Sociedad

El gaitero Real

Carlos III comienza el día escuchando música de gaita durante 15 minutos, todo muy bien medido y ordenado, eso sí, y esto sucede allá donde vaya

El príncipe Carlos y su esposa, Camila, en una visita a Irlanda del Norte
El príncipe Carlos y su esposa, Camila, en una visita a Irlanda del Nortelarazon

En la consulta del dentista ya no es como antes; desde el covid, no hay revistas ilustradas a todo color que se hojeaban mientras esperábamos el temido momento de sentarnos en el atemorizador sillón con la escupidera al lado. Debo advertir que a mí me suele dar sueño y me duermo mientras me hurgan, me arreglan o me sacan una muela, como ocurría hoy. Pero, para ser sincera, diré que, lo que realmente hice, fue pensar en las líneas que iba a escribir para esta columna.

Durante el lapso de tiempo que se sucedió hasta el momento en que la enfermera abrió la puerta y pronunció mi nombre y apellido para que entrase, paseaba de un lado a otro en internet, buscando temas amenos, que para amargarnos la vida ya están la política nacional e internacional. El pírrico triunfo de Lula da Silva es algo que no por esperado, nos deje de producir preocupación. Pero no será eso lo que comente en mis párrafos siguientes.

Así, encuentro dos apuntes encantadores sobre los Reyes Carlos y Camila, quienes se han retratado juntos para felicitar a los británicos que cumplan 100, 105 años o más, conservando de esta forma una tradición que se remonta a 1917, tarjeta que también reciben las parejas que celebran su 60, 65 o 70 aniversario de boda. La siguiente nota nos informa de que Carlos III comienza el día escuchando música de gaita durante 15 minutos, todo muy bien medido y ordenado, eso sí, y esto sucede allá donde vaya. Un gaitero, el gaitero Real que también tocaba para su recién fallecida madre, la Reina Isabel II, entona sus piezas favoritas bajo su ventana.

Alguien dijo que «todo lo que no es tradición es plagio». En la fachada del Casón del Buen Retiro de Madrid, se reproduce esta frase de Eugenio D´Ors para indicar que, sin contar con la tradición, no cabe la verdadera originalidad. Lástima que en la actualidad y fuera del Reino Unido, naturalmente, muchos se empeñan en cargarse todo lo que nuestros ancestros fueron elevando al universo de lo legendario, lo clásico, lo continuista, lo típico…