Opinión
La realidad con filtros
La doctora Marta Garay expone su preocupación por la obsesión con el aspecto físico tan presente en la sociedad actual
Vivimos en una sociedad completamente obsesionada con el aspecto físico de la gente, en la que hasta un 40% de la población se ha sometido a lo largo de su vida a algún tratamiento médico estético.
El trastorno dismórfico corporal (dismorfofobia) es un trastorno obsesivo compulsivo basado en la preocupación excesiva por un defecto real o imaginado percibido en las características físicas propias. Es una enfermedad recogida en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en 1987, aunque fue descrita por primera vez años antes.
Querer cuidarse y sentirse bien por fuera y por dentro es algo que el ser humano ha buscado a lo largo de su historia, ya que se trata de una manera de expresarnos y relacionarnos con lo que nos rodea.
Actualmente hay que añadir un factor agravante: las redes sociales. Gracias a los filtros hemos ido creando una realidad paralela en la que vivimos de manera simultánea.
El problema comienza con los jóvenes, quienes comparan la realidad que refleja el espejo con la imagen que aparece en sus perfiles de Instagram.
Esa distorsión de la realidad tiene como consecuencia que multitud de jóvenes acudan a consulta en busca de una realidad que no existe, lo cual los lleva a experimentar altos niveles de frustración.
La distorsión y el rechazo de nuestro aspecto físico tiene consecuencias como el aislamiento social, la depresión mayor e incluso, el suicidio.
En los últimos años el porcentaje de pacientes que están siendo diagnosticados con dismorfofobia se ha disparado, siendo la única solución la instauración de medidas para que las generaciones más jóvenes comiencen a aceptar la realidad de lo que son, y no de lo que aspiran a ser.
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