Estudio español

La huella «eco» de los fármacos es veneno para otras especies

Peces «feminizados», grillos estresados o aves desorientadas.Los químicos que nos curan enferman gravemente a los ecosistemas que nos rodean

El ciclo de los fármacos
El ciclo de los fármacosMiguel Roselló

En 2020, en plena pandemia de covid, se utilizaron 4,5 billones de dosis de medicamentos en todo el mundo, una cifra que no incluye el uso veterinario. Unos datos récord que pudieron estar impulsado por la propia crisis sanitaria, cuyo efecto se tradujo en picos de sustancias farmacológicas en las aguas residuales.

Conviene recordar que, en los albores de la pandemia– y fruto de la desesperación–, se usaron medicamentos que se pensaba podían ayudar a los pacientes a mejorar, como hidroxicloroquina, lopinavir, ritonavir o azitromicina. Y estos acabaron en el medio ambiente con consecuencias que no se conocen a fondoy que, a juicio de los expertos, son imprevisibles.

Pese que nos encontramos en un momento de amplio conocimiento sobre los efectos de la acción humana en el entorno natural– y de las estrategias para minimizar este impacto negativo–, el modo en el que los restos de los fármacos que utilizamos alteran el ecosistema– la llamada farmacontaminación –es un terreno relativamente poco estudiado. Y es que la solución a este problema no es sencilla, porque su uso es imprescindible. ¿Cómo se puede actuar frente a ello en un momento en el que el ser humano consume más medicamentos que nunca?

La prestigiosa revista «Science» publicó en julio un artículo que explora con detalle esta cuestión. «Greening The Pharmacy», de los españoles Gorka Orive (Universidad del País Vasco) y Unax Lertxundi (Instituto de Investigación Sanitaria Bioaraba), y hace un recorrido sobre los impactos ecológicos de este problema.

«El crecimiento de la contaminación derivada de la producción y el consumo de productos químicos sintéticos ahora supera a todos los demás perturbadores ambientales, incluido el del aumento de las emisiones de dióxido de carbono», señala Orive. «Aunque el uso de productos farmacéuticos ha traido y trae enormes beneficios para la salud humana y animal, también ha llevado a una mayor contaminación farmacéutica de los ecosistemas en todo el mundo», añade.

Efectos en los animales

El quid de la cuestión es que, liberados en el medio ambiente, los medicamentos pueden tener consecuencias toxicológicas muy importantes. La explicación es que las dianas terapéuticas y los sistemas fisiológicos en las que actúan los fármacos que usamos habitualmente no son exclusivos de humanos ni mucho menos. Muchas de esas estructuras y rutas de señalización están muy conservadas filogenéticamente, y están presentes en muchos organismos vivos.

Nada mejor que poder observarlo con ejemplos concretos. «Se ha constatado la muerte directa de buitres en la India y Pakistán, debido a su exposición ante un medicamento antiinflamatorio; o la feminización de algunos peces por anticonceptivos», detalla el científico.

Otro ejemplo interesante lo tenemos en muchas pruebas conductuales diferentes como: ansiedad, miedo y estrés, que se realizan en peces . «Los peces comparten con nosotros muchos de las vías de señalización y neurotransmisores (como la serotonina, la dopamina, la noradrenalina, entre otros). Estas sustancias son tan antiguas desde el punto de vista evolutivo que incluso se encuentran en organismos fuera del reino animal. Así, encontramos que un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina como es la fluoxetina –conocido antidepresivo–puede inducir cambios de comportamiento en los grillos», destaca.

Otros trabajos también destacan que los peces también sufren de estreñimiento a partir de su interacción con el antipsicótico clozapina o que las plantas acumulan benzodiazepinas que podrían actuar en su sistema GABAérgico. «En definitiva, los fármacos y metabolitos que utilizamos y excretamos al medio ambiente pueden tener efectos farmacológicos en diferentes especies», resume Orive.

Parece obvio pesar que la contaminación causada por los fármacos afecta también al ser humano y de diferentes formas, pero aún no hay suficiente investigación sobre el tema. «Una de las cosas que reivindicamos es que este problema afecta a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, en concreto en 13 de los 17» destaca el investigador de la Universidad del País Vasco. «Gracias a la pandemia nos estamos empezando a creer el concepto ‘One Health’ (una sola salud), y es que todo lo que afecta al medio ambiente y a los animales revierte en algún momento a la humanidad de forma directa o indirecta».

Residuos sin tratamiento

Los productos farmacéuticos se producen en instalaciones industriales y se consumen en la producción agrícola, hospitales, establecimientos de salud y hogares. Se liberan al medio ambiente a través de excrementos, orina, y aguas residuales, a menos que se regulen adecuadamente y se traten los productos de desecho. La realidad es que las plantas de tratamiento de aguas residuales no eliminan completamente los restos de fármacos, que acaban diseminándose en los distintos ecosistemas. De hecho, según la Unesco, el 50% de las aguas residuales del mundo acaban de nuevo en el medio ambiente sin ninguna forma de tratamiento.

¿Tiene solución?

Visto el problema, y teniendo en cuenta que los medicamentos son y seguirán siendo una parte esencial del hecho de que, en España, la esperanza de vida en el último siglo haya aumentado en unos 40 años, lo importante es saber cómo se pueden encontrar soluciones. “Hay que ser cuidadoso con el abordaje de este asunto, hay que evitar a toda costa que el estudio del impacto ambiental de los medicamentos repercuta negativamente en el acceso a los mismos por parte de los pacientes que los necesitan”, comenta Orive.

«La industria farmacéutica, y sus clientes, deben evaluar y ajustar muchos aspectos del ciclo de vida farmacéutico. Por ejemplo, desarrollando moléculas más ecológicas con menor impacto ambiental. Esto quiere decir que sean biológicamente menos reactivas o más fáciles de eliminar del medio ambiente», señalan los autores en el trabajo.

También está la posibilidad de desarrollar mejores técnicas para el tratamiento de aguas residuales, en definitiva, limpiar mejor las aguas de los ríos.

Uso racional

Por otro lado, está el aspecto clave del uso juicioso y responsable de los fármacos, tanto en medicina humana como veterinaria, para lo que deberían priorizarse las intervenciones no farmacológicas cuando sea posible.

En España, las campañas de uso racional de medicamentos son una constante desde hace dos décadas, pero, en los últimos años, los efectos del abuso de los antibióticos han acaparado muchos titulares por su efecto en la producción de «superbacterias» resistentes a los tratamientos. Quizá ese sea el hilo del que tirar inicialmente para que el mensaje cale y se pueda evitar el impacto negativo de algo que tanto nos ayuda.