Entrevista
Dr. Antonio Alcaraz: «Este proyecto me ha devuelto al motivo por el que me hice médico»
El jefe del Servicio de Urología y Trasplante del Hospital Clínic, de Barcelona, ha vuelto a hacer historia al demostrar que hacer una trasplante así en un hospital español es posible
Junto al doctor Francisco Carmona, ha coliderado el primer trasplante de útero de nuestro país que ha finalizado con éxito en el nacimiento de un bebé. Pero este no es su primer hito (suya fue la primera nefrectomía vaginal del mundo) y puede que tampoco sea el último: «Ando siempre dándole vueltas a la cabeza», confiesa. Sin embargo, y pese a la complejidad técnica requerida en esta última operación, él destaca la parte emocional del proyecto y cómo el lograrlo le ha recordado el por qué se hizo médico.
¿Cuál ha sido la principal complicación que se han encontrado en una intervención complicada de por sí?
Fundamentalmente dos puntos. Uno, la complejidad organizativa, porque son muchos aspectos que hay que estudiar: el estudio de la receptora, el de la donante, luego el trasplante en sí, el ser capaz de implantar los óvulos fecundados en la mujer, la inmunosupresión, el que al final el niño llegue a término con viabilidad... el doctor Carmona es el que es el alma de todo ese proyecto. Donde yo me he centrado, es la cosa que marcaba la diferencia, el trasplantar un útero, y la dificultad técnica, básicamente, se debe a la vascularización de este, que es un órgano que cuando no está en gestación tiene muy pobre vascularización, con arterias que no llegan a 2mm. Además, por medio van pasando, por ejemplo, los uréteres que quedan entre medio de esas arterias y venas, y le da un poquito más de complejidad si cabe.
Este trasplante era un proyecto en el que llevan trabajando años. ¿Cuánto ha durado el proceso?
Desde el trasplante al nacimiento han sido dos años y medio. Y previamente, el estudio fueron como seis meses antes del trasplante. O sea, que han sido como tres años desde que el Dr. Carmona empezó con todo. Antes había habido entrevistas de la paciente con el doctor Carmona, se le habían explicado pros, contras y riesgos de la cirugía, tanto para ella como para la que iba a ser la donante, que en principio era su madre, pero unas semanas antes, por problemas médicos de la madre, tuvo que ser la hermana.
¿Hubo un cambio a última hora?
Exacto. Era la madre en la que se estaba estudiando como donante, que nos gusta más como concepto, pero la hermana, que ya tenía un hijo y cumplido su deseo gestacional, dijo «si no es mi madre, lo voy a hacer yo». Y la estudiamos, vimos que tenía un útero maravilloso, con unas arterias y venas que nos parecían correctas.
Han completado ya el segundo trasplante de estas características. ¿Llegará a normalizarse este tipo de intervención?
La idea es que sea así. En el Karolinska de Estocolmo está normalizado. Y antes de hacer la intervención fui con el Dr. Carmona a Dallas para ver un caso y esta gente lo hace de una forma sistematizada. Ellos tienen unos 15 niños ya nacidos, y para ellos ya un algo normal. Cuando llegué me dijeron que los tres primeros los habían perdido. Y pensé, «dónde nos estamos metiendo». Pero está funcionando lo que hemos hecho. El primero con el niño recién nacido y el otro está funcionando y yo creo, e intentaremos que tenga la evolución de que ha tenido Jesús, que ha ido bien.
Tengo entendido que uno de los motivos por los que no se hacen más trasplantes de este tipo es por una cuestión ética...
