Belgrado
Serbia también fue un holocausto
«Al nacer el día», de Goran Paskaljevic, retrata el olvido de las víctimas en ese país
Misha Brankov es un entrañable profesor de música que acaba de jubilarse. Un día recibe una carta que le informa de que ha aparecido una caja que pertenecía a sus padres con una partitura inconclusa en el interior. Confiado en que se trata de un error y, a la vez, intrigado, acude al lugar donde apareció la caja. Allí descubrirá que sus padres no son los que él pensaba y que, además, es judío. Desolado tras darse cuenta de que sus progenitores habían sido asesinados por los nazis, emprende una cruzada para honrarlos a ellos y a otras víctimas del fascismo en ese campo de Belgrado a partir de la citada partitura sin terminar. En cierta forma, Misha Brankov es un álter ego del director de «Al nacer el día», Goran Paskaljevic, que construye en esta historia su personal alegato a favor de la memoria. «Serbia no ha honrado debidamente a las víctimas del nazismo. Tradicionalmente, ha sido un país antifascista, pero se ha hablado poco de las víctimas civiles. Este campo de concentración en el centro de Belgrado que aparece en la película es un lugar completamente abandonado. Me molesta mucho. Cada año van los políticos, dan sus discursos y colocan sus flores, pero nunca pasa nada», asegura. Su película no ha pasado desapercibida para algunos de sus compatriotas, que no han visto con buenos ojos la crítica velada a las autoridades del país. «Los ultranacionalistas me dicen que es una película antiserbia porque no he mostrado las víctimas serbias, lo que es una estupidez total. Por ello estoy más convencido de que hay que hacer este tipo de películas. Además, cada vez hay más jóvenes europeos que defienden la ideología nazi. Da bastante miedo», explica el realizador.
Renacimiento del odio
Así que, lejos de que la lección que quiere dar Paskaljevic remita únicamente al pasado, el director insiste en la necesidad de recordar para que, una y otra vez, no se repitan los errores del pasado. «Los gitanos son ahora un poco como los judíos de aquella época. Se los culpa de todo y no se han integrado bien en la sociedad. Sinceramente, no creo que eso sea sólo por su culpa», asegura. Originario de un país especialmente castigado por la guerra, Paskaljevic no olvida sus causas y, en circunstancias económicamente convulsas, teme un renacimiento del odio entre países. «En tiempos de crisis renacen los sentimientos nacionalistas porque es más fácil culpar a los demás de tus problemas. Es una estrategia que los políticos utilizan frecuentemente para conseguir el apoyo de los votantes». En este sentido, el cineasta habla del caso catalán, que, aunque reconoce que no conoce en profundidad, sí se atreve a extrapolar. «De la misma forma que defiendo una Europa unida, sólo veo desventajas en que sus estados miembros se separen», asegura. Y, después de tanta política, volvemos a la cultura, y a su papel fundamental en la memoria de las sociedades. «Pasará el tiempo y nos olvidaremos de Angela Merkel, pero no de Goethe. También de Sarkozy, pero nunca de Molière. No sé quién era el presidente español hace diez años, pero siempre recordaré a Cervantes. La cultura es una pieza fundamental de la memoria», termina.
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