Pediatría

Así es el dolor abdominal funcional que afecta al 30% de los menores

Los expertos alertan de que este trastorno cada vez es más frecuente

Dolor abdominal en niños
Dolor abdominal en niñosDREAMSTIMELA RAZÓN

Se trata de una queja tan frecuente como inquietante. La mayoría de niños pequeños, en algún momento, asegura sentir dolor de tripa y molestias abdominales, lo que desconcierta a los padres, que tienden a pensar que se trata de una «estrategia» para librarse de comer un cierto alimento o, incluso, escaquearse del colegio.

Detrás de ese repetido lamento puede haber una razón de salud, ya que «el dolor abdominal funcional afecta al 30% de los niños en edad escolar y es el trastorno más habitual que se consulta a los pediatras y a los especialistas en gastroenterología», asegura Sanja Kolacek, representante de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (Espghan). Y no es una cuestión baladí, ya que este trastorno genera una mala calidad de vida para el niño, lo que puede afectar negativamente también a sus familias.

Cualquier dolor de tripa no puede etiquetarse como funcional, pero sí hay que tenerlo en el radar, ya que «los trastornos digestivos funcionales, entre los que se encuentra el dolor abdominal funcional, son muy frecuentes, no solo en España, sino en todos los países desarrollados», confirma el doctor Juan José Díaz Martín, presidente del Comité Científico Ejecutivo de los Congresos de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Y está al alza, ya que «en los últimos años, al igual que ocurre con otro tipo de trastornos que no tienen causa orgánica, como los psiquiátricos, también hemos visto cómo las consultas por este motivo han aumentado en los últimos años», añade el doctor Díaz Martín.

Origen

El dolor abdominal funcional no tiene una única causa. «En la base del problema existe un mal funcionamiento de lo que se llama el eje microbiota-intestino-cerebro. Sobre una base genética que predispone a padecerlo en la infancia actúan factores que son desencadenantes, como infecciones gastrointestinales, el consumo de antibióticos en los primeros meses de vida, alergias alimentarias o desequilibrios en la microbiota, aunque también pueden actuar factores psicosociales», argumenta el doctor Díaz Martín.

Esta situación condiciona diferentes alteraciones en el funcionamiento del aparato digestivo, fundamentalmente en dos aspectos: «Una hiperalgesia visceral, es decir, la hipersensibilidad que hace que se sientan como dolorosos estímulos que en condiciones normales no deberían ser tales; y alteraciones en la motilidad del intestino, tanto por exceso como por defecto. A partir de estos dos procesos se acabaría desencadenando más adelante el cuadro de dolor abdominal funcional», detalla el gastroenterólogo pediátrico.

La falta de conocimiento y la tendencia a pensar que el dolor abdominal es algo banal hacen que este problema de salud esté infradiagnosticado, ya que «se tiende a no darle la importancia que tiene por parte de las familias y de los profesionales de la salud, lo que puede resentir la calidad de vida del niño a largo plazo, desarrollando incluso problemas psiquiátricos como ansiedad o depresión», advierte el doctor Díaz Martín.

En este escenario, cabe preguntarse cuándo el dolor abdominal de los niños pasa de ser algo «normal» a convertirse en un problema más serio. «Las familias suelen pensar que un dolor abdominal que no es grave, porque la mayoría de veces resulta pasajero. Pero si afecta a la calidad de vida del niño y ese dolor está presente al menos cuatro días al mes durante dos meses, ya hablaríamos de dolor abdominal funcional», explica el gastroenterólogo pediátrico, quien insiste en que «es muy importante que los pediatras lo expliquemos y no caigamos en la tentación de decir que no es nada y que ese dolor es culpa de los nervios. No hay que olvidar que el dolor abdominal funcional es real, que no tiene una causa orgánica concreta, pero sí requiere atención».

Abordaje

El dolor abdominal funcional «es un trastorno benigno pero insidioso que, si se aborda bien, en más del 80% de los niños que lo sufren no tendrá más dolor y se sentirá bien», confirma Kolacek. Al tratarse de un asunto multifactorial, no existe un único tratamiento posible. «El primer abordaje que deben recibir las familias es el de la información, es decir, que se les explique qué está pasando y reafirmando que se trata de un dolor real, que no es inventado. A veces, sólo con esta información, aunque no desaparezca el dolor, sí mejoran los síntomas, porque se le está quitando el componente emocional y de ansiedad», reconoce el doctor Díaz Martín.

Después, tal y como detalla el gastroenterólogo pediátrico, entran en juego otros tratamientos «como modificaciones de la dieta, evitando el abuso de azúcares fermentables, de procesados, etc.; el uso de probióticos y, en ocasiones, incluso tratamientos farmacológicos que se usan durante periodos prolongados porque tienen efecto sobre el sistema nervioso intestinal y el sistema nervioso central. Solo un pequeño porcentaje de estos pacientes sigue presentando trastornos funcionales en la edad adulta. Al no ser un problema orgánico, no son esperables secuelas físicas, pero no son infrecuentes trastornos como depresión o ansiedad».