Salud
¿Cómo puede afectar el estrés a nuestra visión?
Los problemas de visión derivados del estrés pueden ser muy graves y debemos tomárnoslos como auténticas “señales de alarma”
El estrés es el conjunto de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción. Y cuando estas reacciones fisiológicas sobrepasan la capacidad de respuesta del organismo, se suelen desarrollar ciertas afecciones. Las causas que generan el estrés pueden ser muchas. Los más comunes son los factores psicosociales asociados al trabajo o a la familia, donde abundan los estresores como un jefe implacable, un volumen de trabajo demasiado grande, falta de motivación, el acoso laboral, problemas para llegar a fin de mes, una relación de pareja conflictiva, etc.
Ahora bien, cada persona reacciona de formas muy diferentes ante un mismo estímulo. Y hay algunos factores psicológicos cómo la falta de confianza en uno mismo o la carencia de herramientas y estrategias para enfrentarse a estos estresores, pueden hacer que una situación incómoda o conflictiva se convierta en un verdadero problema.
Sus consecuencias pueden ser muy graves y debemos tomárnoslas como auténticas “señales de alarma” y como avisos de que debemos hacer algunos cambios en nuestra vida. Si el estrés consigue hacer mella en una persona, este se podría manifestar de formas muy variadas.Puede manifestarse con trastornos de ansiedad, con apatía, depresión, alcoholismo, frustración, drogadicción, (...) o puede derivar en síntomas físicos, como caída del cabello, nauseas, temblores, trastornos menstruales, eczemas, colon irritable o dolores musculares (…) o en problemas de visión:
Tics nerviosos
Una de las exteriorizaciones más comunes de este reflejo de lucha o defensa que nunca llega a materializarse, son los tics y los temblores en los ojos. El estrés y la tensión a la que hemos sometido a nuestro organismo pasa su factura con la liberación de adrenalina, que a su vez provoca la contracción involuntaria del músculo de Müller.
Podemos decir que es, en general, una manifestación transitoria y benigna del estrés. Y es un problema bastante común y que no necesita de ningún tratamiento oftalmológico. Ahora bien, sí que convendría controlar los estresores que dieron lugar a esta reacción y a esta afectación ocular (aumentar las horas de sueño, reducir el consumo de cafeína, etc. ) y -quizás- a los factores psicológicos que nos ha hecho vulnerables a ellos.
Blefaritis
Aunque para muchos se tratará de una auténtica desconocida, en realidad la blefaritis es la enfermedad ocular más frecuente después del ojo seco, pues afecta al 30% de la población. Es -en esencia- la inflamación del párpado. Puede derivar en picores o enrojecimiento de los ojos, cansancio ocular o visión borrosa. En estos casos, lo que debemos hacer es -además de descansar) administrar lagrimas artificiales y la realización de una limpieza concienzuda de la piel de la zona… preferiblemente con agua fría.
Visión Borrosa
Cuando el estrés y su impacto sobre nuestros ojos va más allá… la afectación podría trasladarse al nivel de la mácula, lo que podría derivar en oscurecimiento de la zona central de la visión o visión borrosa. Aunque también es posible que exista una deformación de las proporciones o de que veamos intermitentemente puntitos negros.
Pérdida súbita de visión
Si la situación de estrés se ha extendido mucho en el tiempo, si ha llegado a una intensidad muy alta o si la inflamación es mayor... se puede llegar a sufrir la amaurosis, que es la pérdida repentina y transitoria de la visión. Aunque suele desaparecer en cuestión de minutos, es una señal que debemos interpretar de una forma muy alarmante. Debemos acudir al oftalmólogo para descartar que sea causa o consecuencia de otros problemas oftalmológicos. Y después nos convendría valorar la consulta con un psicólogo.
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