Investigación

Descubren por qué la escasa actividad física después de los 65 años dispara el riesgo de enfermedades cardiovasculares

No estar activos a partir de los 65 años es un peligro para la salud, según un nuevo estudio publicado en «Journal of the American Heart Association»

Jubilados paseando y haciendo deporte por el Retiro, en Madrid
Jubilados paseando y haciendo deporte por el Retiro, en MadridCristina BejaranoLa Razón

El sedentarismo es un mal compañero de viaje en cualquier circunstancia, pero más aun cuando el DNI marca una edad superior a los 60 años. De hecho, entre las personas mayores de 65 años, tener una función física más baja se asoció de forma independiente con un mayor riesgo de desarrollar un ataque cardíaco, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular, según una nueva investigación publicada hoy en la prestigiosa revista «Journal of the American Heart Association», de la American Heart Association.

En concreto, entre los ingredientes que se han tenido en cuenta a la hora de evaluar este riesgo destaca la herramienta denominada «SPPB», que considera una medida de la función física, que incluye la velocidad al caminar, la fuerza de las piernas y el equilibrio. Así, este estudio examinó la función física, que es diferente de la aptitud física. «Si bien los factores de riesgo tradicionales de enfermedades cardiovasculares, como la presión arterial alta, el colesterol alto, el tabaquismo o la diabetes, están estrechamente relacionados con las enfermedades cardiovasculares, particularmente en personas de mediana edad, también sabemos que estos factores pueden no ser tan predictivos en los adultos mayores, por lo que necesitamos para identificar predictores no tradicionales para los adultos mayores», explica el autor principal del estudio, Kunihiro Matsushita, M.D., Ph.D., profesor asociado en el departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg y la División de Cardiología de la Escuela Johns Hopkins de Medicina en Baltimore.

«Hemos descubierto que la función física en los adultos mayores predice futuras enfermedades cardiovasculares más allá de los factores de riesgo tradicionales de enfermedades cardíacas, independientemente de si un individuo tiene antecedentes de enfermedades cardiovasculares», destaca el investigador. En concreto, el estudio Atherosclerosis Risk in Communities (ARIC), una cohorte comunitaria en curso, inscribió a 15.792 participantes, de 45 a 64 años de edad entre 1987 y 1989, para investigar las causas de la enfermedad aterosclerótica (placa o acumulación de grasa en las arterias). Así, los controles anuales y semestrales (a partir de 2012) incluyeron llamadas telefónicas y exámenes clínicos en personas. Con toda esa información, el presente estudio evaluó los datos de salud a través de la prueba de función física SPPB de 5.570 adultos (58% mujeres; 78% adultos blancos; 22% adultos negros), con una edad promedio de 75 años entre 2011 y 2019. Así, utilizando las puntuaciones SPPB, la función física de los participantes se clasificó en tres grupos: baja, intermedio y alto, con base en su desempeño en la prueba.

Los investigadores examinaron la asociación de las puntuaciones SPPB con futuros ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia cardíaca, así como la combinación de los tres, ajustando los principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, como presión arterial alta, tabaquismo, colesterol alto, diabetes y antecedentes de enfermedades cardiovasculares. «Nuestros hallazgos resaltan el valor de evaluar el nivel de función física de los adultos mayores en la práctica clínica», asegura el autor principal del estudio, Xiao Hu, MHS, coordinador de datos de investigación en el departamento de epidemiología de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg. «Además de la salud del corazón, los adultos mayores corren un mayor riesgo de caídas y discapacidad. La evaluación de la función física también puede informar el riesgo de estas condiciones preocupantes en los adultos mayores», añaden los investigadores. Las caídas y el miedo a las caídas en los adultos mayores son problemas de salud importantes y están asociados con altas tasas de lesiones, altos costos de atención médica y un impacto significativo en la calidad de vida.

«Nuestro estudio agrega evidencia adicional a investigaciones anteriores, que han demostrado la importancia de mantener la función física a una edad avanzada», insiste Matsushita, quien hace hincapié en que «las siguientes preguntas son: ¿cuál es la mejor manera para que los adultos mayores mantengan la función física y si las intervenciones que mejoran la función física pueden reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular?».

El estudio tenia varias limitaciones, ya que la población del estudio incluyó solo adultos blancos y negros, pero no incluyó personas de otros grupos raciales o étnicos. El estudio tampoco tuvo en cuenta a las personas cuya falta de movilidad podría impedirles ser evaluados en una clínica de investigación. Se requerirá investigación adicional para confirmar los hallazgos en personas de grupos raciales y étnicos más diversos y personas que tienen una función física aún menor.