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Vaticano

Becciu y el limbo de los 325 folios de WhatsApp

El cardenal se aferra a unos chats para recurrir su condena como motor del mayor escándalo financiero del Vaticano

El cardenal Becciu fue excluido del cónclave ASSOCIATED PRESSAP

El juicio de apelación con el que el cardenal italiano Angelo Becciu busca demostrar su inocencia frente a la histórica condena por malversación que arrastra comenzó ayer con un gesto por parte del juez hacia los condenados. El decano del Tribunal de la Rota, Alejandro Arellano, admitió a trámite la moción de recusación del promotor de Justicia, Alessandro Diddi, presentada por cuatro de los diez acusados: Fabrizio Tirabassi, Raffaele Mincione, Enrico Crasso y el propio Becciu. El promotor de Justicia de la Santa Sede en términos civiles correspondería con un fiscal y los condenados cuestionan la rigurosidad de sus investigaciones, en tanto que rechazó como pruebas algunas conversaciones de WhatsApp que el purpurado que llegó a ser el «número 3» del Vaticano considera fundamentales para demostrar que él fue una víctima más y no el motor de la estafa.

De hecho, confía en que el juez admita más de 325 folios en los que se recogen esos chat de móvil entre los principales involucrados en una trama vinculada con la compra-venta fraudulenta de un edificio en el centro de Londres y con el que la Iglesia calcula que llegó a perder 200 millones de euros.

Según los abogados de la defensa, en estos diálogos se dejaría entrever una conducta cuestionable por parte de la policía del Vaticano, de Diddi y del propio Francisco. En ellos, se documentaría un empeño por parte de dos asesoras vaticanas involucradas en la trama, Francesca Chaouqui y Genevieve Ciferri, con el fin de persuadir al sacerdote Alberto Perlasca, principal colaborador de Becciu, para presentar a su jefe como culpable y hundir a quien llegó a ser sustituto de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado y prefecto de la Causa de los Santos. Sea o no cierto, lo que buscarían los abogados es evidenciar que la investigación estaba contaminada desde el principio, que Diddi no habría sido riguroso en su trabajo y que, por tanto, no se habría llevado a cabo un juicio justo. Lo cierto es que, dándoles voz ahora, el español Alejandro Arellano podría despejar cualquier duda sobre una manipulación deliberada. Sin embargo, esto podría hacer que el proceso de apelación se demore cerca de un año.

En total, esta primera jornada, que arrancó en torno a las nueve y media de la mañana, con media hora de retraso, apenas duró dos horas con un aplazamiento hasta hoy. Desde la Santa Sede, solo el Instituto para las Obras de Religión recurrió la sentencia, alegando una cuantificación incorrecta del daño financiero y reputacional sufrido por la institución por la gestión de Becciu. Sin embargo, los condenados, no solo impugnaron la sentencia, sino también las quince órdenes emitidas por el Tribunal entre 2022 y 2023. La audiencia se aplazó hasta hoy para que se admitieran o retiraran las excepciones de inadmisibilidad planteadas tanto por el promotor de justicia como por la defensa.

Lo más jugoso de la cita fue la orden dictada por el Tribunal de Apelación a la Secretaría del juzgado para que, transcurrido el plazo de tres días establecido por el Código de Procedimiento Penal, transmitiera la nueva orden y las posibles respuestas del promotor de Justicia al Tribunal de Casación, que resolverá sobre la moción de recusación. O lo que es lo mismo, Diddi tiene 72 horas para defender que llevó a cabo su trabajo de forma correcta. A la par, los cuatro cardenales que forman el Tribunal de Casación, el equivalente al Tribunal Supremo en España, tendrán que analizar el asunto y resolver sobre el fondo del caso.

En el transcurso de la vista oral de ayer, Arellano se dirigió al promotor de Justicia para preguntarle cuál era la posición que adoptaría ante la acción coordinada contra él de los condenados. «Por fin tengo la oportunidad de defenderme de una serie de acusaciones y agradezco a la defensa esta iniciativa», respondió Alessandro Diddi. Justo después detalló que «quiero aprovechar el plazo de tres días para expresar con serenidad mi punto de vista y disipar las dudas que han surgido en los últimos meses sobre el desarrollo de la investigación». «Por ahora, considero mi deber abandonar la audiencia», remató.

Durante la sesión, uno de los dos jueces legos, Massimo Masella Ducci Teri, resumió los puntos clave de la sentencia y se reconstruyó todo el proceso procesal. Fue entonces cuando el cardenal Becciu tuvo que revivir el viacrucis del que ha sido protagonista en la recta final del Pontificado de Francisco. A sus 77 años, busca revertir su condena a cinco años y seis meses de prisión más la inhabilitación perpetua para cargo público y 8.000 euros de multa por el escándalo del inmueble londinense. Becciu se convirtió además en coprotagonista de la Sede Vacante previa al reciente cónclave, porque reivindicó su participación con voz y voto en la Capilla Sixtina, a pesar de que el papa Francisco le había despojado de todos sus privilegios púrpuras. Aunque durante unos días mantuvo el tira y afloja, y finalmente se autodescartó.