Día Mundial de la salud digestiva

¿Cómo reparar la microbiota intestinal para evitar graves enfermedades?

La disbiosis es un problema en auge que está detrás de más de 300 patologías tanto a nivel físico como mental

Los alimentos de temporada deben ser prioritarios
Los alimentos de temporada deben ser prioritariosDREAMSTIMELA RAZÓN

«Somos lo que comemos». Es una frase tan manida como real, ya que una buena alimentación impacta en la salud. Y cada vez está más demostrado que la salud digestiva, cuyo Día Mundial se conmemora cada 29 de mayo, marca el buen funcionamiento del organismo. De hecho, está detrás del desarrollo de más de 300 enfermedades, tal y como confirma un estudio publicado en la revista científica «BMC Microbiology». «La microbiota está estrechamente relacionada con patologías como el intestino irritable, la enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa o la enfermedad hepática avanzada, aunque también puede desencadenar otras ajenas al aparato digestivo, como las cardiometabólicas o las autoinmunes», explica el doctor Francisco Guarner, experto de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).

En esta línea, Fani García, terapeuta holística y digestiva y autora del libro «Es tu tripa la que grita», hace hincapié en que «a nivel físico, además de nuestra función digestiva, veremos alterado nuestro descanso, pudiendo sufrir de insomnio, también sentiremos fatiga o cansancio constante, y en algunos casos problemas en la piel como brotes de acné, rosácea… A nivel mental, cuando hay problemas digestivos, lo más destacable será la niebla mental, pérdida de la capacidad de concentración y un aumento significativo de la ansiedad, los cambios de ánimo, la irritabilidad e, incluso, la depresión.

¿Cómo saber si está dañada nuestra microbiota?

La pregunta del millón pasa por saber cómo podemos descubrir si nuestra microbiota está dañada o no. «Generalmente, cuando empezamos a percatarnos de que nuestras digestiones no son todo lo naturales y funcionales que solían ser anteriormente, quizás una digestión más pesada, inflamación excesiva, estreñimiento, diarreas, exceso de gases… Podemos darnos cuenta de que la microbiota no está en equilibrio», advierte García. Sin embargo, tal y como detalla la experta, «en muchos casos, antes de que estos síntomas digestivos aparezcan, existen otras señales más sutiles que pueden hablarnos del estado de la microbiota, y que pasan desapercibidas. Entre ellas, un cansancio que no se repara durmiendo, mayor sensación de irritabilidad, ansiedad o sensación de neblina mental».

Para confirmar el diagnóstico de un problema en la microbiota intestinal hoy en día es posible contar con test específicos para valorar la presencia de sobrecrecimientos bacterianos, parásitos, hongos, etc. «Estos se pueden encontrar casi en cualquier laboratorio clínico. Lo importante en estos casos es acompañarnos de profesionales que trabajen con un enfoque integrativo, teniendo en cuenta todos los factores, tanto físicos como psicológicos, que pueden estar interfiriendo en la salud del paciente para así lograr mayor eficacia a largo plazo», aconseja García.

Si el diagnóstico revela que hay un problema, el tiempo necesario para reparar la microbiota será variable, «ya que es una comunidad de microorganismos vivos. Estamos expuestos constantemente a factores que alteran su composición, pero ésta dispone de mecanismos para restablecer el equilibrio. El problema viene cuando estos factores persisten y generan daños, por ejemplo, cuando vivimos situaciones de estrés prolongado o largas temporadas de mala alimentación. En estos casos es importante encontrar los factores que han dañado este equilibrio y restablecerlo. Por supuesto, no nos llevará el mismo tiempo recuperar un buen hábito alimenticio, que podríamos conseguirlo en pocos días, como bajar el nivel de estrés, por lo que esto determinará también el tiempo que necesitará la microbiota para reestablecerse», advierte García, quien hace hincapié en que «siempre será interesante valorar, dependiendo del caso, si es necesaria la prescripción de algún tratamiento o alimentación específica durante el proceso».

Menú a seguir

Alimentarnos en favor de nuestra salud digestiva «es más fácil de lo que pensamos, solo debemos priorizar alimentos frente a productos», confirma García. Y así lo ratifica el doctor Guarner, quien insiste en que «para tener una correcta microbiota, la mayoría de los alimentos que debemos ingerir deben ser de origen vegetal y no procesados porque, aunque este tipo de alimentos son más difíciles de digerir, se ha demostrado que tienen una relación directa con la diversidad de la microbiota intestinal».

En ese menú hay que normalizar «el consumo de probióticos, como el kéfir, el chucrut o la kombucha, que son solo algunos ejemplos que van a ayudar a mantener o mejorar la diversidad bacteriana», asegura García. Pero no es lo único, pues, aunque lo que comemos es el mayor condicionante para una adecuada microbiota intestinal, «existen otros factores que afectan y regulan su funcionamiento, como el consumo de medicamentos (especialmente los antibióticos), el descanso, hacer deporte o beber alcohol y fumar, entre otros», detalla el doctor Guarner.