Opinión

2023: el año de los tres ministros de Sanidad

La inestabilidad institucional provoca falta de planificación

La nueva ministra de Sanidad, Mónica García (c), acompañada de la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz (i), recibe su nueva cartera a manos del ex ministro José Miñones, durante la toma de posesión de su cargo, este martes en Madrid.
La nueva ministra de Sanidad, Mónica García (c), acompañada de la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz (i), recibe su nueva cartera a manos del ex ministro José Miñones, durante la toma de posesión de su cargo, este martes en Madrid.EFEAgencia EFE

2023 no ha sido un gran año para la Sanidad, salvo si se le compara con 2020 y 2021, cuando la pandemia de Covid-19 causaba estragos. Es cierto que en los últimos doce meses ha habido avances terapéuticos notables contra el colesterol y algunos tipos de tumores. Las terapias CAR-T se han consolidado y las de edición genérica Crispr empiezan a abrirse paso, augurando un futuro prometedor en el manejo de algunas enfermedades. Sin embargo, todo esto tendría un impacto mucho mayor si fuera acompañado de un sistema sanitario que funcionase como un reloj. Por desgracia, el nuestro ya ha dejado de hacerlo. En el presente año, España ha tenido tres ministros de Sanidad. Carolina Darias, que contribuyó enormemente a la distribución de vacunas contra la covid en tiempo récord junto con la directora de la Agencia Española del Medicamento, María Jesús Lamas, cedió el testigo para irse a Canarias a José Manuel Miñones, un farmacéutico gallego que apenas duró ocho meses en el cargo. Su sucesora, la anestesista Mónica García, es el pago de parte de la cuota que Sumar le exige al PSOE a cambio de su apoyo durante la investidura. Esta inestabilidad institucional al frente del órgano que debería ejercer la máxima coordinación sanitaria del conjunto del Estado se ha traducido en bandazos, proyectos inacabados y una falta absoluta de planificación en algunas materias que tendrá graves consecuencias en el medio plazo.

Si al resultado de tal zozobra le unimos la insuficiencia manifiesta de presupuesto para el sistema, encontraremos explicación para lo que está ocurriendo hoy. En este 2023, el número de pacientes en espera de pasar por el quirófano ha alcanzado el récord histórico. Según las estadísticas recopiladas por el propio Ministerio de Sanidad, 819.964 enfermos se encontraban en esta situación a finales de junio. Pero más importante que esta cifra es el tiempo que lo hacen desde que el especialista se lo prescribe: 112 días de media en el conjunto del país, aunque en lugares como Canarias se elevaba a 153. Ahí es nada. Por su parte, el tiempo medio para una consulta diagnóstica es de 87 días, todo un mundo al que hay que sumar la demora para acceder a la depauperada atención primaria o para someterse a las pruebas diagnósticas pertinentes que dan pie o no a prescribir la operación. Las listas de espera son, posiblemente, una de las mejores herramientas para medir el funcionamiento de un sistema sanitario. Pero hay otros indicadores que confirman también la grave crisis por la que atraviesa el sistema sanitario español, y que tiene mucho menos que ver con las fórmulas de colaboración privada instauradas que con la falta de fondos y la ineficiencia gestora del funcionarial modelo público. El tiempo que tardan los medicamentos en llegar a los enfermos es, por ejemplo, uno de ellos. Y aquí también suspende España. Las últimas estadísticas revelan que desde la autorización europea hasta que reciben el visto bueno por las autoridades en nuestro país transcurren más de 600 días. El problema no es menor, porque muchos de esos fármacos innovadores y disruptivos alargan la supervivencia del paciente o mejoran su calidad de vida. Una vez más, la falta de presupuesto está detrás de los retrasos, que tienen como protagonistas a las autonomías, al propio Gobierno o a ambos. La Comisión de Precios de los Medicamentos se ha convertido en una suerte de tómbola en la que los laboratorios rezan para ser agraciados. Frente a esta grave crisis, se habla de planes de choque quirúrgicos contra las listas de espera y de agilizar el acceso del medicamento al sistema. Para ello, Mónica García deberá pelearse por fondos. En el fragor de la batalla, se dará cuenta de que el principal enemigo de la Sanidad pública no suelen ser los hospitales privados, sino los ministros de Hacienda, que siempre escatiman y no sueltan nunca un euro extra en los presupuestos.