Valencia
El padre preadoptivo: «La madre biológica ratificó el proceso de adopción»
La pareja había recurrido la decisión al Tribunal Supremo y ha tenido que entregar a su hijo preadoptivo antes de conocer el resultado de dicha sentencia.
Alberto Bordes Folgado y su mujer Noelia viven con el corazón roto desde que la Justicia les obligó a entregar a su hijo preadoptivo. Para ellos es su hijo, porque llegó a sus vidas a los 18 meses y ha estado con ellos hasta los cuatro años. Ahora, un juez ha decidido que regrese con su madre. Es legal y la madre tiene la legislación de su parte, pero Alberto y su mujer han perdido a un hijo. Después de que se vertieran todo tipo de acusaciones contra la madre biológica, ésta decidió dar su opinión mediante una carta enviada a LA RAZÓN.
Ahora, Alberto ha querido dar su versión completa de los hechos con una misiva remitida al diario Levante-EMV.
Para Alberto, "en cualquier tribu centro-africana tienen leyes más justas y las aplican mejor que en España". Argumenta que llevan años buscando formar una familia y que cuando pensaban que lo habían logrado, les vuelven a dar un mazazo: "Habiendo pasado muchos años esperando poder adoptar en China, nos dijeron desde Consellería de Bienestar de Valencia que podríamos abrir la puerta de la adopción nacional. Viendo los años que habían pasado, decidimos hacerlo y volver a pasar por todos los procesos de idoneidad hasta que nos consideraron aptos para nacional, que curiosamente no es lo mismo que ser apto para la adopción internacional".
Así, relata que les llamaron para adoptar a un niño de Oviedo: "Aceptamos de inmediato y viajamos a Asturias para que nos realizaran una nueva valoración porque tampoco era suficiente la de los compañeros de Valencia... Ya somos tres veces idóneos...". Una semana después, recibieron una llamadas para indicarles que habían sido elegidos entre la terna de candidatos valorados.
"Todo el esfuerzo había valido la pena, porque Joan por fin llegó a nuestras vidas... Pasamos en Oviedo un proceso de adaptación que fue increíblemente rápido, gracias en gran parte al excelente trabajo de las profesionales que se encargaban del cuidado de nuestro hijo. Joan vino a Valencia cuando tenía sólo 18 meses y rápidamente se integró. Familia, amigos, colegio... entró en nuestras vidas para quedarse con nosotros para SIEMPRE", dice.
Debido a su nueva situación, decidieron no renovar la documentación para la adopción internacional porque no podían imaginar lo que les deparaba el futuro. Los pasos para la adopción definitiva iban según lo previsto. Según indica Alberto, "llegó el día de ratificar el proceso de adopción de Joan, cosa que hicimos tanto nosotros como la madre biológica de forma voluntaria". El primer contratiempo llegó varios meses después, tras una impugnación de la adopción, pero el juzgado de Primera Instancia número 7 de Oviedo sentenció que el proceso había sido correcto.
El caso llegó a la Audiencia provincial de Oviedo y comenzó el "via crucis"de esta familia. "Los magistrados basándose en el informe de un solo psicólogo que realizó después de una única sesión, decidió echar por tierra todo el sistema de protección de menores y ordenó la entrega inmediata del niño a su familia biológica. Esta orden debía ejecutarla la jueza de Primera Instancia, que pudo oponerse y mantener su decisión inicial, ya que se había presentado recurso al Tribunal Supremo".
Alberto lamenta que el criterio de la Consejería de Oviedo y de la fiscalía de menores no fueran consideradas como suficientes y que se decidiera ejecutar la orden de entrega del menor a su madre biológica. La decisión fue recurrida pero no fue tomada en cuenta
Alberto explica que el 26 de julio, decidieron irse de vacaciones para aislarse y pasar el que podía ser el último verano con Joan. Defiende que nadie les había notificado nada y que "nunca hemos sustraído a ningún niño, como se afirmó en algún medio. Irse de vacaciones y apagar el móvil no es ningún delito".
Ya de regreso a casa fueron conscientes de que la jueza no aceptaba suspender la entrega hasta la decisión del Supremo y que había ordenado a la Policía que les buscara. No entienden la decisión, la consideran injusta. Sólo les queda la esperanza de que el Alto Tribunal tome una decisión que, sea en el sentido que sea, será una alegría para unos y un mazazo difícil de superar para otros.
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