Entrevista

«La súper especialización en cáncer de próstata nos permite curar a cada paciente con lo que necesita»

Entrevista al doctor Guillermo de Andrés Boville, especialista del Área del Cáncer de Próstata del Cancer Center Clínica Universidad de Navarra

Guillermo de Andrés Boville
Guillermo de Andrés BovilleJESÚS G FERIAJESÚS G FERIA

Joven, pero sobradamente preparado, la trayectoria del doctor Guillermo de Andrés Boville demuestra que la vocación y el esfuerzo suman un potencial imparable. Urólogo especializado en cáncer de próstata, con experiencia dentro y fuera de nuestro país, forma parte del Área del Cáncer de Próstata del Cancer Center Clínica Universidad de Navarra, el primero en España que ofrece todo el arsenal diagnóstico y terapéutico para el manejo de la patología benigna y maligna de la próstata, la más común entre los varones. A las buenas herramientas con las que cuenta y al conocimiento que atesora, el doctor De Andrés suma grandes dosis de empatía y de humanidad, dos características que hacen que el buen profesional se convierta en un excelente médico, sobre todo cuando toca lidiar con la palabra cáncer.

, el primero en España que ofrece todo el arsenal diagnóstico y terapéutico para el manejo de la patología benigna y maligna de la próstata, la más común entre los varones. A las buenas herramientas con las que cuenta y al conocimiento que atesora, el doctor De Andrés suma grandes dosis de empatía y de humanidad, dos características que hacen que el buen profesional se convierta en un excelente médico, sobre todo cuando toca lidiar con la palabra cáncer.

El tumor de próstata es el más frecuente en varones. ¿Qué cifras se manejan en España?

En términos absolutos, los últimos datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) apuntan a que unos 29.000 hombres serían diagnosticados con cáncer de próstata durante 2023. A nivel mundial, se estima que uno de cada ocho varones sufrirá esta enfermedad a lo largo de su vida.

¿La tendencia es al alza?

Aunque la incidencia va aumentando, se mantiene en una línea estable, pero es lógico que con la mayor esperanza de vida y con el incremento de la concienciación se detecten con mayor frecuencia, a pesar de que no exista por protocolo un screening poblacional.

Parte de esa anticipación está en el empleo del PSA, el antígeno prostático específico, a pesar de que la comunidad científica en alguna ocasión lo ha puesto en entredicho. ¿A qué se debe?

El PSA es un antígeno que produce la próstata y que se ve en sangre. Es muy sensible y resulta útil para detectar un tumor, pero es cierto que es muy poco específico, por lo que la alarma de un PSA elevado no tiene por qué significar tener cáncer. Sin embargo, es la mejor herramienta predictiva que tenemos por el momento para anticiparnos al cáncer y para hacer un seguimiento eficaz y monitorizado del proceso, con lo que eso implica en la supervivencia y en la calidad de vida de los pacientes.

De hecho, el pronóstico en la mayoría de casos resulta alentador, ¿verdad?

En general, si se detecta a tiempo la predicción es muy buena y tiene solución. Las estadísticas nos confirman que la supervivencia a largo plazo de los pacientes con este tumor está por encima del 90%, aunque sabemos que hay un pequeño perfil de hombres con neoplasias muy agresivas que se nos pueden escapar a esa curación.

¿Cuál es la clave del éxito?

Creo que, además de ese diagnóstico precoz, la llave está en acudir a profesionales que tengan experiencia específica en cáncer de próstata, porque la súper especialización es lo que marcará la diferencia, ya que nos permite curar a cada paciente con lo que realmente necesita, haciendo un traje a medida con las diferentes alternativas terapéuticas y en función de sus miedos y necesidades.

Forma parte del Centro de Próstata de la Clínica Universidad de Navarra. ¿Qué ventajas aporta la visión multidisciplinar?

Los beneficios para el paciente son notables, pero también para los profesionales, ya que si hay varios ojos con experiencia que analizan un mismo caso se puede hacer un abordaje a corto y medio plazo mucho más eficaz. Abogamos por una medicina personalizada fundamentada en la tecnología diagnóstica y terapéutica más avanzada, de la mano de un equipo de profesionales con una alta experiencia en su manejo. Además, uno de los objetivos es la medición de los resultados de la calidad de vida del paciente, lo que nos permite conocer sus necesidades e ir mejorando.

¿Se hace un abordaje integral?

Eso es, hablamos de un abordaje multidisciplinar centrado en el paciente y en sus necesidades, acompañado de un equipo de enfermería altamente especializado, pero también con el acompañamiento psicológico cuando es necesario. Hay que pensar en el presente y en el futuro de esa persona y orientarle en el camino que tiene por delante, porque la palabra cáncer todavía da mucho vértigo.

¿Cómo ha evolucionado el tratamiento en los últimos años?

