
Día de la Mujer
El negocio de la menopausia: de tabú a reclamo comercial
El auge de la demanda social por parte de la mujer de tratamientos que mejoren los síntomas asociados a la misma y su bienestar ha dado lugar a toda una eclosión de productos, muchos sin eficacia científica demostrada

La menopausia ha pasado de ser un tema tabú a estar en boca de todos. Ahora esta etapa que toda mujer sufre, no solo ha «salido del armario» (pues antes se hacía en silencio), sino que relacionar cualquier producto con ella o sus síntomas es un reclamo comercial en auge. El problema es que muchos de ellos no siempre tienen eficacia científica probada.
Tanto es así que la proposición no de ley recién aprobada en el Congreso de los Diputados al respecto destaca, en su segundo punto, la importancia de «trasladar información sobre la falta de efectividad del consumo generalizado de cremas, pastillas y terapias alternativas y acientíficas, que exhiben sin ningún tipo de control la indicación para el tratamiento de los síntomas asociados a la menopausia, y posibilitar información sobre las posibles terapias que ayuden a mejorar la calidad de vida de las mujeres en esta etapa vital».
Porque, aunque hay quien dice que si fueran los hombres los que sufrieran toda la miríada de signos asociados al cese de la etapa reproductiva de la mujer hace mucho que existiría un tratamiento eficaz para los mismos, la realidad es que estamos lejos aún de contar con una solución, pese a lo cual la oferta de productos que se anuncian en farmacias, parafarmacias o herbolarios que aseguran paliarlos es casi infinita.
La cuestión radica en que su eficacia no es todo lo alta que sería deseable. Y la demanda es alta, por lo que, como decíamos este tipo de productos se han convertido en un nicho de mercado que todos quieren explotar. Porque, si atendemos a las cifras, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), casi cinco millones de españolas con edades entre los 45 y los 55 años se encuentran en el climaterio; una proporción muy alta que representa casi un 7,9% de la población total. Y de ellas, según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), el 25-30% tiene síntomas severos que alteran su vida, y el 90% sufre alguno en algún momento.
"Hay que regular y distinguir lo que es un suplemento sin evidencia de lo que es un tratamiento"
Además, una vez que se ha entrado en ella, las molestias pueden mantenerse desde cinco hasta 10 años después. Por eso, aunque su inicio, síntomas y evolución pueden variar mucho de unas mujeres a otras, la venta de productos que aseguran una mejoría se han multiplicado en los últimos tiempo convirtiéndose en éxito de ventas pese a los limitados efectos de muchos de ellos.
De hecho, y tal y como revela un reciente estudio llevado a cabo por el centro Dexeus Mujer –con el objetivo de evaluar el impacto de la menopausia en la calidad de vida, así como conocer de primera mano cuál es la sintomatología y las preocupaciones de las mujeres en torno a la misma– una de las principales quejas es la falta de acompañamiento e información en cuanto a soluciones para muchos de los síntomas que, a menudo, se normalizan. Y no son pocos: sofocos, insomnio, dolor articular, sequedad vaginal, alteraciones psicológicas, disminución del deseo sexual, aumento de peso, cambios en la piel y la caída del cabello son algunos de ellos.
«Estoy de acuerdo con ese punto en gran parte, porque hay líneas que se anuncian como ‘‘no hormonal’’ o ‘‘naturales’’ y no tienen evidencia suficiente, –cuenta Jesús Presa, vocal de la junta directiva de la AEEM, sobre el punto 2 de la proposición no de ley aprobada–. Queremos que haya una regulación y se dé una información correcta a las mujeres y a los médicos. Porque, quizás por miedo a la terapia hormonal (TH), se acude a tratamientos». «Abogamos por que todo lo que lleve la etiqueta ‘‘menopausia’’ tenga evidencia científica. No es lícito que se ponga para vender más», añade Pluvio Coronado, portavoz de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) y presidente AEEM.

También coinciden en que, si bien la que sí que ha demostrado eficacia es la terapia hormonal cuando se pone con la pauta correcta, goza de una «mala prensa infundada» lo que ha llevado a que su consumo sea bajo: «Menos del 5% de las afectadas, por lo que no llegamos a una gran parte de la población bien por miedo o por falta de información», lamenta Presa. Otra realidad, o quizás derivada de lo anterior, es que un porcentaje muy alto de mujeres, cercano al 90%, preferiría abordar los síntomas del climaterio mediante un tratamiento natural y no invasivo, en lugar de optar por la medicalización.
