Vapeo
El cigarrillo electrónico como método para dejar de fumar
Un estudio sobre patrones y motivos de los vapeadores revela que más del 90% de los consumidores españoles ya eran fumadores antes de pasarse a este producto y que casi el 60% de ellos lo usan para reducir o abandonar su hábito tabáquico
Cada vez es más habitual toparse con ellos por las calles: el consumo de cigarrillos electrónicos está aumentando en España y en la mayoría de los casos el vapor de estos dispositivos ha llegado para sustituir el humo de los cigarrillos convencionales pues, según revela un reciente estudio de Sigma Dos para definir los patrones y motivaciones de este consumo en el país, la gran mayoría de vapeadores españoles fumaba antes de pasarse al cigarrillo electrónico. Para llevar a cabo este trabajo se realizaron más de 18.000 entrevistas telefónicas entre los meses de mayo y junio, de las cuales se tomó la muestra final de 2.357 casos de personas que vapean o han vapeado en los últimos cinco años –incluye también 290 personas que utilizan dispositivos de calentamiento de tabaco, cachimbas y otros–. El objetivo último de esta investigación era el de determinar en qué medida se está convirtiendo el cigarrillo electrónico en la principal alternativa al cigarrillo convencional para los fumadores persistentes a la par que en un método para dejar de fumar en tanto que producto de nicotina como podrían ser los parches o chicles de venta sin receta en las farmacias.
En base a esta encuesta, un 13% de la población del país ha usado cigarrillos electrónicos en mayor o menor medida durante los últimos cinco años y en la actualidad el porcentaje de vapeadores en España es de un 2,2%, siendo que cerca del 30% de ellos lo hace diariamente. Se observa además que su prevalencia es decreciente con la edad, pues entre el total de consumidores actuales en España, un 6% pertenece a la franja de edad entre 15 y 24 años y apenas un 1% a los de 50 o mayores. Esto, no obstante, no significa que los jóvenes se estén iniciando en el consumo de nicotina a través de este dispositivo que utiliza una pequeña batería para calentar una solución líquida que puede o no contener esta sustancia naturalmente presente en el tabaco y que produce la adicción, pero no las enfermedades cardiovasculares relacionadas con el tabaquismo. Y es que, los resultados de la encuesta de Sigma Dos apuntan a que el vapeo con nicotina supera levemente el 45% entre los consumidores jóvenes y sube hasta el 78% en el caso de los mayores. A esto hay que sumar la relación directa que se encuentra entre los que optan por la solución con nicotina y el hábito de uso más frecuente del cigarrillo electrónico, lo que apunta a que los vapeadores de nicotina son o eran fumadores de cigarrillos convencionales. Y así lo respalda el dato más llamativo que se extrae del estudio: el 91% de los españoles y españolas que utilizan cigarrillos electrónicos ya fumaban cuando decidieron pasarse a esta alternativa, el 81% en el caso aislado de los más jóvenes.
Pero, ¿por qué cambiar una cosa por la otra o, incluso, mantener los dos hábitos al mismo tiempo? A la pregunta de la citada encuesta sobre los motivos de los vapeadores, más de un 34% afirmó hacerlo con la intención de así dejar su hábito tabáquico y cerca de otro 25% que su objetivo al utilizar el cigarrillo electrónico es el de al menos reducir su consumo de tabaco. Es decir, esta encuesta respaldaría la opinión de una parte de la comunidad científica que apoya que la nicotina debe ser clave en la lucha contra el tabaquismo. En cuanto a la eficacia o no del método, el estudio de Sigma Dos concluye que un 90% del total de vapeadores o exvapeadores que fuman y han utilizado el cigarrillo electrónico con este fin han tenido éxito es sus objetivos y que hasta un 56% de los que no tenían esta pretensión han notado que vapear les ha facilitado fumar menos cigarrillos convencionales, más perjudiciales para la salud por el proceso de combustión al que son sometidos y que libera las sustancias tóxicas y más nocivas para la salud.
Muchos expertos concentran sus esfuerzos en este valor de las alternativas sin humo al cigarrillo convencional y apuntan a la regulación del producto dentro de la lucha contra el tabaquismo, un hábito que acabará con la vida de la mitad de fumadores y fumadoras, que hoy en día son mil millones en todo el mundo.
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