Descanso
Un estudio revela que algunas personas “nacieron para dormir la siesta”
La investigación, publicada en la revista “Nature”, encontró que algunos seres humanos son más propensos a dormir que otros y que nuestro deseo de dormir la siesta podría deberse a la genética
Con muchos de nosotros trabajando desde casa desde que se produjo la pandemia del Covid-19, seguramente varios le habrán cogido el gusto a eso tan nuestro de echarse la siesta después de comer. Esos momentos de descanso son una parte fundamental de la vida de muchas personas y un nuevo estudio ha demostrado que podría haber una razón científica por la que algunos los aman más que otros. Según los científicos del Hospital General de Massachusetts, nuestro deseo de dormir la siesta podría deberse a la genética. Su investigación, publicada en la revista “Nature”, encontró que algunas personas son más propensas a dormir que otras.
En la sociedad moderna es común fomentar las siestas en las poblaciones privadas de sueño, como los trabajadores del turno de noche y los pilotos de líneas aéreas, para mejorar notablemente el rendimiento y el estado de alerta. Y aunque está bien establecido un beneficio de la siesta sobre el aumento de la excitación en el contexto de la privación del sueño, los efectos a largo plazo de la siesta habitual en base al riesgo de enfermedades crónicas siguen siendo controvertidos. De hecho, estudios transversales han proporcionado pruebas contradictorias sobre los efectos de las siestas habituales en la cognición, la presión arterial, la obesidad, el metabolismo y la mortalidad. No obstante, dado que el comportamiento de la siesta puede confundirse con un sueño nocturno inadecuado o una mala salud, los resultados de estos estudios observacionales son limitados.
El estudio
Los investigadores analizaron la información genética de 452.633 personas, además de realizarles un pequeño cuestionario donde se les preguntó cuántas veces dormían la siesta durante el día. Se les dieron tres opciones de respuesta: nunca/rara vez, a veces o generalmente. Y, en base a ellas, a algunos de los participantes se les pidió que usaran un monitor de actividad o acelerómetro, para monitorear sus siestas. “Eso dio una capa adicional de confianza de que lo que encontramos es real y no un artefacto”, dijo el Dr. Dashti, investigador del estudio.
Los investigadores llevaron a cabo un estudio de asociación del genoma completo (GWAS) para determinar las variaciones genéticas asociadas con la siesta. El estudio identificó 123 regiones en el genoma humano asociadas con dormir durante el día.
Por último, si bien el estudio encontró que algunas personas dormían la siesta porque se habían levantado temprano o habían dormido mal, también descubrió que algunas personas necesitaban dormir más. “Esto nos dice que la siesta durante el día es biológicamente impulsada y no solo una elección ambiental o de comportamiento”, expresó el Dr. Dashti.
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