Subutilizado
¿Qué información esconde la placenta?
Los patólogos piden no desechar la placenta después del parto
La mayoría de las placentas se descartan tras el parto, pese a que debería ser una parte rutinaria de la atención obstétrica y neonatal, tal y como sostiene un equipo de médicos patólogos en un artículo publicado en "Trends in Molecular Medicine".
Esto explica que la patología placentaria esté subutilizada clínicamente, cuando merecería más atención por parte de investigadores. "Las placentas no deberían considerarse un tejido de desecho", afirma la autora principal, la doctora Mana Parast, profesora de patología en la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego. Pero, ¿por qué? ¿Qué información valiosa esconde o puede esconder este tejido?
La placenta humana es fundamental para el intercambio de nutrientes y oxígeno al feto en crecimiento y para la eliminación de desechos de su sangre, como el dióxido de carbono, la urea y la bilirrubina.
Otra función importante que cumple la placenta es la secreción de hormonas que afectan tanto a la gestante como al feto.
Además, también resulta crucial para velar por la función endocrina, ya que si esta función falla puede desencadenar patologías como la preeclampsia y el retraso en el crecimiento intrauterino. Y también actúa como una barrera protectora, frente a virus y bacterias que podría provocar una infección en el feto.
Surge a partir de las mismas células que dieron origen al embrión y “no solo pueden enseñarnos mucho sobre lo que salió mal en un embarazo, sino que también nos brindan información sobre embarazos posteriores para la salud de la embarazada y del bebé”, responde la doctora Parast.
Si la placenta se enferma, puede afectar a la madre como a la descendencia, tanto durante el embarazo como más adelante en la vida. En su forma más grave, la patología placentaria puede causar mortinatos; es decir, que el feto muera en el útero en las últimas 20 semanas del embarazo.
Este es el escenario médico en el que las placentas se examinan clínicamente con mayor frecuencia. Sin embargo, diferentes tipos de patología placentaria también se asocian con un tamaño pequeño al nacer y problemas neurológicos en los bebés, y con hipertensión (preeclampsia) y otros problemas cardiovasculares en los padres.
"La patología placentaria puede identificar no solo la causa de un resultado adverso en el bebé, sino también por qué le sucedió algo a la madre y qué significa eso para su salud en el futuro", dice Parast en un comunicado.
"Por ejemplo, estamos descubriendo que una lesión particular en la placenta llamada arteriopatía decidual es potencialmente un marcador de enfermedad cardiovascular futura en las mujeres, y otras lesiones pueden indicar si es probable que la preeclampsia o la muerte fetal sucedan en embarazos posteriores", añade.
El examen de la placenta de los bebés prematuros también puede brindar información sobre su atención inmediata al ayudar a detectar infecciones fúngicas que de otro modo tardarían días en identificarse.
“Los bebés prematuros que van a la unidad de cuidados intensivos neonatales suelen recibir antibióticos antimicrobianos para prevenir infecciones bacterianas que puedan haberse instalado, porque los bebés prematuros no tienen un sistema inmunológico muy bueno, pero no se les administran antimicóticos”, dice Parast.
“El cultivo de sangre para detectar infecciones fúngicas lleva unos días, pero si examinamos rápidamente las placentas de los bebés prematuros en busca de signos de infección fúngica, podemos alertar de inmediato al equipo de la UCI para que añada un antimicótico al régimen”, explica.
Y a pesar de toda la información que proporcionan, las placentas no se utilizan lo suficiente en la práctica clínica. Para empezar a remediarlo, los investigadores sugieren en este estudio que los médicos comiencen por incorporar la patología placentaria en la atención de los embarazos complicados.
Además, "la incorporación de evaluaciones placentarias en los ensayos clínicos en curso proporcionará aún más información sobre cómo se relacionan las diferentes lesiones placentarias con la salud actual y futura de los pacientes, y la fisiopatología subyacente detrás de estas lesiones”, dice Parast.
“Si la patología placentaria no se incorpora en estos ensayos, es como si se realizara un ensayo sobre el cáncer sin patología: simplemente estarían conduciendo a ciegas”, añade.
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