Tecnología
¿El primer móvil en Reyes? Cómo evitar su adicción y sus secuelas
Un uso excesivo puede causar depresión, irritabilidad y obesidad, pero también hacer que se sientan aceptados
- «El 50% de los niños de tres años tiene los pies planos, y el 95% se corrige sin ayuda»
- Desmienten que el uso de oxitocina mejore las habilidades sociales de niños con autismo [[LINK:INTERNO|||Article|||655736a02670b0e4d20ee4e4|||]]
Es que todos mis amigos tienen móvil menos yo». Es la frase que usan muchos adolescentes para lograrlo. Y por la que muchos Reyes Magos han traído este año el dispositivo que va a traer importantes quebraderos de cabeza a los padres.
Pero, antes de sentir culpa de haber dejado que este aparato se cuele en la carta a sus majestades de Oriente, sepa que los beneficios superan a los riesgos para la mayor parte de la población, según el informe «Impacto del aumento del uso de internet y las redes sociales en la salud mental de jóvenes y adolescentes», elaborado por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (Ontsi), adscrito al Ministerio de Asuntos Económicos. Y, en segundo lugar, que algunos problemas detectados en menores y jóvenes se dan como consecuencia de patologías ya existentes.
Ahora bien, eso no es ningún consuelo para un progenitor. Así que vayamos por partes. El móvil ya está aquí, ¿cuántas horas deberían verlo como máximo? Depende de la edad.
La OMS recomienda evitar exponer a los menores de dos años a las pantallas. De tres a cuatro años, no más deuna hora al día y «cuanto menos mejor». Y entre cinco y 17 años, este organismo aconseja no estar más de dos horas viendo pantallas.
Sin embargo, cada vez pasan más tiempo frente a ellas y menos haciendo ejercicio. Así, según el estudio «De Alpha a Zeta, educando a las generaciones digitales» de Qustodio, los jóvenes pasan una media de cuatro horas diarias conectados.
En España, los niños y adolescentes de entre ocho y 16 años dedicaron 20 minutos más entresemana al uso de pantallas en 2022 con respecto a 2021, mientras que redujeron en casi siete minutos el tiempo dedicado a hacer deporte cada día respecto a 2019, según el estudio «Pasos 2022» elaborado por la Fundación Gasol.
Y lo preocupante es que la tendencia es ascendente: en 2019 los menores usaban menos tiempo los dispositivos electrónicos que en 2022: 21 minutos menos entresemana y 12 menos los fines de semana.
Un aspecto que también refleja el documento de Ontsi: el 44,6% de estudiantes reconoce que las pantallas les quitan tiempo de estudio, otros que han dejado el deporte y un 12,9% que han reducido el tiempo dedicado a salidas culturales.
Además, este estudio recoge que un 9,4% de los estudiantes afirma que pasa menos tiempo con sus amistades y un 26% está bastante o mucho tiempo solo desde que usa dispositivos tecnológicos.
Algo de lo que ya alertaron años atrás investigadores de la Politécnica de Madrid y de la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo al confirmar que el uso compulsivo de móviles no solo no mejora las relaciones sociales, sino que puede hacer que uno tenga menos amigos y más estrés.
Por eso es importante establecer unos horarios, una rutina que evite que pasen demasiado tiempo conectados. En este sentido, los expertos recomiendan contratar tarifas de datos en vez de las de datos ilimitadas para que los menores sean conscientes de que no tienen barra libre de contenidos.
También es importante evitar que se vayan con el móvil a la cama. Un correcto descanso en niños y adolescentes es importante no solo para que al día siguiente puedan rendir bien, sino para que su cerebro madure.
Sin embargo, según la Sociedad Europea del Sueño, el 76% de los adolescentes usa el móvil en la cama antes de dormir; un 86% duerme con el móvil pegado, y un 37% admite perder el sueño por las alertas de redes sociales que reciben.
Además, según un estudio de ISGlobal, los adolescentes que usan más los teléfonos tienen peor calidad del sueño y un sueño más fragmentado que el resto.
Y como duermen menos comen más, lo que, unido a la falta de ejercicio, incrementa los riesgos de que los adolescentes sufran sobrepeso. Algo de lo que ya advirtió la Sociedad Valenciana de Pediatría años atrás: «El uso en exceso de dispositivos móviles incrementa el riesgo de obesidad en niños y las posibilidades de padecer otras enfermedades vinculadas a esta patología».
