Sociedad
La familia bien, gracias
Llevamos más de un mes escuchando que todos viajamos en el mismo barco. Esto es cierto hasta un punto; los camarotes tienen distintas dimensiones, lo cual hace muy diferente cada cuarentena
Esta semana por fin, después de más de un mes desde que decretara el estado de alarma, el Gobierno ha encargado a la Asociación Española de Pediatría que se encargue de reunir a un equipo de expertos para planear cómo se puede desconfinar a los niños con garantías de seguridad. Así, con toda la calma. Mientras en la gran mayoría de países de nuestro entorno europeo los menores pueden seguir saliendo a pasear con sus padres, en España siguen siendo persona non grata en nuestras calles. Los perros salen cada día con sus dueños y los pequeños miran desde la ventana. Todo un despropósito que ha llevado a más de un progenitor desesperado a preguntarse por qué no se recurre al viejo truco de los periódicos en la esquina de la cocina para que las mascotas hagan sus necesidades y así dejen de ponernos los dientes largos al resto.
Se mire como se mire, lo cierto es que los casi siete millones de niños que viven en nuestro país, según los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), han pagado una parte suculenta del pato de la crisis sanitaria. Llevan cuatro semanas en arresto domiciliario, se han quedado con casi total seguridad sin el anhelado festival de fin de curso, el día grande de cualquier niño, y hay algunos que aventuran incluso que lo de bajar este verano a la piscina ya lo iremos viendo sobre la marcha. De los 6.88 millones, al menos dos tienen entre 0 y 4 años, una edad harto complicada para hacerles entender nada complejo, ya no digamos que no pueden ni asomarse al parque porque se les considera vehículos privilegiados del Covid-19 porque son asintomáticos pero lo contagian a discreción.
Veremos en la esperada desescalada qué grupos de edad obtienen primero la libertad condicional. A tenor de lo ocurrido hasta ahora nada parece indicar que los más bajitos tengan prioridad alguna. Es verdad que su proceso evolutivo no parece peligrar por estar en casa un par de meses si hay un buen ambiente familiar, pero no olvidemos que, muchos de ellos, se han perdido lo que iba ser su gloriosa primera primavera.
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