Opinión
La transparencia del Papa Francisco
Bergoglio no oculta sus problemas de salud ni se esconde de la vejez. “Para la edad que tengo estoy normal. Puedo morir mañana pero vamos, está controlado”, señaló en una de sus últimas entrevistas.
Ya es difícil llevar la cuenta de las entrevistas que durante sus años de pontificado ha concedido el Papa Francisco a diversos medios de comunicación: periódicos, cadenas de radio o televisión, semanarios. La última, el 24 de enero, a “Associated Press”, la agencia multimedia que suministra noticias a miles de clientes en todo el mundo.
En esas conversaciones Bergoglio se refiere a múltiples temas de orden teológico, moral, político y revela detalles de su política de gobierno para la Iglesia universal. Pero también habla con insólita franqueza de sí mismo, de su historia personal, de sus lecturas, de sus gustos musicales e incluso deportivos. También de su salud.
En el verano del 2021 se sometió a una delicada operación para extirparle unos divertículos y desde hace meses ha sufrido intensos dolores en la rodilla que le han obligado a utilizar una silla de ruedas.
Pues bien en esa entrevista entra en detalles sin ningún pudor: ”De emotivo- dice- soy medio loco. Estoy bien. La rodilla, gracias a una buena terapia y a la magnetoterapia, el láser…se soldó el hueso. No fue necesaria la operación. Ya estoy caminando, me ayudo con el carrito; todavía tengo que usar esto para no caer. Después el problema de los divertículos vuelve pero está controlado. Estoy bien de salud. Para la edad que tengo estoy normal. Puedo morir mañana pero vamos, está controlado”.
Creo que no se puede pedir mayor transparencia; una actitud que contrasta con la que se ha practicado desde siempre en el Vaticano donde, según decían irónicamente los romanos, “los papas se mueren gozando de buena salud”. Por no hablar de los políticos y gobernantes que disimulan, silencian y ocultan sus enfermedades hasta que no les queda más remedio .
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