Higiene

Un gastroenterólogo de Harvard explica por qué no debemos usar el papel higiénico

La doctora Trisha Pasricha alerta sobre los riesgos bacterianos del papel higiénico y propone una alternativa

Un gastroenterólogo de Harvard explica por qué no debemos usar el papel higiénico
Un gastroenterólogo de Harvard explica por qué no debemos usar el papel higiénicoLa Razón

Puede que creamos que con unas cuantas pasadas de papel higiénico estamos listos para seguir con nuestro día, limpios y frescos. Pero, según la doctora Trisha Pasricha, gastroenteróloga de la prestigiosa Escuela de Medicina de Harvard, esa idea no solo es errónea: también es peligrosa.

En un vídeo publicado por "The Washington Post" en su sección “Consulta al médico”, Pasricha lanza una afirmación que descoloca nuestras rutinas más íntimas: cada vez que usamos papel higiénico, podríamos estar dejando hasta 40.000 tipos distintos de bacterias en nuestras manos. Y no se trata de alarmismo. Es ciencia.

La solución que propone no es nueva, pero sí poco común en muchas culturas occidentales: usar bidé. Una práctica habitual en países como Japón, Italia o Argentina, pero aún exótica para millones de personas que dependen exclusivamente del papel. Para Pasricha, el cambio no es solo recomendable; es urgente.

Una ducha para lo más delicado

“Hay una manera más limpia”, afirma la doctora, y no lo dice a la ligera. En su vídeo, explica que el bidé no solo proporciona una limpieza más profunda, sino que reduce significativamente la carga bacteriana en el área anal y en las manos.

Cita como referencia un estudio realizado en 2022, en el que se compararon dos grupos: quienes usaban papel higiénico y quienes utilizaban bidé. El resultado fue contundente: los usuarios del bidé presentaron diez veces menos bacterias que quienes solo empleaban papel. Una diferencia demasiado importante como para ignorarla.

Pasricha no está sola en su cruzada. Cada vez más profesionales de la salud advierten que el papel no elimina por completo los residuos fecales y, en muchos casos, solo los esparce. Esto puede provocar desde irritaciones hasta infecciones recurrentes, especialmente en personas con patologías digestivas, hemorroides o sistema inmune debilitado.

Cuando el papel no basta

La doctora lanza otra advertencia: no todo papel es igual. “Como gastroenteróloga, me preocupan quienes usan papel de una sola capa en casa”, asegura. Ese tipo de papel, más fino y barato, se rompe con facilidad y ofrece una barrera mínima frente a las bacterias. Si no se va a cambiar de hábito, al menos insiste es preferible utilizar papel de doble capa, que reduce, aunque no elimina, el problema.

Pero incluso con el mejor papel, los riesgos siguen ahí. Lo que parece una limpieza eficaz puede dejar restos invisibles que se transfieren fácilmente a nuestras manos, y de ahí a nuestros objetos cotidianos: móviles, ropa, pomos de puerta, alimentos. Un paseo bacteriano con consecuencias que no siempre se ven, pero sí se sienten.

Una cultura del tabú

¿Por qué no usamos bidé si es más higiénico? La respuesta está, en parte, en la cultura. En países como Estados Unidos, el bidé ha sido visto históricamente como un artefacto extraño, innecesario o incluso asociado a estigmas sexuales. Solo recientemente, y en parte gracias a la pandemia y la escasez de papel, muchas personas comenzaron a cuestionarse su uso.

Pasricha aprovecha su plataforma para desmontar esos prejuicios. Para ella, hablar del bidé no es hablar de lujo, sino de salud pública. Lo recomienda a sus pacientes con infecciones urinarias recurrentes, con enfermedad inflamatoria intestinal o simplemente a quienes quieren mejorar su higiene sin agresiones ni químicos.

Una revolución en lo privado

Cambiar lo que hacemos en el baño no es sencillo. Es una de las rutinas más arraigadas, y también una de las menos cuestionadas. Pero la ciencia empieza a empujar con fuerza: hay otras formas, más efectivas, más saludables y más sostenibles.

El mensaje de la doctora Trisha Pasricha no es un dogma, sino una invitación: observar con lupa nuestras costumbres y preguntarnos si lo que hacemos por hábito es realmente lo mejor para nuestro cuerpo. Porque a veces, lo más revolucionario empieza por lo más íntimo.