En la última década el escenario ha cambiado totalmente. Hemos pasado de hacer «sota, caballo y rey» con la prostatectomía radical a tener un abanico de posibilidades muy abierto, lo que nos permite dar a cada paciente lo que es mejor para él.

¿Qué avances se han logrado?

Han llegado sobre todo en tres campos: por un lado, en cirugía, que tiene unos resultados excelentes gracias al empleo de la robótica que, en manos expertas, logra minimizar al máximo las secuelas, como la incontinencia urinaria y la impotencia sexual. Si a eso le sumas un diagnóstico precoz, podemos optar por un abordaje conservador y alcanzar unos resultados funcionales muy buenos. En segundo lugar, la radioterapia ha avanzado mucho y ya consigue limitar el efecto de la radiación gracias a la braquiterapia y los protones. Y, en tercer lugar, hay avances tecnológicos que van de la mano de las mejoras que hemos hecho en el diagnóstico, como es la biopsia de fusión, que permite obtener un mapa bastante preciso de dónde hay tumor y dónde no, lo que nos lleva a desarrollar la denominada terapia focal, dejando el resto de la glándula libre de tratamiento y evitando las secuelas. Gracias a todo ello, la calidad de vida del paciente ha mejorado muchísimo.

¿La incontinencia urinaria y la impotencia siguen siendo los grandes tabúes?

Existe una mala percepción de la enfermedad, quizá por el abordaje más agresivo que se hacía hasta ahora y que derivaba en esas secuelas. Pero es importante dejar claro que a día de hoy pasar un cáncer de próstata no es sinónimo de tener esos efectos adversos.

¿Qué probabilidad hay de sufrir una recidiva?

Dependerá de la agresividad del tumor primario, pero, en general, después de la cirugía el riesgo es del 25%. Cuando esto ocurre también es posible buscar la curación, porque hay opciones. Influye si se ha detectado precozmente y si sabes dónde está la recurrencia.

En el cáncer de mama se ha logrado tener un conocimiento muy específico de las bases moleculares del tumor y actuar en función de eso con mayor éxito. ¿Llegaremos a ese escenario también en próstata?

En general, en medicina todo va hacia la personalización de los tratamientos, porque hacer a todos lo mismo ya sabemos que no siempre funciona. Sin embargo, vamos muy por detrás del cáncer de mama en cuanto al conocimiento de esas alteraciones genéticas que pueden marcar la diferencia en el tratamiento. Se están logrando avances, como el empleo del PET PSMA, que es una técnica de medicina nuclear que nos permite ver con niveles muy bajos de PSA dónde ha vuelto a aparecer la enfermedad tras una recaída, ofreciendo alternativas muy prometedoras.

¿Incluso cuando el tumor hace metástasis es posible convivir con la enfermedad?

Sí. Es posible tener muy buena calidad de vida durante muchos años si partimos de ese diagnóstico precoz. Pero incluso en personas a las que se les detectó ya diseminado pueden tener alternativas, porque este tumor tiene la ventaja de que responde muy bien a la terapia hormonal. Y ahí hay una serie de tratamientos en los que se ha avanzado muchísimo, pues cada vez son más precisos y con menos efectos secundarios, capaces de ofrecer muy buen pronóstico. La resistencia a esa castración cada vez aparece más tarde y, cuando llega, sigue habiendo alternativas, como la inmunoterapia o las terapias dirigidas.

¿Cuál cree que ha sido el gran avance de los últimos años?

Diría dos: el avance de la tecnología, capaz de minimizar al máximo las secuelas de los tratamientos, y las nuevas terapias hormonales. Ambos han cambiado el escenario del paciente avanzado, porque aumentan tanto la supervivencia como la calidad de vida.

¿Hasta el punto de cronificar la enfermedad?

Hemos llegado a cumplir el objetivo de cronificar la enfermedad en algunos pacientes, pero todavía hay mucho margen de mejora y para eso hay que aumentar el conocimiento de la enfermedad de la mano de la biología molecular. Dentro de nuestro centro de próstata estamos trabajando en ello.

¿Y qué avances llegarán a cercar a los tumores más complejos?

Las dos herramientas de futuro que cambiarán el manejo de la enfermedad serán las aplicaciones de la biología molecular y de la inteligencia artificial (IA). Pronto serán una realidad en la práctica clínica, lo que nos permitirá anticiparnos a esos tumores más agresivos.

Ahí es donde entra en juego la investigación...

Para nosotros es una pata imprescindible y por ello tenemos diferentes ensayos clínicos en marcha.

Si alguien se enfrenta a un nuevo diagnóstico, ¿hay esperanza?

Muchísima. Le diría que se ponga en buenas manos y que confíe, porque hay un arsenal terapéutico enorme a su favor.

¿Y a quienes se resisten a hacer revisiones urológicas?

Que no tengan miedo a ir al urólogo a partir de los 45, porque este cáncer no da síntomas y si se coge a tiempo tiene solución.