Opinión

Las superbacterias: la amenaza durmiente que vive entre nosotros

La lucha contra las infecciones por superbacterias va con retraso
La lucha contra las infecciones por superbacterias va con retrasolarazon

En las últimas semanas hemos comenzado a oír un concepto hasta ahora desconocido: las bacterias multirresistentes o superbacterias, una amenaza capaz de originar una nueva situación sanitaria tan crítica o más que la pandemia que hemos pasado. Y es además un problema del que, ya desde hace varios años, se viene dando la voz de alarma. Pero, empecemos por el principio… ¿qué son las bacterias multirresistentes o superbacterias? Son cepas de bacterias que se han hecho resistentes a los antibióticos. Esto no siempre ha sido así, se trata de una evolución: al principio sí eran sensibles, por lo que al tomar el tratamiento nuestro cuerpo podía ganar la batalla fácilmente. Este cambio tan ventajoso para ellas y tan preocupante para nosotros ha ocurrido principalmente por un motivo: nuestro mal uso de los antibióticos como tomarlos cuando no era necesario, por ejemplo, para virus como la gripe para el que el antibiótico no sirve de nada; no completar la pauta indicada por el médico “total si ya me encuentro bien, dejo de tomarlo”; o tomar antibióticos genéricos y no específicos contra la bacteria que se quería eliminar. Para que nos hagamos una idea de lo que significa esto, podemos indicar que hoy en día las superbacterias matan a 1,2 millones de personas al año. Esto supone que las muertes por superbacterias son superiores a las provocadas por el sida, la malaria, o el cáncer de pulmón.

Como dijimos al principio, esto no es nuevo. De hecho, ya lo anticipó el doctor Alexander Fleming cuando en su discurso al recibir el premio Nobel por el descubrimiento de la penicilina comentó lo siguiente: Puede llegar el momento en que la penicilina pueda ser comprada por cualquier persona en las tiendas. Entonces existe el peligro de que el hombre ignorante pueda fácilmente administrarse una dosis inferior a la necesaria y al exponer sus microbios a cantidades no letales de la droga los haga resistentes. He aquí un ejemplo hipotético. El Sr. X. tiene un dolor de garganta. Compra un poco de penicilina y se administra a sí mismo, pero no lo suficiente como para matar a los estreptococos, sino lo suficiente para educarlos a resistir la penicilina. A continuación, infecta a su mujer. La Sra. X contrae una neumonía y es tratada con penicilina. Como los estreptococos son ahora resistentes a la penicilina, el tratamiento fracasa. La Sra. X muere. ¿Quién es el principal responsable de la muerte de la Sra. X? El Sr. X, cuyo negligente uso de la penicilina cambió la naturaleza del microbio. Moraleja: Si usas penicilina, usa la suficiente.

Pero… ¿qué es lo que realmente ocurre si no tomamos la dosis correcta? Imaginemos un campo de batalla en el que las bacterias son las atacantes y por otro lado estamos nosotros con las armas de las que disponemos, flechas (antibióticos), la gran mayoría de estas bacterias no tienen ningún escudo y nuestras flechas las destruyen, pero un número muy reducido de ellas tienen un escudo que las protegen y que han adquirido por una mutación natural. Si disparamos el número de flechas durante el tiempo adecuado, entre las rendijas del escudo se colarán las flechas que hieran y maten a estas bacterias, pero si detenemos la contienda antes de tiempo porque la mayoría han muerto, estas con escudo sobreviven y formaran un nuevo ejército todas ellas ya con escudo. Además, han aprendido que las flechas son nuestras armas y para la siguiente lucha irán con escudos sin fisuras. También son capaces de transmitir la información de como generar estos escudos a otras bacterias y adquirir instrucciones de nuevos escudos, produciéndose así bacterias multirresistentes. Sí, efectivamente, las bacterias intercambian información unas con otras.

Pero hay que decir que esta resistencia habría ocurrido de manera natural ya que las mutaciones ocurren espontáneamente y hacen que las bacterias se adapten al medio. Lo que ha pasado es que nosotros hemos acelerado notablemente este proceso con nuestro comportamiento. Además, también hay un desfase entre esta resistencia de las bacterias y la fabricación de nuevos antimicrobianos. Digamos que las superbacterias son más rápidas en hacerse resistentes que nosotros al desarrollar antibióticos para ellas. Y una farmacéutica que realice una inversión de millones de euros en antibióticos contra bacterias que en corto plazo dejan de ser sensibles al fármaco sería un enorme fracaso, por lo que muchas descarten estas inversiones. Esto puede hacer que una nueva problemática sanitaria nos pille sin recursos como ha pasado con el caso del coronavirus. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya lo ha advertido, se trata de una de las mayores amenazas para la salud mundial. En ambientes hospitalarios es donde se originan el mayor número de bacterias multirresistentes ya que los antibióticos se usan de manera rutinaria, se aplican como barrera de prevención en cualquier intervención o como tratamiento para las infecciones que se presentan. Estas se encuentran en los pacientes, pero también en las superficies con las que interaccionan, por ello la contaminación cruzada es muy fácil que ocurra y a pesar de entrar por otro motivo en el hospital puede que se adquiera una infección y que esta sea multirresistente, lo que supone un aumento en el tiempo de hospitalización y un mayor riesgo de mal pronóstico. Poniéndonos en el peor de los escenarios, podría llegar el día que estemos como antes del descubrimiento de los antibióticos en el que una simple herida podía ser letal.

Pero hay esperanza; los avisos y preocupación por parte de las autoridades sanitarias está haciendo que haya una mayor concienciación ciudadana para el correcto uso de los antibióticos, existen estudios de alternativas como el uso de bacteriófagos, vacunas, anticuerpos, etc. Y la realización de protocolos de limpieza y desinfección de los espacios hospitalarios para evitar las contaminaciones cruzadas y la diseminación de las infecciones, especialmente si se detecta un paciente con una infección multirresistente. Respecto a este último punto hay que considerar que los protocolos establecidos de limpieza y desinfección no son perfectos, el factor humano o la utilización de productos inadecuados hace que, según los últimos estudios un 50% de las superficies de las habitaciones hospitalarias no están suficientemente desinfectadas antes del ingreso de un nuevo paciente. Existen sistemas complementarios como equipos germicidas que han demostrado ser altamente eficaces en reducir el riesgo de transmisión de microorganismos, como son los que trabajan con luz ultravioleta-C, ya que correctamente instalados pueden incidir sobre la gran mayoría de las superficies e inactivar a cualquier tipo de microorganismo, sin excepción, ya que en este caso no existe ningún patógeno que pueda resistir la inactivación para esta tecnología, sea superbacteria o no.

Tenemos una nueva amenaza mirándonos a los ojos, pero si algo nos ha enseñado el SARS-CoV-2es que tenemos la capacidad y las herramientas para combatir cualquier problema que se nos presente. Y el éxito se basa principalmente en actuar con anticipación: prevenir es la clave y debemos empezar ya.

Verónica Vidal es responsable de Biodosimetría en Fotoglass