Misterio sin resolver

Medio año sin Esther López: los informes de “escaso valor probatorio” que abocan al archivo del caso

Se cumplen seis meses de la muerte de la joven de Traspinedo sin que la investigación haya podido averiguar qué sucedió aquella noche

Amigos y familiares de Esther López, concentrados a las puertas del Juzgado de Instrucción Número 5 de Valladolid donde declarará ante el juez Oscar S, el principal sospechoso
Amigos y familiares de Esther López, concentrados a las puertas del Juzgado de Instrucción Número 5 de Valladolid donde declarará ante el juez Oscar S, el principal sospechosoNACHO GALLEGOAgencia EFE

Fue la madrugada del 12 al 13 de enero, hace ya seis meses, cuando la joven Esther López, de solo 35 años, desapareció en Traspinedo (Valladolid). La autopsia de su cadáver revelaría más tarde que murió aquella misma noche pero medio año después las circunstancias de su fallecimiento siguen siendo una incógnita.

Su cuerpo fue encontrado 23 días después. A pesar de los esfuerzos de los investigadores todavía se desconoce dónde y cómo murió la chica y, aunque se puede afirmar que la última persona que la vio con vida miente, no parece que nadie pueda determinar con certeza qué hizo este chico -Óscar S.- con la joven aquella madrugada. Tanto es así que el hombre no ha sido detenido y la jueza que dirige la causa, la titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Valladolid, Soledad Ortega, suspendió el mes pasado la intervención de sus comunicaciones. Tampoco servían de mucho porque él se sabía escuchado pero la familia recibió la noticia como un pequeño varapalo y la antesala del sobreseimiento provisional de la causa.

Fuentes judiciales insisten en que esto no sería en sí mismo una mala noticia; al contrario: significa parar el reloj del tiempo que tienen para instruir una causa a la que ya están llegando pocos informes sobre las pesquisas practicadas para el esclarecimiento de los hechos.

El caso parece abocado, por tanto, a su archivo. Y es que, las mismas fuentes aseguran que la jueza todavía se encuentran a la espera del “relato de hechos” de la Guardia Civil sobre lo que pasó aquella madrugada y de la multitud de informes periciales que se están practicando -y de los que no tiene noticia- para arrojar algo de luz a una investigación que ya comenzó con mal pie.

Primero, porque se tardó varios días en denunciar la desaparición de la chica, por lo que la Guardia Civil comenzó casi una semana más tarde a buscarla. Algunos amigos ya habían realizado batidas espontáneas que no dieron frutos. Tampoco las organizadas más tarde por los profesionales porque, de hecho, el cuerpo de la joven fue localizado el 5 de febrero en la cuneta de una carretera de entrada al pueblo, fuera del perímetro de búsqueda establecido.

Para entonces ya había sido detenida una persona, Ramón “El Manitas” y registrado su vehículo y domicilio, aunque la lupa policial se centraría poco después en otros dos sospechosos: Carolo y Óscar, las dos últimas personas que estuvieron con Esther. Es el segundo, no obstante, quien afirma haberla dejado en medio de la carretera sobre las 3:20 horas de la madrugada porque Esther quería seguir de fiesta, según su versión.

Puede decirse que el hallazgo del cadáver fue el punto de partida de la investigación. Había muchas expectativas puestas en la autopsia, realizada por cuatro forenses, pero tampoco pudieron concluir nada más concreto que “lesiones compatibles con” una caída o un atropello. En cualquier caso, ninguna lesión era mortal de necesidad y fue la concurrencia de otros factores “como la intoxicación etílica, consumo de cocaína y la hipotermia” lo que finalmente la llevó a una muerte que se podía haber evitado si hubiera sido atendida en las primeras horas. El cuerpo había sido trasladado hasta ese lugar “en las primeras horas después del fallecimiento” por los restos de arena en la ropa de Esther, la posición de su cuerpo, así como la colocación su bolso y su móvil “limpio y colocado”; es decir, un escenario de atropello simulado, porque todo apunta a que el supuesto impacto no se produjo allí. El problema es que la investigación no ha podido determinar dónde se fue y no hay, por tanto, escenario del presunto homicidio o accidente. Éste ha sido un gran hándicap para los investigadores ya que, aunque se ha realizado un exhaustivo análisis de la vivienda y el vehículo del principal sospechoso, no hay ningún elemento que pueda relacionarle directamente con la muerte de Esther. Hubo esperanzas puestas en la pintura del pantalón de la chica o las fibras de

una prenda de ropa pero, hasta ahora, los informes remitidos al juzgado por parte de la Guardia Civil tienen “escaso valor probatorio”, según dicen los propios documentos policiales. Es decir, poco o nada puede solicitar la Fiscalía sin nada sólido.

Fuentes judiciales aseguran que la jueza estuvo varias semanas sin recibir ningún informe por parte de los investigadores, por lo que desconocía en qué punto se hallaban las pesquisas. De hecho, dio una pequeña reprimenda a la UCO al preguntar a su responsable acerca de las filtraciones a la Prensa, ya que se publicaron resultados de informes que aún no habían sido remitidos al juzgado. Las mismas fuentes aseguran que cuando se puso sobre la mesa la posibilidad del sobreseimiento, a la semana siguiente se recibieron en el juzgado media docena de informes de distintos profesionales y peritos que están trabajando en la causa. Sin embargo, alguno de los más importantes, siguen sin llegar.

Uno de ellos sería el informe elaborado por el departamento de Investigación y Reconstrucción de Accidentes de Tráfico (DIRAT), que practicaron mediciones en la curva donde encontraron a Esther para determinar el vehículo implicado. También esperan el informe definitivo de un perito externo que ya ha trabajado en más ocasiones con la Guardia Civil y que todavía no tiene su informe terminado.

En un documento preliminar explicaba al juzgado que se encontraba a la espera de “dos cuestiones”

relativas al análisis del módulo de navegación del turismo que fue remitido a la empresa fabricante en Alemania, concretamente a Dresde (Alemania), para un exhaustivo examen. En un primer análisis, eso sí, confirmó a la jueza que el sistema del Volkswagen T-Roc de Óscar había sido manipulado.

Es decir, Óscar habría pretendido eliminar datos de esta centralita, así como los que se graban en la llave del coche. Cuando los investigadores se la pidieron él dio la otra, que no usaba. Tampoco recordaba Óscar haber lavado el coche a mediodía del mismo 13 de enero, horas después de la desaparición de Esther (hay unas imágenes que lo prueban), ni sabe por qué aparecen sus móviles geoposicionados juntos las horas posteriores ni por qué una aplicación que cuenta sus pasos le marca “gran actividad” aquella madrugada cuando dijo que se fue a dormir tras dejar a la chica en la carretera. En la misma línea, tampoco le encontraba explicación a cómo su móvil se conectó de madrugada al bluetooth del coche, cuando supuestamente ya estaba dormido. A pesar de todas estas mentiras y contradicciones, Óscar sigue en libertad en base, principalmente, a esos informes de la Guardia Civil en los que hablan de “escaso valor probatorio”.