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Caravana de mujeres en tiempos de feminismo
Manuel Gozalo lleva 25 años fletando autobuses con mujeres para tratar de «repoblar» así la España vaciada. Los últimos años han sufrido ataques de colectivos feministas, que critican que se trate como «ganado» a las chicas que participan. Ellas defienden que es como una aplicación para ligar
Juana no iba con intención de ligar cuando conoció a Pedro. Llevaba cinco años participando en la caravana de mujeres pero colaborando con la organización de los eventos, «no con pretensión de nada». Por eso, aquel día ni siquiera se arregló de forma especial; ella estaba a otras cosas. Era verano de 2015 y la caravana de mujeres, una iniciativa impulsada por un hombre de Villaverde, había recalado en Riaño, un pueblo leonés cerca ya de Asturias. «Al bajarme del autobús estaba allí la televisión holandesa y querían hacernos unas preguntas, aunque a las chicas les daba vergüenza, así que hablé yo. Pedro se acercó como un pájaro que se posa allí, por casualidad, y luego empezamos a hablar. Yo estaba haciendo fotos y vídeos a todos y él trató de conseguir mi teléfono con la excusa de que le mandara las imágenes. No quedamos hasta seis meses después. Y fíjate cómo es la vida: nos casamos en mayo de 2018 y soy la mujer más feliz del mundo porque es un hombre bueno». La pareja –de 59 años ella y 71 él– vive en Móstoles y, por cuestiones biológicas, no pudieron contribuir a esa «repoblación» rural que, según el ideólogo de estas excursiones, es el leitmotiv de la asociación de caravanas de mujeres (Asocamu). Se llama Manuel Gozalo, vive en Villaverde, es actor y ha hecho cameos en videoclips, anuncios y alguna película. Dice que no vive de esto porque apenas saca «300, 400 euros» por cada evento. Comenzó en verano de 1996 y ya ha organizado más de 700 caravanas por 500 pueblos de todo el territorio nacional (en algunos, han repetido), aunque ha notado un importante bajón desde la crisis y, especialmente, desde que el movimiento feminista se ha establecido en la sociedad. «Antes hacíamos hasta tres en un mes. Nos contrataban los ayuntamientos, pero ahora, como si lo hacen les critican, siempre que nos llaman son empresarios de restaurantes». Según explica en su web, «el éxodo rural, que empezó en España sobre los años 50 y que se incremento en 1960 y 1970 ha ocasionado una despoblación escandalosa en la inmensa mayoría de los más de 8.000 pueblos de toda España». Manuel critica las pocas ayudas que reciben los agricultores y ganaderos, las subvenciones de la Política Agraria Común y muestra su «preocupación» por «el alto índice de solteros» en las zonas más despobladas del país. Por eso, dice, organiza las caravanas, casi con ánimo altruista, con el único objetivo de «ayudar a esos solteros e intentar que formen nuevas familias». Aunque él se ha hecho prácticamente con el monopolio de esta suerte de «First Dates» más primitivo, realmente los «creadores» del concepto fueron los vecinos solteros de Plan, un pueblito del valle de Gistaín (Huesca) a los que, tras ver el western «Caravana de mujeres», dirigido por William A. Wellman en 1951, se les ocurrió la idea de fletar un autobús con «mozas casaderas». Fue el 7 de marzo de 1985, curiosamente, un día antes del Día internacional de la Mujer. Como no había internet, pusieron un anuncio en «El Heraldo de Aragón»: «Se necesitan mujeres de entre 20 y 40 años con fines matrimoniales para pueblo del Pirineo aragonés». Del encuentro salieron 40 parejas; muchas ahora con hijos, y ese es el fin que, defiende Manuel, tiene su proyecto. Presume de contar en su «base de datos» con los teléfonos de 2.500 mujeres que ya han probado una experiencia que «se difunde, básicamente, por el boca a boca».
