Espacio
El descubrimiento de gas fosfano revela fuertes indicios de presencia de vida extraterrestre en Venus
Podría ser el hallazgo de la década: un gas vinculado a procesos orgánicos, se habría detectado en cantidades que sería muy difícil explicar de otro modo
Dos días atrás nadie lo hubiera dicho. Durante varias horas millones de personas han participado de una conferencia de prensa en vivo en la que no se hablaba de coronavirus, elecciones, presupuestos o 5G. Un equipo de científicos de las universidad de Cardiff, Manchester, Cambridge y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), liderados por Sara Seager, Jane Greaves y Willian Bains han detectado en Venus un gas, fosfina, que naturalmente se produce por materia orgánica. Al menos en la Tierra. Lo sorprendente es que no solo se ha detectado esta posible huella de vida, sino que ha sido en cantidades tales que no podrían explicarse por otro motivo que no sea biológico.
Pero vamos por partes. “En la Tierra, el gas fosfina solo se vincula a la vida – explicaba ayer Seager en la conferencia –, pero en Júpiter y Saturno también se ha detectado fosfina. Debemos seguir investigando para señalar el origen de fosfina en Venus”.
Este gas, que huele a ajo, se produce de modo no biológico en Júpiter debido a las condiciones de presión, temperatura y geología del planeta. Venus tiene condiciones de temperatura y presión extremas, pero la fosfina se ha detectado en las nubes de nuestro vecino planetario, a unos 50-66 km de altura. Allí las condiciones serían menos extremas y la vida tendría una posibilidad. De hecho, ya en 1967 Carl Sagan publicaba en Nature un artículo barajando esta opción.
“Hasta hace muy poco – añadía Seager – quienes conocíamos la fosfina éramos apenas un nicho de científicos. Por eso no es extraño que tengamos que aprender mucho más de este gas para llegar a conclusiones inequívocas”.
Seager, una de las científicas (sino LA persona) que más exoplanetas ha descubierto, comenzó a analizar la presencia de fosfina en exoplanetas casi una década atrás. Del mismo modo que se estudia la atmósfera de los planetas para saber qué gases la componen y en qué cantidades, Seager especuló que la fosfina podría ser una huella de vida. El problema es que “en nuestro planeta no sabemos qué organismos la producen – confiesa esta experta del MIT –. También desconocemos gran parte del metabolismo de la misma. Pero tengo la certeza que en la Tierra la produce la biología. Y algo parecido podría ocurrir en Venus. No estamos diciendo que encontramos vida, estamos diciendo que hallamos una molécula cuyo origen es un misterio. Algunos procesos pueden producir fosfina en Venus, pero no en la cantidad que hemos detectado. Durante décadas hemos pensado en vida en las nubes de Venus”.
El artículo científico en el que Seager proponía usar la fosfina como “huella de vida”, fue publicado en 2015. En 2016 Jane Greaves comenzó a usar el telescopio James Clerk Maxwell, situado en Hawaii y el complejo de radiotelescopios ALMA de Chile para buscar fosfina. Cuando ambos telescopios mostraron resultados similares, Greaves, Seager y Bains (uno de los mayores expertos en fosfina del mundo, lleva en el campo desde hace décadas), se unieron para analizar los datos obtenidos.
La primera medida fue descartar que las condiciones en las nubes de Venus fueran similares a las que se producen en Júpiter y la fuente que producía la fosfina no fuera biológica, pero las cantidades detectadas no correspondían. Realizaron simulaciones con diferentes procesos (luz solar, minerales, actividad volcánica o fenómenos atmosféricos como los relámpagos), pero ninguno de estos podría producir suficiente cantidad de fosfina. De hecho, de acuerdo con Bains, este tipo de eventos producirían, como máximo, una diezmilésima parte de la cantidad de fosfina que detectaron los telescopios.
De acuerdo con cálculos realizados por Paul Rimmer, de la Universidad de Cambridge, para producir la cantidad de fosfina que se observó en Venus, los organismos terrestres solo necesitarían trabajar a aproximadamente el 10% de su productividad… El problema es que no estamos hablando de la Tierra. Y en Venus las bacterias probablemente sean muy diferentes. Sobre todo teniendo en cuenta que las nubes venusinas, aunque tienen una agradable temperatura de 30ºC (en la superficie puede llegar a los 500º), está compuesta en un 90% por ácido sulfúrico. Esto indica que si allí hay una bacteria, sin duda será muy distinta a sus primas terrestres.
Clara Sousa Silva, también parte del equipo de científicos, señala que la fosfina es un biomarcador interesante para detectar vida que no utiliza oxígeno. “Encontrar fosfina en Venus es muy importante, pero al mismo tiempo plantea muchas preguntas. Por ejemplo, ¿cómo podrían sobrevivir los organismos a estas condiciones? ¿Qué adaptaciones han experimentado?. En la Tierra, algunos microbios pueden hacer frente a aproximadamente un 5% de ácido en su entorno, pero las nubes de Venus están compuestas casi en su totalidad de ácido”.
A partir de ahora, los científicos responsables del hallazgo afinarán aún más sus cálculos para intentar tener una mayor certeza del origen de la fosfina en Venus. Pero lo que esperan es que en los próximos años se pueda enviar alguna sonda, por ejemplo la Venus Entry Probe, un proyecto de sonda espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA) cuyo principal objetivo era el estudio de la atmósfera de Venus, mediante un globo sonda. Con esto se podrían obtener muestras o mediciones mucho más precisas. Y entonces sí podríamos decir que se ha hallado vida en Venus.
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