Día Mundial
Cumplir el tratamiento reduce el riesgo de progresión hacia el asma grave
Ser constantes con la medicación evita la progresión de esta enfermedad crónica que todavía no tiene cura
Desde que la Covid-19 se coló en nuestra vida, las enfermedades respiratorias han cobrado una mayor visibilidad, aunque queda mucho por hacer. Entre ellas sobresale el asma, una patología crónica de la que hoy, martes 3 de mayo, se conmemora su Día Mundial y para la que, por el momento, no hay cura.
Se estima que «entre el 5% y el 8% de la población española padece asma, cifra que aumenta hasta el 12% si hablamos de niños y adolescentes», asegura Carolina Cisneros, neumóloga del Hospital de La Princesa, en Madrid. La evolución del dato de prevalencia durante los últimos años es al alza, una tendencia que tiene una doble explicación: «Esto puede deberse a razones medioambientales que provocan más asma, principalmente por la aparición de factores de riesgo relacionados con la contaminación; pero también porque ahora se diagnostica antes y mejor, gracias a la mejora de los métodos de valoración», matiza la neumóloga.
El diagnóstico del asma suele caer como una losa en la vida de los afectados, ya que, en la mayoría de los casos, supone convivir con esta enfermedad de por vida. «Cuando aparece en la infancia puede haber detrás un asma alérgico que podría desaparecer durante la edad adulta. Sin embargo, si el diagnóstico se da en personas mayores, ahí no tiende a desaparecer», aclara Cisneros.
Tal y como explica la neumóloga, «la clave del asma es que se trata de una patología crónica sin cura y que, por tanto, requiere de un tratamiento continuo». Y ahí está el quid de la cuestión, ya que «los pacientes pueden alternar épocas sin apenas síntomas, lo que les lleva a abandonar su medicación o a no cumplir correctamente con las recomendaciones. Pero esto es un círculo vicioso, ya que esa práctica les hace empeorar y sufrir síntomas más complicados», añade.
Por eso, tal y como insiste la neumóloga, «resulta esencial el concepto de cronicidad y de tratamiento continuo, pues sabemos que la única forma de evitar que la enfermedad progrese o empeore es tomando el tratamiento a diario y haciendo revisiones periódicas». Y es que, ante un asma intermitente mal tratado, existe la posibilidad de que el paciente acabe desarrollando esta enfermedad de forma grave, con las consecuencias físicas y emocionales que eso implica. «Existen casos en los que el asma puede progresar a peor, aunque también se puede debutar con un asma grave. En cualquier caso, si el tratamiento se realiza bien, es posible evitar que se pierda la función pulmonar. Todo asmático debe aspirar a tener una espirometría similar a la de un paciente sano y con el tratamiento adecuado se puede lograr, asegura Cisneros, quien insiste en que «para lograrlo resulta clave la educación del paciente».
Mientras tanto, la ciencia avanza y durante los últimos años «se ha avanzado mucho, sobre todo en lo relativo al asma grave, que es el que plantea más problemas, pues son pacientes que ingresan y que necesitan más recursos sanitarios. A ese nivel han aparecido nuevos medicamentos biológicos, que mejoran mucho la calidad de vida de los afectados y el futuro invita al optimismo», asegura la neumóloga.
¿Qué ocurre en el organismo cuando aparece un asma alérgico?
El asma es una patología muy prevalente que condiciona enormemente la calidad de vida de quien la sufre y en ese tablero de juego la alergia suele tener un papel destacado. «La enfermedad provoca una obstrucción variable y reversible de las vías respiratorias, con inflamación e hiperreactividad bronquial y de la mucosa de la vía respiratoria. Dicha inflamación puede desencadenarse por muchas causas y una de ellas son los alérgenos», explica Cisneros, quien recuerda que «hay pacientes con asma que no presentan sensibilización alérgica y hay otros a los que se les desencadena por algún agente exterior que su cuerpo reconoce como extraño y lo combate con esa inflamación».
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