Entrevista

Anil Seth: «Nuestra mente no está preparada para gestionar la Inteligencia Artificial»

Este neurocientífico británico sostiene que la realidad que vivimos es una "alucinación controlada" creada por nuestro cerebro

Anil Seth, neurocientífico
Anil Seth, neurocientíficoLovis Ostenrik

Anil Seth (Oxford, 1972) es uno de los neurocientíficos más brillantes de su generación. Su intervención de 2017 en la plataforma divulgativa TED Talk ha sido vista por más de trece millones de personas. Apenas 17 minutos en los que explica que la realidad que percibimos es una alucinación controlada, resultado de lo que nuestro cuerpo le dice al cerebro y lo que éste interpreta. No vemos las cosas como son, sino como somos. Habla con LA RAZÓN a través de Skype desde la Universidad de Sussex un par de días antes de acudir a Madrid para presentar su último libro, «La creación del yo» (Sexto Piso).

¿Cómo definiría la consciencia?

Uso una fórmula bastante práctica: es lo que desaparece cuando te ponen anestesia total y lo que recuperas cuando despiertas. El filósofo Thomas Nagel lo explicaba de una forma muy bonita: para un organismo consciente, hay una forma de ser ese organismo. Para mí, para ti, hay una sensación particular de ser una criatura viva. Una mesa o una silla no tienen ese sentimiento, son objetos.

¿Quién habla cuando decimos «yo»?

Esa es la gran pregunta, qué significa ser uno mismo. No creo que detrás de ese «yo» que habla esté nuestra esencia, esa versión moderna de la antigua concepción del alma. Pero sí que hay una identidad consistente y coherente que cada uno de nosotros posee y que pervive a través del tiempo. Ese «yo» es una colección de conjuntos de memorias y planes para el futuro. También hay otros aspectos, como el cuerpo en el que habitas, las emociones que tienes, las expectativas y la visión del mundo que te rodea. Todo eso contribuye a esa sensación de ser uno mismo.

¿Tiene alguna relación con la noción del ego de Freud?

No creo que sea la misma cosa. Digamos que ese concepto yo me lo salto. Entiendo que es una literatura fascinante y que a menudo se desprecia, pero parte de un sitio totalmente distinto al que yo propongo. No se parece a la concepción moderna de la neurociencia sobre cómo se organizan el cerebro y la mente.

Usted dice que la realidad es una serie de alucinaciones. ¿Nos lo puede explicar?

Bueno, la forma correcta sería decir que la experiencia de esa realidad es una alucinación. No es que la mente se lo invente todo. Para nada. Hay un mundo ahí afuera y un cuerpo aquí, pero la manera en que nos encontramos con ese mundo a través de la experiencia consciente siempre es una construcción. El cerebro genera nuestra experiencia tanto del cuerpo como del mundo. Y, a priori, esto no es algo evidente. Parecería más bien que el mundo físico, con todas sus propiedades, colores, formas y olores estuviera simplemente ahí de manera independiente y penetrara en nuestra mente a través de los ojos y de los oídos. Eso es engañoso.

¿Qué sucede, entonces?

El cerebro toma información del mundo y del cuerpo y hace una interpretación de ello, eso es lo que experimentamos. Por eso digo que no experimentamos el mundo y lo que pasa en nuestro cuerpo de manera directa, sino la versión que el cerebro cree más plausible. Todas las experiencias se generan internamente, lo que ocurre es que en la vida normal estas experiencias están relacionadas de manera práctica con lo que ocurre. Entre distintas personas todos miramos el cielo y estamos de acuerdo en que está azul, pero en realidad convenimos en la misma alucinación, por eso creemos que vemos las cosas como son. Lo cierto es que vemos las cosas como somos nosotros, tal y como decía la novelista Anaïs Nin.

¿Nos hemos puesto de acuerdo en la realidad que vemos?

Eso es muy importante. Decimos que todos experimentamos lo mismo en parte porque creemos que solo vemos lo que hay, así que, ¿por qué tendría que haber diferencias? Y, además, usamos las mismas palabras para definir las mismas cosas. El lenguaje común es el precio que pagamos por comunicarnos y que, de alguna manera, desdibuja los pequeños matices que podrían existir. Hay un experimento reciente muy interesante que se fija en la diversidad de la percepción. Es parecido al término neurodiversidad, que se usa para referirse a condiciones muy particulares, como el autismo o el TDAH. Irónicamente, refuerza la idea de que, si no eres neurodiverso, entonces eres neurotípico y ves el mundo como es de verdad. ¡Es que no hay una sola versión de la condición neurotípica, hay muchas! Solo cultivar esta noción de que lo que vemos no es, necesariamente, lo que hay, nos hace más humildes.

¿Podemos afirmar entonces que existe una realidad objetiva independiente que cada uno lee de manera subjetiva?

Sí, podría decirse eso. A veces, la variación puede ser minúscula; otras, enorme. Asimismo, algunas cosas existen de una manera más objetiva que otras. Por ejemplo, un coche. Es una materia sólida que ocupa un espacio concreto. No depende de ninguna mente. Ahora bien, su color no existe en ausencia de un cerebro que lo perciba.

¿Y la Inteligencia Artificial?

Todo está cambiando muy rápido. Creo que no estaría mal sacrificar un poco el ritmo en aras de la seguridad y de un impacto controlado. ¡Lo hacemos en tantos campos! En medicina, aviación... Aceptamos la necesidad de regulación, algo que en IA no sucede. Sobre la consciencia creo que hay una gran confusión. Hay un debate abierto acerca de si se trata de sistemas inteligentes o simples cotorras de estadísticas. No creo que sean tan inteligentes como la gente cree. Y confundir la consciencia, que es un fenómeno eminentemente corporal e intrínseco a la materia de la que estamos hechos, con la inteligencia es parte del problema.

