Sociología

¿Cómo será el humano post Covid?

Segregación, desconfianza absoluta en los gobiernos, rabia social, aumento de los suicidios, odio y paranoia… son solo algunas de las claves para entender los cambios sociales que nos esperan

Una persona con un protector casero camina en Puente de Vallecas, Madrid, durante el estado de alerta del coronavirus.
Una persona con un protector casero camina en Puente de Vallecas, Madrid, durante el estado de alerta del coronavirus.©Gonzalo Pérez MataLa Razón.

“¡Nunca desperdicies una buena crisis!” fue la frase célebre que pronunció Winston Churchill mientras trabajaba para formar la Organización de Naciones Unidas tras la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de una situación de cambio sin precedentes, cuya esencia no difiere tanto de la que estamos viviendo ahora. La pandemia llegó a un mundo, y dejará otro muy distinto cuando se solucione. Y aunque podamos tener la tentación de “culpar” al virus de los profundos cambios que estamos experimentando, sabemos que solo ha sido el detonante para acelerarlos. ¿A qué tendremos que enfrentarnos la próxima década? Polarización, segregación, desconfianza absoluta en los gobiernos y en organizaciones supra nacionales, escepticismo endémico, reivindicación de la soberanía personal, rabia social, aumento de los suicidios, odio y paranoia como fundamento social… son solo algunas de las claves para entender los cambios sociales que nos esperan.

José Ramón Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Oberta de Catalunya no se dedica a predecir hechos, ni siquiera cree que sea posible. Pero su extenso conocimiento de la naturaleza humana si le permite observar tendencias. En su próximo libro, El mundo pos-COVID. Entre la presencia y lo virtual (Ned Ediciones), que verá la luz a finales de enero, desvela leyes que regirán nuestro comportamiento social. Nos las ha contado, aun a riesgo de hacer spoiler.

Paranoia como fundamento social

Su origen está en las “burbujas de odio”, en la segregación y en la polarización de nuestras vidas, tanto desde el punto de vista político-ideológico como afectivo. “Un ejemplo fácil es la burbuja de los trumpistas (los seguidores del ex presidente Trump), que está integrada por gente que puede no tener nada que ver entre si pero a las que les une el odio por los inmigrantes, los intelectuales, por citar algunos colectivos. Y es precisamente el odio lo que cohesiona la burbuja, y la paranoia de que hay un enemigo común contra el que luchar”.

La rabia como principio básico

Después de una época en la que muchas personas han sentido la invasión de lo público en lo privado a través de la reducción de sus libertades y derechos en pos del “bien común”, aflorará la soberanía personal, que será arbitraria. “Como resultado de las restricciones y las imposiciones generadas por la pandemia, el concepto de libertad será llevado a la máxima expresión”, señala Ubieto. “El discurso será que la libertad personal no se acaba dónde empieza la de los demás, no habrá límites. Hablamos de libertinaje, de una actitud de ‘a mí no me digas cómo tengo que disfrutar de la vida’. Lo estamos viendo a diario: la gente se moviliza en contra de las restricciones, contra las vacunas… Y lo hace en la calle, muchas veces de modo violento. Hay una desconfianza absoluta en los gobernantes, y eso es lo único que les une. En esas manifestaciones hay personas de todo tipo, de ideologías opuestas a las que lo único que les une es que no quieren que nadie les diga lo que tiene que hacer”, añade.

Aumento de los suicidios

No hay mucho que explicar, los datos hablan por sí solos. Las tasas de suicidio en España no han descendido en los últimos 15 años: 3.500 personas se quitan la vida cada año. Las causas son de todo tipo, pero la crisis económica generada por la pandemia no va a ayudar a que bajen, sino todo lo contrario. En EE.UU es mucho peor: en los últimos diez años la tasa de suicidios ha aumentado un 50%, especialmente entre jóvenes. “Aquí hay que añadir un fenómeno muy peligroso, que es cómo las redes sociales actúan como cámara de eco alentando los suicidios. El año pasado, una niña de 16 años se suicidó en Malasia después de haber preguntado a sus seguidores de Instagram por medio de una encuesta si debía o no hacerlo. El 80% le dijo que sí”, narra el especialista. Y no es algo anecdótico ni excepcional, ya que los foros y webs para adolescentes con anorexia y bulimia en los que unos usuarios alientan a otros para continuar perdiendo peso, existen desde hace más de una década.

Aumento de los trastornos ansioso-depresivos

La incidencia de trastornos psicológicos y emocionales, especialmente en forma de ansiedad y depresión, ha crecido hasta un 20% a consecuencia de la crisis del Covid-19. Los especialistas ya han alertado de que el sistema público no está preparado para asumir una segunda pandemia, esta ver de salud mental. Y estas cifras son solo la punta del iceberg, ya que la mayoría de las personas solo recurren a un psicólogo o psiquiatra cuanto estos estados les

impiden seguir avanzando con su vida. “En este punto, hay que sumar un aspecto muy importante y es que la mayoría de las consultas por problemas de salud mental se hacen de manera virtual, y se sabe que la tele asistencia favorece la prescripción de fármacos. El no acudir al especialista de manera presencial, provoca que no se pueda valorar la situación del modo más correcto, que es teniendo al paciente delante. Y ese uno de los motivos por los que el consumo de ansiolíticos y antidepresivos se está disparando”, explica Ubieto.

Duelo virtual

La inteligencia artificial, que todo lo puede, está preparada para ayudarnos con nuestras emociones. Un ejemplo claro es el de los griefbots (literalmente robots de duelo), que son chatbots creados a partir de la huella digital de nuestros familiares fallecidos, y que nos permiten “hablar con ellos” como parte del proceso de duelo, más aun cuando no hemos podido despedirnos. Lo que hay al otro lado del chat es un avatar creado a partir del legado de publicaciones en redes sociales, vídeos, fotos, correos electrónicos y mensajes de texto que alimentan una red neuronal artificial. “La presencia de la inteligencia artificial como una solución terapéutica para afrontar problemas emocionales importantes, como son los duelos, es uno de los mejores ejemplos de cómo lo virtual se mezclará con lo presencial en el mundo post-Covid. Y no tiene nada de malo si lo usamos como medio, no como fin. Esta realidad paralela tiene el riesgo de que nos dejemos atrapar por ella y no transicionemos al siguiente estado lógico: la recuperación”, afirma el experto.

Educación

Lo presencial es irrenunciable. Una de las tendencias positivas que nos depara la nueva década tiene que ver con la vida y evolución de nuestros hijos como seres humanos. Y es que la pandemia y sus confinamientos han demostrado que lo presencial es irrenunciable en el proceso educativo. “El reto es ver cómo se pueden conjugar ambas cosas en el futuro, pero la situación vivida estos meses en muchos países, con los cierres de centros educativos, ha evidenciado que no es positivo que la balanza se incline hacia lo virtual. De hecho, existe un estudio ruso pionero en el tema que indicó que el tiempo máximo que un estudiante debe recibir clases no presenciales es una hora a la semana”, concluye.