Por eso los padres tienen la responsabilidad de guiar a los hijos en el uso de la tecnología y establecer límites. El tiempo de uso dedicado a los dispositivos es uno de esos límites. Y no es un asunto baladí. Los jóvenes adictos al móvil tienen más riesgo desufrir depresión y soledad en el futuro, según un estudio de la Universidad de Arizona (EE UU).
Además, el uso excesivo de pantallas aumenta la miopía en niños y hace que se vuelvan más irritables. También puede ser un síntoma de adicción. Un informe de Common Sense Media señala que el 50% de los jóvenes estadounidenses es adicto a su smartphone. Irritabilidad, patrón de sueño alterado o disminución del rendimiento y la capacidad de atención y concentración son algunas de las consecuencias de esta adicción sin sustancia que, como sucede con la adicción al juego, provoca cambios neurofisiológicos.
Por eso, es importante que los padres «promuevan una aproximación consciente y crítica al uso del mismo. Dar buen ejemplo es primordial. Además, es importante establecer algunas pautas en el ámbito familiar como, por ejemplo, establecer franjas horarias sin móvil en la familia o implantar el hábito de hacer una autosupervisión del tipo y tiempo de uso realizado con el dispositivo. Los móviles traen de serie una funcionalidad que facilita esa información detallada», incide Jorge Flores, fundador y director de Pantallas Amigas.
«Debemos prestar atención especial si el uso del móvil afecta de forma negativay notable a su relación con los miembros de la familia o sus amistades, a sushábitos de sueño o alimentación o al cumplimiento de sus obligaciones académicas. También es un síntoma a considerar que la ausencia del móvil o su privación sea vivida con frustración desproporcionada o incluso violencia», añade este experto, que recomienda a los padres «prescindir del móvil en determinados momentos, especialmente en la mesa. También es muy útil fijar una hora de “apagado” de los móviles que no coincida necesariamente con la de acostarnos e impedir que las notificaciones marquen nuestras prioridades». Por último, aconseja «prestar atención a nuestro interlocutor y evitar mirar la pantalla cuando nos están hablando y evidenciar que no es necesario compartir cada momento de nuestra vida».
En cuanto a la edad del primer móvil, «salvo que los padres sean muy competentes a la hora de saber acompañar a su hijo en este proceso y le vayan a dedicar mucho tiempo, antes de los 13 en la mayoría de las ocasiones podemos pensar que no es adecuado», incide Flores.
Ahora bien, «no hay un estudio delimitado de la edad en la que debería empezarse a manejar un móvil. Se habla de la edad en la que sean capaces de tomar decisiones de forma autónoma, en torno a los 10, 11 o 12 años. Sin embargo, las estadísticas nos dicen que empiezan a tenerlo a los 8 o antes, lo cual es muy pronto, y en realidad no sabemos qué repercusiones va a tener», añade Guillermo Fouce, doctor en Psicología, profesor en la UCM y presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras.
Pero, ¿a qué edad no dejarle tener móvil puede suponer un aislamiento? «A aquella en la que en su grupo de iguales la comunicación predominante se produzca por mensajería instantánea, tipo WhatsApp», afirma Flores. Ahora bien, «hay alternativas al móvil en propiedad que pueden suplir esa carencia en algunos casos y, por otro lado, se puede pedir al grupo que tengan en cuenta las condiciones particulares de sus integrantes», añade.
Con las nuevas tecnologías «hay más sentimiento de aceptación porque hay más likes, más posibilidad de relacionarse con otros, pero hay que ver el tipo de relaciones y la calidad, porque muchas son superficiales», incide Fouce, que reconoce que, en general, el móvil tiene «más beneficios que riesgos, pero sobre todo es inevitable. No se puede crear analfabetos digitales, por lo que hay que educar en su uso: limitando los tiempos, evitando los fenómenos de atracón, por un día, hoy que yo tengo lío... Uno tiene que preocuparse por saber qué está haciendo el niño con el móvil, hay que preguntar, estar encima».
Y si su hijo es pequeño y/o no le han traído el móvil los Reyes Magos, recuerde que expertos como Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y autor de «Understanding Your Child’s Brain» («Comprendiendo el cerebro de sus hijos»), recomiendan a los padres no tener Apps en su teléfono móvil ni en su tableta para ellos, ya que estar en contacto habitual con las pantallas les hace estar más irritables y tener peor atención, memoria y concentración que aquellos que no los utilizan, asegura. Las aplicaciones, según Bilbao, pueden hacer que el niño pierda interés en otras actividades que son más beneficiosas para su desarrollo.
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