En cualquier caso, y como apunta María Dolores Gómez Roig, jefa de Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, «un punto clave en este debate es la demanda social creciente por tratamientos que mejoren el bienestar y la clínica de la mujer en la menopausia. Cada vez más buscan soluciones más allá de la TH sintética estándar, debido a efectos secundarios, contraindicaciones o falta de individualización de los tratamientos tradicionales. En este contexto, las hormonas bioidénticas han ganado popularidad porque se perciben como una opción más fisiológica y mejor tolerada». Sin embargo, prosigue, la seguridad debe estar en primer plano. «El problema no radica en la existencia de tratamientos alternativos, sino en la falta de control en su prescripción y administración. Es crucial que cualquier terapia hormonal se administre bajo supervisión de especialistas, con los controles ginecológicos adecuados para prevenir o diagnosticar a tiempo posibles complicaciones», subraya.
¿Cuáles funcionan?
Pero vayamos a la práctica. Más allá de la TH, ¿cuáles son los tratamientos disponibles con efectos comprobados para los síntomas más comunes de la menopausia?
Según Presa, «en los naturales hay evidencia insuficiente. Esta es muy variable en los preparados de soja, por ejemplo. Algunos la tienen, pero no en todos su validez está demostrada. Además, están indicados para sintomatología leve o moderada. Hay cremas que se venden como respuesta completa, pero no es así, por eso hay que regular y distinguir lo que es un suplemento de un tratamiento, y que la gente sepa la eficacia que va a tener en sus síntomas».
Porque, además esta es limitada: «El porcentaje de mejora es difícil precisarlo, no sé cuanto puede mejorar los síntomas: de un 20% a un 50% de mejoría en los leves. Y hay que usarlos un mínimo 12 semanas para ver si hay respuesta», continúa Presa.
Una gran diferencia si lo comparamos con la terapia hormonal: «Con la TH la respuesta es más rápida, en entre una semana y un mes ya hay reducción de los síntomas. Y su eficacia es de más del 90% de mejoría de los mismos», asegura el experto.
Pero para aquellas mujeres que no quieran –o no puedan- usar la TH también hay alternativas con garantías, como la terapia no hormonal fezolinetant (Veoza), y ciertos compuestos naturales que han mostrado evidencia de leve a moderada. Tal es el caso de las isoflavonas o la cimicífuga racemosa, si bien hay que tener en cuenta que funcionan a partir de cierta dosis: «Tienen que tener más de 15 miligramos/día isoflavona genisteína. A partir de ahí tenemos evidencia. Y la cimicífug,a más de 40 miligramos /día. El extracto de polen también tiene efecto a partir de 160 miligramos. Hablamos de preparados farmacéuticos hechos ya», puntualiza Presa.
Por su parte Gómez Roig, que también es miembro de la comisión de seguros y prestaciones de Mutual Médica, señala como «eficaces», más allá de la TH, «las hormonas bioidénticas aprobadas (que son fármacos regulados con este tipo de hormonas); la terapia vaginal con estrógenos, que es eficaz y segura para la atrofia vulvovaginal; y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, que son medicamentos como fluoxetina y sertralina pueden ser útiles en mujeres que no pueden recibir TH». En cualquier caso para ella lo fundamental es que cualquier tratamiento sea evaluado y ajustado por especialistas en menopausia, «asegurando un enfoque personalizado».
Falta de financiación
Otro problema señalado por los expertos consultados por A TU SALUD es la falta de financiación, por parte del Servicios Nacional de Salud, de medicamentos que sí han demostrado eficacia en estudios científicos. «Echo de menos que en la proposición no de ley no se haya hablado de financiar tratamientos porque para la mujer que tenga esa necesidades no esta todo cubierto. Es como si vas a comprar una chaqueta y no hay la ‘M’. Si hablamos de equidad, la mayor parte de los que que cuenten con evidencia científica tiene que estar financiado», asegura Coronado.
Un claro ejemplo de esto es, por ejemplo, fezolinetant, el primer medicamento no hormonal aprobado desde el año pasado y eficaz para los sofocos, que vale 70 euros (y se espera que llegue en breve otro, elinzanetant, un inhibidor de la neuroquinina). Tampoco se financia Bijuba, otro fármaco con hormonas bioidenticas (un estrógeno y un progestágeno), aunque sí se financian otros en parche y pastillas que las incluyen en su composición, pero por separado.
«En lugar de un enfoque dicotómico (TH vs tratamientos alternativos), la discusión debe centrarse en cómo garantizar que todas las opciones sean seguras, eficaces y personalizadas. La clave no es demonizar estos tratamientos, sino asegurar que cualquier intervención médica se realice bajo criterios clínicos rigurosos y con la debida supervisión ginecológica», concluye Gómez Roig.
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