Anil Seth speaks at TED2017 - The Future You, April 24-28, 2017, Vancouver, BC, Canada.
Anil Seth speaks at TED2017 - The Future You, April 24-28, 2017, Vancouver, BC, Canada. Bret Hartman

¿Qué le preocupa más?

Que cada vez interactuamos más con sistemas que nos parecen dotados de consciencia. Es como una ilusión. Lo interesante es que, a pesar de que sabemos que no lo son, no podemos evitarlo. Como ocurre con las ilusiones ópticas. Esto va a ser muy disruptivo; si no podemos evitar atribuir consciencia a estas máquinas, esperaremos que se comporten de una manera determinada. Y eso nos puede llevar a cambiar nuestros juicios éticos sobre ellas u otras personas. Hay que pensarlo muy bien, nuestra mente no está preparada para relacionarnos con sistemas de este tipo.

¿La consciencia sigue evolucionando en nuestra especie?

Solo podemos especular. ¿Si una persona de hace cientos de años cae aquí vería los objetos igual que nosotros al segundo? Te preguntas cómo era la experiencia interna de los hombres de las cavernas, los que pintaron aquellas figuras. Quizá con las llamas y el resplandor sufrían alucinaciones. Yo apostaría a que la consciencia es bastante invariable a lo largo de los siglos si la entendemos como una experiencia corporal y emocional y no relacionada con procesos cognitivos. Creo que cambiará de alguna forma y en otras se mantendrá igual. La velocidad a la que está transformándose el mundo es una locura. Durante miles de años no ocurrió nada. Como dice Tim Urban, si la historia de la Humanidad fuera un libro de 1000 páginas, toda la historia documentada estaría en el último párrafo de la última página. En 20 años viviremos en un mundo completamente diferente. ChatGPT era terrible hace solo un año y mira ahora.

Pero, ¿cómo podemos conocer cuál es la experiencia de los otros?

Desde luego, es un reto. Tratamos de ver de manera objetiva cosas que son subjetivas. Y no podemos meternos dentro de la cabeza de nadie. No obstante, existen recursos en psicología y neurociencia para hacerlo. Empleamos ilusiones visuales, por ejemplo, y pedimos al sujeto que las describa. Digamos que hay dos círculos que parecen del mismo tamaño a sus ojos y luego, al mostrarles que son muy desiguales, calibramos la fuerza de esa ilusión óptica. O se puede hacer con colores o con entrevistas que revelan cosas como la sinestesia o la percepción distinta de las tonalidades.

¿Cómo se puede beneficiar la salud mental de estos hallazgos sobre la conciencia y el “yo”?

Está claro que si comprender cómo funciona el cerebro no nos ayuda a tratar enfermedades mentales, entonces la neurociencia no está cumpliendo su labor. Hay muchas formas de hacer eso. Unos de los aspectos más importantes es que el malestar psicológico viene de la manera en que experimentamos las cosas. Suele ser lo más primario. Cuando una persona sufre alucinaciones, como puede ocurrir con los psicóticos, ¿qué está pasando ahí realmente? Puedes darle medicación para suprimirlas, aunque eso no va a la raíz del problema. Hay evidencia científica que demuestra que la gente con depresión que medita obtiene beneficios porque abre un espacio entre cómo parece que son las cosas y cómo son en realidad.

Que no creamos todo lo que pensamos, ¿no?

Exacto. Y, sobre todo, que podemos cambiar esa percepción errónea, no significa que estemos rotos. Se puede hacer algo, no tiene que seguir así.

¿Cree que algunas enfermedades mentales agudizan la conciencia?

Depende de lo que entendamos por agudizar. Es verdad que se dice que las personas deprimidas son las más realistas. En el autismo, por ejemplo, se experimenta una percepción sensorial aumentada.

Dice que la consciencia es una máquina de hacer predicciones.

El cerebro no para de hacerlas sobre lo que hay ahí fuera y la información que le proporcionan los sentidos. Va mejorando cada vez para acortar lo que llamamos error de predicción. En eso andamos en mi equipo, en ver si desde ahí podemos explicar las emociones, el concepto de voluntad... Yo creo que sí.

¿Y experiencias como los “déjà vu”?

Lo que las caracteriza es una sensación de familiaridad, como si ya lo hubiéramos vivido. Eso significa que el cerebro, a veces, puede malinterpretar sensaciones. También ocurre con las experiencias extracorporales. No podemos tomarlas literalmente, no es que tu alma salga y te sobrevuele por ahí encima.

¿Y hay conciencia en los animales?

No podemos preguntarles, pero creo que podemos hacer algunas asunciones legítimas. La conciencia no se limita a los humanos ni al lenguaje, tampoco tiene que ver con la inteligencia. No hay que caer ni en el antropocentrismo, medir todo desde nuestra condición humana, ni tampoco en el antropomorfismo, atribuir condiciones humanas a los animales. Todos los mamíferos comparten la misma estructura cerebral, tan importante en humanos y primates. No tengo duda de que los mamíferos son seres conscientes. Lo que no sé es dónde trazar la línea. En el libro hablo de los pulpos, por ejemplo. Unos seres fascinantes, tan diferentes a nosotros pero tan inteligentes. ¿Y las abejas y las hormigas? Es difícil defender que todos los animales son conscientes. Algunos son simples robots biológicos.

Creo que menciona la capacidad de experimentar alegría o sufrimiento para poner esa frontera, ¿no?

Sí, pero imagine un pez. Tiene conductas de aversión del dolor, por ejemplo, y otras muchas que son fácilmente relacionables con experimentar sufrimiento. La pregunta es si detrás de eso hay alguna experiencia o son solo rutinas predeterminadas.