Sucesos

Noelia de Mingo, en huelga de hambre: «Cuando tiene un momento de lucidez se odia a sí misma»

Aseguran que no lo comunica de forma oficial porque sino un juez ordenaría su alimentación forzosa

Noelia de Mingo en un imagen de archivo
Noelia de Mingo en un imagen de archivoManuel Lorenzo.

No lo ha hecho de forma oficial porque para ello hay que comunicarlo formalmente a la dirección del centro penitenciario, pero Noelia de Mingo ha decidido dejar de comer. Así lo han constatado los funcionarios de prisiones de la cárcel de Fontcalent (Alicante) a cuya unidad de psiquiatría fue trasladada desde la prisión de Estremera (Madrid), donde ingresó tras apuñalar a dos mujeres en El Molar la semana pasada. Al parecer, la mujer ya llevaba varios días sin comer ni beber cuando desde Fontcalent se instó a los funcionarios que la atienden a que trataran de «convencerla» para que tomara algo. Fuentes del centro aseguran que oficialmente, no obstante, «no ha presentado ninguna comunicación de huelga de hambre». Hoy precisamente en Madrid se inicia un juicio en Madrid contra un esquizofrénico acusado de intentar matar a una anciana.

“Quiere ir consumiéndose”

«Aquí lo que pensamos es que quiere ir consumiéndose y sabe que si lo comunica de forma oficial un juez ordenará que se le alimente por goteo», aseguran desde la prisión. Por eso, cuando vieron que uno de estos días había «cedido» y se había tomado «dos zumos», consideraron que era «una estrategia suya para no provocar una situación real de huelga de hambre y sus consecuencias: la alimentación forzosa».

Riesgo de suicidio

Quienes la están tratando en Fontcalent lo tienen claro: «Ella se quiere quitar de en medio, se odia a sí misma cuando tiene un momento de claridad mental por todo lo que tiene encima». Así, aunque se le aplique el protocolo de prevención de suicidios creen que estará esperando que la saquen de «Agudos» y la lleven al módulo, «donde puede terminar sus días en cualquier rincón aprovechando un descuido».

Cuando fue condenada a 25 años de cárcel por matar a tres personas y agredir a otras cinco en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid en el año 2003, De Mingo ya estuvo en este penitenciario psiquiátrico de Alicante y durante una década de estancia no tuvo ningún percance con los funcionarios del centro. De esa buena conducta y de la «estabilidad» de su enfermedad surgieron los informes positivos que remitieron diferentes expertos a la Sección 16 de la Audiencia Provincial de Madrid, que aceptaron en 2017 sustituir la pena privativa de libertad a la que había sido condenada por un seguimiento ambulatorio y control familiar. Sin embargo, algo falló en ese tratamiento y control cuando el pasado 20 de septiembre se dirigió al supermercado Maxcoop de El Molar, donde vive con su madre, y apuñaló a dos mujeres.

La medicación al día

Esa especie de libertad condicional que acordó para ella el juez estaba sujeta a cuatro premisas: que se sometiera a controles médicos forenses de la Audiencia Provincial de Madrid de forma trimestral, que se sometiera al control de sus psiquiatras del Hospital Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes, presentar el volante de haber recibido la medicación suministrada cada mes por un enfermero vía intravenosa y el control de la familia que incluso fue sometida a un «cursillo» para detectar recaídas.

La última vez que la vieron los forenses fue el pasado 2 de julio. Les presentó todos los informes requeridos, por lo que la próxima cita tendría lugar en octubre. El 17 de agosto fue la última vez que le fue suministrada su medicación mediante una inyección y el pasado 3 de septiembre, solo 17 días antes del ataque de El Molar, su equipo de psiquiatras del Hospital Infanta Sofía le habían realizado la última revisión, favorable. Según el informe, «la paciente no presenta descompensación psicótica, no hay razones que haya expresado que hagan pensar en una base psicótica o de pérdida de la capacidad de decidir sobre su futuro. “Enfermedad paranoide en remisión», reza el informe. Sin embargo, parece evidente que alguna de las formas de control que se habían implantado para controlar la enfermedad de la mujer, han fallado. Mientras sus nuevas víctimas continúan recuperándose de las lesiones.