Investigación

Por qué dormir nos ayuda a «resetear» el cerebro

Las funciones que el organismo cumple durante el sueño son muchas y muy importantes, como limpiar la mente de toxinas, de lo que se encarga el aún «desconocido» sistema glinfático

Dormir bien
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El sueño es clave en nuestras rutinas diarias, hasta el punto de ocupar la tercera parte de nuestra vida. En contra de lo que algunos piensan, no es ni de lejos un tiempo perdido, ni en términos de funcionamiento del cuerpo, un tiempo de inactividad. Las funciones que el organismo cumple durante el sueño son muchas y muy importantes.

De su calidad y cantidad depende nuestra supervivencia, tanto como del agua y del alimento. Es importante para muchas funciones cerebrales y para prácticamente todos los tejidos que forman el organismo (en el corazón, pulmones, metabolismo, sistema inmunológico), pero es que además se ha descubierto recientemente que durante el sueño se eliminan del cerebro toxinas que se acumulan mientras estamos despiertos.

En un reciente estudio, presentado en el congreso de la Academia Europea de Neurología (EAN), celebrado en Budapest (Hungría), un equipo de expertos de varios países presentó los últimos hallazgos sobre este asunto, en una sesión que la propia organización presentaba bajo el ilustrativo título «Barremos mientras dormimos».

El simposio contó con especialistas como Natalie Beschorner, del Centro de Neuromedicina Traslacional de Copenhague (Dinamarca), que ha descrito el funcionamiento del sistema glinfático humano. Es un conjunto de conductos que se encarga de limpiar el cerebro de desechos. Está activo durante el sueño, al dormir (sobre todo si lo hacemos sobre un costado), también lo estimula el ejercicio físico, y su funcionamiento se deteriora con el envejecimiento, tal como han descrito los investigadores María Toriello, Vicente González-Quintanilla y Julio Pascual, del servicio de neurología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, la Universidad de Cantabria y el instituto de investigación Idival, respectivamente, en la revista «Medicina Clínica».

Hasta hace solo unos diez años, los científicos pensaban que el cerebro, que está aislado del resto del organismo para su propia protección, carecía de sistema linfático (el que lleva los glóbulos blancos de unas partes del cuerpo para defendernos de las infecciones y eliminar residuos). La realidad es que cuenta con un sistema propio. Ese es el sistema glinfático.

Beschorner explica que se pensaba que a diferencia de otros órganos el cerebro, con una intensa actividad metabólica (reacciones químicas) no contaba con un sistema de linfático. Al menos no en el sentido clásico de la palabra. Es algo que había intrigado a los científicos desde siempre. El enigma se resolvió con el descubrimiento del sistema glinfático.

Las técnicas de obtención de imágenes han permitido esbozar un mapa del sistema, tal y como ha explicó la investigadora holandesa Lydiane Hirschler, del Centro Médico de la Universidad de Leiden (Holanda) en la reunión de Budapest. No es una tarea fácil, porque el sistema se pone en marcha sobre todo por la noche, así que realizar las pruebas en personas se complica. Los científicos están analizando muestras de líquido cefalorraquídeo que fluye en el cerebro y la médula espinal para observar el sistema de forma indirecta, combinando esos datos con imágenes de resonancia magnética y vasos sanguíneos para estudiarlo.

En su intervención Hirschler, apuntaba que quizá sea posible modificar la actividad del sistema glinfático, lo cual de cara al futuro sería una posibilidad para tratar alteraciones del sueño y la salud del cerebro.

En el trabajo de los investigadores cántabros en «Medicina Clínica», se recuerda que «probablemente» el sistema glinfático interviene de forma decisiva en el origen de enfermedades neurológicas como las degenerativas (demencia y alzhéimer), desmielinizantes (esclerosis múltiple), hidrocefalia (acumulación de líquido cefalorraquídeo en el cerebro), ictus (infarto cerebral) y algunas formas de cefalea. También ellos están convencidos de que «la descripción de este sistema debería conllevar nuevas posibilidades de tratamiento para estas enfermedades».

