Especial 2021
Cumbre Vieja: la erupción
85 días de dolor y pérdidas. El gigante rojo arrasó 3.000 casas y dejó 7.000 desplazados
Tras tantos días de actividad eruptiva, el volcán de la Isla Bonita continúa en silencio, dejando pequeños rastros que hacen recordar a los palmeros y las palmeras la pesadilla que han pasado, pero que es muy probable que no se vuelva a repetir. Los científicos lo aseguran, aunque reconocen que los peligros no han acabado por completo desde que la tierra se abriera aquel 19 de septiembre a la hora del almuerzo.
Un recorrido desde el inicio del mismo hasta el posible final no deja a nadie indiferente de opiniones y críticas. El monstruo de Cumbre Vieja ha superado con creces a sus antecesores, no solo en duración sino en lo más doloroso: destrucción. Casi 3.000 edificaciones han sido aniquiladas por las lavas incandescentes y más de 7.000 personas han tenido que ser apartadas de sus hogares con la incertidumbre de no saber si al volver encontrarían una montaña de cenizas o una casa inaccesible. Los más afortunados volverían a sus hogares con la tristeza de encontrar un paisaje totalmente diferente al que había el 19 de septiembre: pueblos, carreteras, comercios, lugares de trabajo, zonas verdes, monumentos históricos; todo arrasado. Días antes de que el magma se abriera paso en la zona de Cabeza de Vaca, dentro de los límites del municipio de El Paso, se registraron miles de eventos sísmicos –más de 25.000 seísmos desde el 11 de septiembre según la cifra que dio el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan)– horas antes de que se inició la erupción. Casi tres meses después se puede hablar de una cierta «estabilidad sismológica»: ahora apenas se registran diez sismos en un día y todos se localizan a grandes profundidades.
La Dirección de Emergencias ponía, desde días antes de que se iniciara la erupción, todo un despliegue de protocolos e informes de evacuación para que, en caso de que se produjera por sorpresa, no cogiera a nadie despistado. Y así fue. Para el 19 de septiembre ya estaban evacuadas todas aquellas personas con necesidades especiales y movilidad reducida de las zonas donde los científicos habían predecido que se podría originar la erupción. Todas estas personas fueron trasladadas al Acuartelamiento El Fuerte, ubicado en el municipio de Breña Baja y allí estuvieron vigiladas y atendidas por todo un periplo de personal sanitario y de emergencias. Junto con la erupción llegaron las visitas: un desfile de políticos y turistas que venían a la isla a mostrar su apoyo con el pueblo de La Palma y contribuir con la desgracia económica que amenazaba y amenaza a la Isla.
Hasta el día de hoy, un sinfín de ministros, presidentes, senadores, diputados, magistrados y todo tipo de personas interesadas han podido contemplar el volcán con sus propios ojos; reunirse con el pueblo de La Palma y prometer ayudas, soluciones y dinero. Entre todas las propuestas destacan algunas como la apertura de una oficina de atención al ciudadano en la que se han invertido más de 300.000 euros y que ofrece atención técnica, sociosanitaria y psicológica a los damnificados. También se han instalado dos desaladoras en Puerto Naos. En esta zona varias hectáreas de cultivo estaba siendo afectada por la erupción y había peligro de pérdida de cosechas. Las potabilizadoras, que han costado alrededor de 4 millones de euros, servirán para mantener el riego de plantaciones de plataneros que habían quedado incomunicadas o cuyos sistemas estaban dañados.
Además, el Gobierno de Canarias ha destinado a los ayuntamientos de Tazacorte, El Paso y Los Llanos 320.000 euros para la gestión de la atención social de los afectados, una ayuda a la que próximamente se sumarán 900.000 euros más para estos consistorios de La Palma. Asimismo, se ha aprobado un plan de empleo específico para La Palma de 63 millones de euros. Con respecto a las casas, el Gobierno canario ha entregado 64 viviendas y se espera que a final de año sean ya unas 200.
El volcán de La Palma ha supuesto una profunda reflexión tanto para sus habitantes como para los gestores políticos de la isla sobre cómo hay que modificar el territorio, qué hay que tener en cuenta de cara a la reconstrucción y un firme compromiso con el pueblo de que ahora, cuando todo se acabe, comienza una nueva lucha contra la administración.
Los palmeros son conocedores de que no pueden volver a tener lo que tenían el 19 de septiembre, pero confían en que lo que venga sea mejor, más seguro y eficiente. Una reconstrucción imprescindible.
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