La primera, a 6.000 pesetas
Propuso la idea a los amigos de su pueblo, Fuentesaúco de Fuentidueña (Segovia), en el verano de 1995. «Puse unos carteles por la zona de Aravaca, donde había muchas latinoamericanas trabajando, y tuve mucho éxito». Se apuntaron 46 solteros que pagaron 6.000 pesetas para sufragar los gastos del autobús y el cordero asado que Manuel encargó personalmente a un reputado carnicero de la zona. «Vinieron 40 mujeres, la mayoría latinas, menos seis o siete españolas y se puso el pueblo como el día de la fiesta», recuerda. Ante el éxito de la convocatoria, decidió crear la Asociación de Caravanas de Mujeres, aunque explica que, como él es actor, lo hizo «más por darme publicidad que por el tema económico». Para participar, hay que afiliarse en la web de Asocamu y, en el momento en que le llame algún empresario para a organizar una, él se encarga de avisar a los participantes vía WhatsApp. Al menos, siguen haciendo una al mes. «De Madrid tengo apuntados a 150 solteros», sostiene este pionero de las aplicaciones para ligar y que conoció a su mujer, Venecia Alcántara, en una de estas caravanas. «Fue en la tercera que organicé, en Peñafiel. Me dio el teléfono y pensé, esta me ha engañado porque nunca había escuchado ese nombre. La llamé al día siguiente y sí que estaba ahí». Desde entonces, además de amor, Venecia comparte con él los preparativos de los eventos, recluta a chicas y reconoce ser la creadora del peculiar test que hay que rellenar en el apartado «Busco pareja» de la web, donde se debe contestar a una serie de preguntas para ver la compatibilidad con otros candidatos. Algunas son bastante previsibles, como la edad, color de ojos o hábitos de tabaco y alcohol. Otras, más surrealistas, como: «¿Cierra el tapón de la ducha después de ducharse?» o «¿Cuelga la ropa al acostarse?», porque Venecia sabe que esos pequeños detalles pueden generar conflicto en una convivencia. Aunque a ellos les ha ido bien, la pareja se sincera sobre el porcentaje de éxito de las caravanas. «Salen muchos ligues de un día, eso sí. Parejas formales habrán surgido unas 140 en todos estos años. Si hemos hecho 700 caravanas, sale a una media de una pareja por cada dos excursiones». Aunque insisten en que la iniciativa no tiene por qué ser machista, hay un clásico: el precio no es el mismo para todos los participantes. A las mujeres les sale a 20 euros con autocar, comida y cena incluida. «Los solteros pagan más, por eso dicen las feministas que no hay igualdad: 25 si van con su coche y 30 si lo hacen en autobús».
«No somos ganado»
Manuel explica que han tenido problemas con varios colectivos feministas en un par de ocasiones, en Mérida (Badajoz) y Pedro Muñoz (Ciudad Real). En una ocasión les pintaron el autobús con una proclama inequívoca: «No somos ganado». Venecia, lejos de interpretar lo que decía el colectivo, tiene su propia opinión: «Yo digo que había campaña (electoral) y querían hacerse oír. Sencillamente». «Lo ven como si fuera machista y es un encuentro entre solteros trasladado a un pueblo. Se hace una cena, un baile... ¿Eso qué? Eso no es machismo. Las chicas van porque les gusta. Se lo pasan bien, conocen muchos lugares de España, su cultura, y hacen amigos, ¿entiendes? Y por un precio módico, porque tú vete a una excursión por 20 euros». Pero, ¿qué perfil de mujeres y hombres suelen apuntarse a estos eventos? La pareja difiere. Manolo dice que son, en su mayoría, de origen latinoamericano, y de entre 30-45 años ellas y hasta 65 ellos». Venecia tuerce el gesto y zanja: «Vamos a dejarlo en una media de 45 las mujeres. Pero los hombres a veces son de más de 70». La idea de repoblar queda, por tanto, algo difuminada aunque el amor, está claro, siempre puede surgir. Ellos han visto a muchas parejas fructificar y han ido a la boda de varios, ya que han hecho las veces de «celestina». Por eso, explica Manuel, además del «repoblator» también le han apodado «El cupido de Villaverde». Eso sí, como todas las parejas, no siempre llegan a buen puerto. El responsable de Asocamu reconoce que «más o menos un 40 por ciento se acaban separando». Así que, si quiere probar suerte, la siguiente será en Calzadilla de Cueza (Palencia).
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