Se han hecho como unos 100 trasplantes en el mundo y han nacido alrededor de 50 niños, sobre todo en países poco «sospechosos» como Suecia y EE UU. Nosotros decidimos que lo íbamos a hacer como un proyecto de investigación para el que pedimos la autorización para hacer cinco trasplantes, de los cuales hemos hecho dos hasta el momento y la idea es, una vez realizados, evaluar los resultados. Lo que queríamos demostrar es la factibilidad del trasplante en nuestro medio, en un hospital español. Que somos capaces aquí de hacerlo. Tras presentarlo a los comités éticos pertinentes obtenemos la autorización administrativa para este estudio experimental. Se pueden aducir pegas, como que el útero no es ningún órgano fundamental. ¿Realmente tiene usted que arriesgar a la donante y a la receptora? Bueno, está también la libertad del paciente, de asumirlo, siempre y cuando pensemos que no estamos haciendo ningún disparate. Yo, por ejemplo, he hecho 1.600 trasplantes de riñón como primer cirujano y, de ellos, probablemente la mitad son de donante vivo, habitualmente a un pariente. Estamos acostumbrados a lo que es el donante vivo y esto es parte del juego. Los comités de ética consideraron que valía la pena autorizarnos y que se evalúe porque, obviamente, si no es factible ya no hay debate ético. Si no van bien, si no nacen niños, si se trombosan o el riesgo-beneficio es muy desfavorable, más vale que no lo hagamos. Pero no.
"Lo que queríamos demostrar es la factibilidad de hacer una trasplante así en un hospital español"
¿Y usted qué opina al respecto?
Lo que yo opine no tiene ningún interés. Es mi opinión, una entre 48 millones de españoles. Obviamente es positiva, no tienes nada más que ver la cara de esa madre, cómo mira a su hijo. A mí todo el mundo me busca por el aspecto técnico, pero lo que yo digo es que este es un programa de emoción, de pasión, de la tenacidad de esa madre desde el día uno, cómo quería su hijo y hasta que no ha nacido no ha parado y ha pasado por todo. A mí me ha devuelto personalmente al motivo por el que me hice médico.
La receptora sabemos sufre una enfermedad por la que no tiene útero pero, ¿qué características tiene que tener la donante?
Tiene que ser una mujer sana, que tenga cumplido su deseo gestacional, que puede ser perfectamente –y, de hecho, preferimos– incluso menopáusica, pues al poner ese útero otra vez en el ambiente hormonal de una mujer fértil, con sus ovarios activos, vuelve otra vez a funcionar. Y esas básicamente son las condiciones. Una mujer sana que pueda afrontar una cirugía de histerectomía y un útero que sea normal y que se ha demostrado ha sido capaz de gestar a un hijo.
Este proyecto corre a cargo del propio hospital, pero ¿cree que, si los resultados son positivos, se incorporará al SNS?
Eso es. Pero esto no le ha costado ni un duro a la Sanidad pública. El dinero que se ha gastado es todo un proyecto de investigación. No hemos dejado de hacer nada, ni hemos gastado el dinero a futuro. Hay que establecer un debate en la sociedad, con tranquilidad, y ver puntos a favor y en contra. Y algo importante será el coste económico, a cuántas personas podemos beneficiar o si ese dinero interesa ponerlo más ahí o en salud dental. Eso no lo sé. Es ya otro debate. Yo lo que tengo que hacer es demostrar que es factible, que es algo que se puede hacer y con seguridad.
En algunos países se han hecho con donante cadaver. ¿Qué ventajas o inconvenientes tienen una y otra modalidad?
Muy pocos. Y normalmente los donantes son multiorgánicos. No es que una mujer que haya fallecido diga yo voy a dar el útero. Da los riñones, el hígado, el páncreas, el corazón... Entonces, si le pedimos el útero seguro que lo dona, pero su extracción son muchas horas, y siempre existe el riesgo de que acabemos dañando otros órganos durante esa cirugía por mala perfusión, y el demorar toda esa cirugía, durante 8 o 10 horas para que entren el resto de equipos de órganos que se consideran vitales y que, en teoría, irían por delante del útero, también genera un debate ético. Todo es debatible. Además, la cirugía del donante vivo es mucho más controlada, la puedes planear, con el paciente perfectamente estudiado, saber las arterias como son, no hay que movilizar a todo el mundo corriendo... Tiene una serie de ventajas indudables. Pero no nos cerramos a hacerlo de donante fallecido. Pensamos que es una maravillosa opción y que, seguramente, acabemos haciéndolo también con donante fallecido si la sociedad decide que sí, que vale la pena hacerlo.
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