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Ciberperitos contra el acoso escolar

Cada vez más progenitores solicitan informes periciales para rastrear el bullying que sufren sus hijos. Los expertos estiman que contar con este análisis aumenta en más de un 80% la probabilidad de éxito en un proceso judicial.

Conversación real del acoso escolar que sufría un estudiante vía WhatsApp
Conversación real del acoso escolar que sufría un estudiante vía WhatsApplarazon

Cada vez más progenitores solicitan informes periciales para rastrear el bullying que sufren sus hijos. Los expertos estiman que contar con este análisis aumenta en más de un 80% la probabilidad de éxito en un proceso judicial.

Desapariciones, espionaje conyugal, violencia de género digital... y, de un tiempo a esta parte, cada vez más padres solicitan la labor de un perito informático para rastrear el acoso escolar digital que sufre su hijo. «En una ocasión nos contactaron unos padres preocupados. Acababan de mudarse a Madrid y, al mes de comenzar el curso en el instituto, la madre empezó a notar cambios en su hijo. Estaba apagado y no había hecho amistades. Los temores se confirmaron cuando llegaron las notas. Fueron nefastas. Al final el joven confesó a sus padres las burlas y el acoso constantes que sufría de sus compañeros», explica Alejandro Fernández, perito de Servidet Soluciones Avanzadas.

Tras hablar con los padres, Alejandro se puso a rastrear cualquier huella digital que los acosadores hubieran dejado sin saberlo en la red. Sus hallazgos no dejaban lugar a dudas. El joven les había oído reírse de él, cómo le insultaban y vejaban. Pero lo que no sabía es que entre los «grupos de Whatsapp del instituto, los compañeros de su clase y de todo el centro se enviaban fotos de él modificadas» para reírse a su costa. Además, tras obtener su e-mail, «el chico recibía cada día uno o dos correos con las fotografías que le hacían junto a frases vejatorias». «La dirección desde la cual se enviaban las imágenes no estaba asociada a ninguna red social ni a ningún perfil de ninguna página web o foro. Se podía suponer que se había creado esa dirección para acosarle. Tras ver los correos y extraer las cabeceras, detectamos que no siempre aparecía la misma dirección IP. Varios chicos compartían la dirección de correo para hacer estos envíos. Se extrajeron todas las dirección IP y se geolocalizaron. Todas las localizaciones estaban próximas a la zona del instituto en el barrio donde vive el chico». En otro caso, una joven de 13 años sufría acoso diario a través de Facebook e Instagram. Sus compareñas de clase se burlaban de ella por su forma de vestir o la música que escuchaba. Aunque en este caso ella sabía perfectamente quiénes la insultaban, los progenitores solicitaron un informe pericial. «Querían acreditar esos insultos y esos perfiles para poder acudir a la Policía e interponer una denuncia».

La diferencia entre contar o no con un informe pericial es notoria: «Tienes un 80% o más de probabilidades de éxito si aportas un informe pericial ante un juez que si no lo presentas y mejor si lo presentas cuando vas a poner la denuncia», explica Encarni Iglesias, presidenta de la Asociación Stop Violencia de Género Digital, organización que nació hace un año y que se dedica a todo tipo de delitos de violencia a través de internet. De hecho, «los casos por los que más solicitudes de ayuda recibimos son por sexting y ciberbullying».

«En un año las llamadas para solicitar peritajes para investigar el acoso escolar digital han aumentado un 25%», precisa Arantxa Capa, directora de Servidet. Pero, ¿cómo descubre un perito informático el rastro que deja el acosador? «Depende del medio y del tipo de acoso, aunque siempre hay que analizar la situación para lograr identificar al autor y vincularle con los hechos. Normalmente se suelen identificar los dispositivos desde los cuales se han realizado estos hechos por la dirección IP, que es un número que identifica un dispositivo dentro de una red que es asignado por el proveedor de servicios, con lo que nos identificaría desde donde se conecta este dispositivo para realizar el delito», explica el perito. «El simple hecho de acceder a una página web desde un dispositivo genera un rastro con una dirección IP. Según qué medidas de seguridad tenga implantadas, se puede llegar a saber la marca del dispositivo y el sistema operativo. Hay veces que los acosadores se esconden a través de anonimizadores, por ejemplo en la Red Tor, que permite que salte entre dirección IP’s de diferentes países. En estos casos, hay que usar técnicas más complejas».

El principal error de los acosadores digitales es que «piensan que con abrirse un perfil falso es suficiente», asegura Encarni, que incide que incluso para esto hay mucho desconocimiento digital. Y es que en este caso, «la conexión queda reflejada en el modelo del dispositivo, sistema operativo y número de identificación único del terminal. De igual manera se identifica la IP desde donde se conecta y lugar donde se encuentra».

El tiempo que puede llevar hacer este peritaje varía, «hemos llegado a realizar rastreos que han durado nueve meses», añade el perito.

Sólo en el último año, «hemos registrado un 50% más de llamadas solicitando peritajes informáticos». Una labor en la que ayuda que la víctima «nunca borre ninguna información, ya sean conversaciones, llamadas perdidas, SMS, fotografías, etc. Este tipo de pruebas pueden dar mucha información para localizar a un acosador», concluye Fernández. Y abrir cualquier vídeo que nos manden por e-mail o por Whatssapp: «en un vídeo que te mandan puede venir un programa espía que se te queda en el teléfono y saben en todo momento donde estás e incluso verte por la cámara», añade Encarni.