Sociedad
El lujo ya no es lo que era
La pandemia planetaria ha hecho saltar por los aires tantos axiomas que sería imposible enumerarlos sin desfallecer. Entre esas certezas que se desmoronan, la de que al lujo no le tocan las crisis
Nos hemos pasado toda la pandemia diciéndonos que esta crisis nos ha unido a todos, que todos vamos en el mismo barco y otras frases Mr. Wonderful por el estilo. Obviamente, aunque la tormenta nos ha afectado a todos, no viajamos en el mismo camarote. No hay más que echar un vistazo a Instagram y las fotos de ciertos famosos «encerrados» en sus mansiones. Como si fuera lo mismo un confinamiento en un piso interior en la calle Ballesta que en una casa de La Finca. Dicho esto, es cierto que la recesión que tenemos ya encima va a afectar, también, a la industria del lujo, algo que en crisis precedentes como la de 2008 no había sido así. De esta no se van a escapar ni los usuarios de las experiencias VIP ni los que se lucran del negocio. Tal y como se refleja en el informe elaborado por Boston Consulting Group (BCG), maestros en elaborar este tipo de predicciones, el descalabro de este sector se cuantifica entre el 35 y el 45 por ciento este año ante la incertidumbre total que vivimos. La recuperación se estima que podría tener lugar en 2023 dependiendo de la obtención de una vacuna válida y masiva.
Este sombrío panorama podría llevarnos a pensar que el lujo se podría abaratar en una suerte de democratización que lo haga asequible a una mayor cantidad de personas. Pues bien, esto no va a ocurrir. El componente aspiracional es el que hace de los objetos y las experiencias de lujo algo exclusivo. Si estuvieran a nuestro alcance perderían el encanto y el elevadísimo margen de beneficios para los dueños de la industria.
El citado informe de BCG destaca que son los chinos los consumidores de experiencias y objetos de gama alta que más optimistas se muestran de cara a la recuperación del sector. Una ironía del destino teniendo en cuenta cuál fue el origen de esta pandemia que se está llevando nuestra economía, y la de muchos ricos y famosos, por delante.
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