones donde se ha usado la Ciencia en vano. Se ha intentado utilizar y agredido a la Ciencia y a los científicos hablando en su nombre cuando no ha existido ningún informe de los mismos para hacer lo que se ha hecho, diciendo que las medidas que se tomaban eran por criterios de un comité científico y ahora nos hemos dado cuenta, porque ellos mismos lo han dicho, que no ha existido ninguno. Es algo alucinante que ha causado y está causando verdaderos perjuicios a la Salud Pública, a los ciudadanos, al sistema sanitario, a la Ciencia etcétera.
Creemos que ha llegado el momento de modificar la legislación vigente para que no sea gratuito el mentir en la Ciencia y por qué no en la política.
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