Especial 2021

Covid: la gesta de vacunar a todo un país

La campaña de inmunización masiva es un gran tanto en el marcador, pero el coronavirus siempre contraataca

Un paciente con covid en un hospital de Barcelona
Un paciente con covid en un hospital de BarcelonaEmilio MorenattiAgencia AP

El segundo año de pandemia acumula algunas cifras que no dejan lugar a la interpretación. En más del 90% de países, las muertes causadas por el coronavirus se duplicaron y, en algunos casos, hasta se triplicaron. Los esfuerzos científicos para frenarlo han seguido dando pasos esperanzadores mientras que nuevas mutaciones aparecen cuando menos lo esperamos.

Merece la pena recordar que las navidades pasadas fueron un desastre anunciado. Todos los expertos venían advirtiendo de los riesgos, justo cuando se acababa de descubrir la cepa británica, y a pesar de todo se permitió el movimiento entre comunidades para visitar a familiares y allegados y se abrió la mano en toques de queda y número máximo de personas que se podían reunir. Y de esos barros vinieron los «lodos» que nos llegaban hasta las rodillas cuando estrenamos el 2021. A las buenas noticias del inicio de la campaña de inmunización y los titulares sobre la aprobación por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) de las vacunas de Astrazéneca y Janssen, se contraponía una realidad cada vez más negra. Una de cal y otra de arena. Nuestro país estrenaba el nuevo año alcanzando los casi dos millones de contagiados, con 30.579 nuevos casos y con una incidencia acumulada (IA) de 272 casos por 100.000 habitantes. Para el día 29 del mismo mes, ya nos situábamos como el tercer país de Europa con mayor incidencia acumulada, con 886,7 casos.

Las primeras vacunas se administraron en Reino Unido, el 8 de diciembre. En España fue el 27 de diciembre –un mes después de que el Gobierno fijara las primeras etapas de la estrategia nacional de vacunación–cuando Araceli, una mujer de 96 años, y una trabajadora de una residencia recibieron las primeras inyecciones. La primera remesa de la vacuna de Moderna llegó a España el 12 de enero. Las de AstraZeneca, el 5 de febrero, cuando el mundo ya ha superado los 100 millones de casos confirmados y Estados Unidos está a punto de rebasar los 500.000 muertos con covid. El 12 de febrero nuestro país supera el umbral del millón de inmunizados. Un mes después, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aprueba la vacuna monodosis de Janssen, la cuarta que la Unión Europea distribuirá entre los países miembros y con la que sigue avanzando la campaña de vacunación. Contra todo pronóstico, la pandemia aflojó su intensidad a mediados de febrero: la incidencia acumulada de 14 días se sitúo por primera vez desde julio de 2020 por debajo del riesgo extremo y la presión hospitalaria empezó a bajar. La principal preocupación comenzó a ser un proceso de vacunación que no avanzaba al ritmo deseado.

Marzo está marcado por la caída en desgracia de la vacuna de Oxford y Astrazéneca. El primer motivo fue el retraso en las entregas por parte de la farmacéutica a la UE, que dio ventaja al suero de Pfizer/BioNtech en el mercado europeo. El segundo, la suspensión en cascada de su inoculación en Europa al reportarse casos de trombos tras su inoculación. Poco después llegarían las primeras muertes y, aunque tanto el comité de Seguridad de la EMA como la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyeron en sus informes que el beneficio de la vacunación con Vaxcevria (nombre comercial del antídoto) a la hora de disminuir el riesgo asociado de hospitalización y muerte superaba los riesgos de efectos secundarios.

Por otro lado, la campaña de vacunación en España comenzó a despegar al ritmo esperado de la mano de las vacunas de ARN (Moderna y Pfizer/BioNtech). Nuestro país empezó a «hacer historia» superando el medio millón de vacunas inoculadas al día, cifra que se irá aumentando mes a mes. De hecho, hasta el pasado 10 de octubre solo el 0,23% de las personas que habían sido llamadas en España para ponerse la primera dosis la había rechazado. El 6 de abril, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se compromete a tener al 70% de la población residente en España con la pauta completa de la vacuna contra la covid a finales de agosto. Es decir, 33 millones de personas.

Sin embargo, la fulgurante expansión por el mundo de la variante Delta –hasta ese momento la más letal de los linajes del SARS-CoV-2– cambia por completo las reglas del juego. Este porcentaje ya no sirve para la ansiada inmunidad de grupo. A principios de septiembre, Delta ya suponía el 100% de los casos secuenciados en España y el objetivo se desplazó hasta el 90% de la población con la vacuna completa.

Los meses de verano estarán marcados por los macro-brotes entre la población no vacunada: los menores de 30 años. La incidencia entre los 12 y los 29 años se dispara y triplica la media, algo que los expertos achacan a la movilidad del verano o el ocio nocturno. El mapa del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) pinta a España de rojo y naranja, dos colores que no favorecen la imagen externa de control de la pandemia en plena temporada turística.

El último trimestre de 2021 llega con luces y sombras. Las primeras noticias de la disminución de la efectividad vacunal a los seis meses traen a escena las dosis de refuerzo y las adicionales. Dos semanas antes del inicio del curso escolar les llega el turno a los menores entre 17 y 12 años, cuya masiva respuesta a la vacunación ofrece mayor esperanza al objetivo de conseguir inmunizar al 100% de la población. La evidencia científica constata que este no es el final en la lucha contra el virus, y que ni siquiera está cerca. El inicio del otoño en el hemisferio norte trae consigo una ola demoledora en la Europa no vacunada. En todos los países del este de Europa saltaron las alarmas debido al amplio rechazo de la población a inmunizarse. España observa la situación con la distancia que le ofrece cerca del 90% de la población diana completamente inmunizada. Pero la «falsa» sensación de tranquilidad no durará mucho.

Dos momentos marcan los últimos dos meses del año: el inicio de la sexta ola en España y la aparición de la variante Ómicron. La alerta epidemiológica volvió a encenderse a finales de noviembre cuando el África austral detectó nuevos casos de contagios de covid de una variante desconocida y que podría provocar una nueva ola pandémica. Ómicron, como la denominó la OMS, se ha vuelto potencialmente más contagiosa que Delta, ya está presente en 90 países de todo el mundo y los casos confirmados se duplican cada 36-72 horas en las naciones con positivos.

En paralelo a este nuevo envite del virus, la incidencia en España encadenaba ya un mes de subidas a finales de noviembre y alcanzaba los 111 casos por 100.000 habitantes a 14 días. En la historia de cómo hemos pasado de ahí a la cifra más alta de toda la pandemia (más de 1.200) en estos días hay una gran incógnita: la inacción de Sanidad que lo ha fiado todo a la vacunación y a la responsabilidad individual.

La «caída» de Fernando Simón

El 12 de julio, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) – que había pasado ya de tener una comparecencia diaria ante los medios de comunicación a una semanal – informa por última vez de la evolución de la pandemia. Desde Sanidad, la explicación fue que el cambio respondía a que la crisis sanitaria se iba controlando, y se negó con rotundidad una pérdida de confianza en la figura de Simón. Es más, la ministra Carolina Darias aseguró que contaba con su «confianza absoluta» y que era uno de los «imprescindibles» del departamento. Como informaba este periódico a principios de septiembre, su nombre figura en todas las quinielas para convertirse en el próximo director del Centro Nacional de Salud Pública, que contará con una inversión inicial de 9,4 millones de euros y aglutinará competencias sobre esta materia.