Una figura singular

¿Un Papa popular?

En el Papamóvil en Friburgo en 2011
En el Papamóvil en Friburgo en 2011Michael ProbstAgencia AP

La Plaza de San Pedro y la Via della Conciliazione ya han sido adaptadas para acoger la extraordinaria afluencia de fieles que van a querer rendir homenaje, a partir de esta mañana y hasta el próximo miércoles, al Papa emérito. Se han instalado toda una serie de vallas para canalizar a la multitud que desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde de hoy podrán acceder a la Basílica de San Pedro.

Antes de esa hora, y de forma privada, los restos mortales de Joseph Ratzinger revestidos con los paramentos litúrgicos serán trasladados desde la capilla del Monasterio Mater Ecclesiae, donde han sido venerados por los miembros de la llamada «familia pontificia», al máximo templo de la cristiandad.

Las cifras que se barajan son imponentes: se estima que ya hoy lunes pueden ser 35.000 las personas que se pongan en fila y se sometan a los severos controles de seguridad; la mayoría de ellos serán romanos o italianos, pero ya hemos podido comprobar que no es precisamente pequeño el porcentaje de los que han llegado a Roma con el único objetivo de dar un último adiós a un Papa más amado de lo que se suponía. La Gendarmería y los «Carabinieri» adelantan la hipótesis de que el jueves 5 de enero, día en que se celebrará el funeral en la Plaza de San Pedro, la multitud podrá superar la cifra de 60.000 presencias.

Son datos por ahora hipotéticos, pero que revelan desde ya una realidad incontestable: Benedicto XVI, desde su sencillez y sin pretender nunca ser un Papa «popular» (como lo fue su predecesor Juan Pablo II), ha entrado en el corazón de muchos católicos, pero no solo, porque otros cristianos, judíos e incluso musulmanes han manifestado su dolor y tristeza por su desaparición que han privado al mundo de una figura singular que entra por derecho propio en los anales de la historia.