Dormirse nada más tocar la almohada es un privilegio solo de unos pocos.
Dormirse nada más tocar la almohada es un privilegio solo de unos pocos.PIXABAY

Rolf Fronczek, responsable del comité científico del congreso de la Academia Europea de Neurología, profundizó en los aspectos relacionados con la práctica clínica. Sobre todo ha hablado de la limpieza de residuos que se lleva a cabo en el sistema glinfático. Como este se activa al dormir, este experto razona que la falta de descanso nocturno puede acarrear la acumulación de proteínas perniciosas en el cerebro. Una de las cuestiones sobre las que ha llamado la atención el neurólogo es la relación «poco conocida» entre el ictus y el sueño. Una cuestión que considera «intrigante» es que la calidad del descanso nocturno después de un infarto cerebral puede ser un indicio de cómo serán los resultados de la terapia. A mejor descanso, más eficacia.

Entre los abundantes estudios sobre esa relación figura un trabajo firmado por investigadores españoles de las unidades de sueño y salud neurovascular del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona) en la revista científica «Neurología». Ellos plantean que los trastornos del sueño se ven, cada vez más, como un problema relacionado con el ictus. No se trata únicamente de que sea un factor de riesgo. Estas alteraciones pueden interferir en los resultados terapéuticos y la recuperación de los pacientes que han sufrido un ictus, escriben.

Sobre cómo conocer los mecanismos que se ponen en marcha durante el descanso puede ayudar a tratar diversas enfermedades ha hablado también ante los especialistas europeos Dario Arnaldi, de la Universidad de Génova (Italia). El experto ha explicado la relación entre la limpieza del cerebro y los procesos neurodegenerativos.

Existen diversos biomarcadores (indicadores que pueden medirse con pruebas médicas) que muestran la calidad del sueño y, a su modo de ver, deberían estudiarse en los pacientes para obtener una información más completa sobre su estado neurológico. Un médico debería evaluar, y tener en cuenta, la calidad del descanso de sus pacientes para que el tratamiento sea lo más eficaz posible.

Por otra parte, también se están estudiando terapias para el control de sueño con el objetivo de ralentizar la progresión de las enfermedades neurodegenerativas.

La idea que planeó sobre toda la sesión es que la estrecha relación entre el descanso nocturno y el sistema de limpieza del cerebro puede ser una forma eficaz de manejar diversas enfermedades neurológicas. De acuerdo con los organizadores, «en cierto modo es sorprendente que la limpieza del cerebro no solamente esté relacionada con la neurodegeneración, sino que de hecho desempeñe un papel tan importante en muchas otras enfermedades del cerebro».

Los trastornos del sueño se han visto tradicionalmente como síntomas de enfermedades de este tipo, tales como párkinson, alzhéimer o Huntington. Lo que se ha comprobado en numerosas investigaciones recientes es que, además, los ciclos del sueño tienen efectos en la progresión de estas enfermedades. En uno de los trabajos en este campo, publicado en la revista «Frontiers in Neuroscience», investigadores de las universidades de Tsukuba (Japón) y Harvard (EE UU), escriben: «Esta relación bidireccional entre la neurodegeneración y el sueño ofrece inmensas oportunidades para el desarrollo de nuevos tratamientos para estas enfermedades».

Consejos prácticos

Mientras sigue activa la investigación para modular la actividad del sistema glinfático y mejorar la salud cerebral, algunos consejos prácticos avalados por las sociedades científicas para conseguir un mejor descanso nocturno incluyen establecer un horario fijo para irse a la cama y levantarse todos los días; practicar ejercicio físico entre 20 y 30 minutos al día (pero no en las horas anteriores a la de irse a dormir); evitar la cafeína, el alcohol y la nicotina en las últimas horas del día; hacer algo que nos relaje un rato antes de acostarnos (un baño tibio, leer o cualquier otra actividad que tenga ese efecto en nosotros); crear un espacio adecuado para descansar (sin luces brillantes ni sonidos estridentes, con una temperatura agradable, evitando ver la televisión o usar el ordenador en ese espacio). También indican que no es buena idea mantenerse despierto en la cama. Si uno no consigue conciliar el sueño, es mejor hacer alguna otra cosa, como leer o escuchar música, hasta sentirse cansado.

En cualquier caso, si tenemos problemas para dormir o nos sentimos muy cansados durante el día, el mejor consejo es que acudamos al médico, porque de hecho la mayor parte de las alteraciones del sueño pueden tratarse de forma eficaz.