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Ciencias humanas

Los genes influyen poco en la temeridad de las personas

Suponen apenas un 5% de la predisposición a ser temerarios, según un estudio internacional con participación española

Un participante en una competición de salto base / AP
Un participante en una competición de salto base / APlarazon

Un trabajo internacional, en el que han participado científicos de tres centros de investigación catalanes, ha identificado 124 variantes genéticas asociadas con la disposición de una persona para asumir riesgos y han demostrado que los genes apenas suponen entre un 5 y un 9 % de la predisposición a ser más temerarios.

«De un padre y una madre alta, es muy probable que nazca un hijo alto, porque el 80 % es genética, pero de un padre y una madre temerarios no necesariamente saldrá un hijo con tendencia al riesgo, porque la genética tiene poca influencia, entre un 5 y un 9 % sólo», ha explicado a Efe el Arcadi Navarro, investigador del Instituto de Biología Evolutiva (IBE-UPF-CSIC)

En la investigación, que publica la revista «Nature Genetics», han participado también científicos del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili.

Los resultados del trabajo arrojan luz sobre cómo los factores genéticos interactúan, pero en poca proporción, con las variables ambientales para afectar a la tolerancia al riesgo y a las conductas de riesgo.

Navarro ha explicado que el estudio ha revelado que ninguna variante afecta por sí sola significativamente a la tolerancia al riesgo de una persona en particular y demuestra que, «si bien entre las especies animales la genética sí es importante en el grado de riesgo, por ejemplo un ratoncito es menos arriesgado que un tigre, indica que entre los humanos no hay diferencias genéticas significativas que aboquen a ser más o menos temerario».

De ello se deduce, según Navarro, que «más del 90 % de la tendencia humana al riesgo es ambiental, de educación o circunstancial».

Navarro ha resaltado que se trata de uno de los mayores trabajos genéticos hechos hasta ahora porque se basa en datos genéticos de más de un millón de personas europeas.

«Para poder llegar a conclusiones significativas, muchos grupos de investigación decidimos aunar fuerzas e incorporar nuestros análisis genómicos a una base de datos común», ha comentado Navarro, que se ha encargado de recoger el ADN de la saliva de 3.000 voluntarios.

El grupo de investigación del IBE también sometió a los 3.000 voluntarios a experimentos conductuales, como someterles a juegos de apuestas para ver si apostaban más o menos dinero, además de preguntarles sobre si se atreverían a montar una empresa como autónomo o sobre los deportes que practicaban, para ver si eran de más o menos riesgo, si bebían alcohol, consumían drogas o tenían otras conductas temerarias.

«Las variantes genéticas asociadas con la tolerancia general al riesgo tienden a asociarse con comportamientos apresurados, el consumo de alcohol, tabaco y cannabis, y con inversiones dinerarias y actividades sexuales mas arriesgadas», ha explicado en un comunicado Jonathan Beauchamp, responsable de la coordinación del estudio y profesor adjunto de Economía en la Universidad de Toronto.

Según los investigadores, aunque los efectos de cada una de las 124 variantes genéticas son muy pequeños, su impacto combinado puede ser significativo.

Así, han descubierto que las 124 variantes genéticas están ubicadas en 99 regiones separadas del genoma.

«Algunas de ellas corresponden a regiones con inversiones genéticas que también se han asociado a otros fenotipos neuropsiquiátricos y relacionados con el desarrollo cognitivo», según Juan Ramón Gonzalez, investigador del ISGlobal.

El estudio no encontró pruebas que respalden las asociaciones encontradas previamente entre la tolerancia al riesgo y ciertos genes, como los genes relacionados con la dopamina o serotonina, que están involucrados en el procesamiento de recompensas y la regulación del estado de ánimo.

En cambio, los resultados sugieren que el glutamato y el GABA (ácido gamma-aminobutírico) contribuyen a la variación en la tolerancia al riesgo entre las personas.

Ambos son importantes reguladores de la actividad cerebral en humanos y animales: el glutamato es el neurotransmisor más abundante en el cuerpo y aumenta la comunicación entre las neuronas, mientras que el GABA lo inhibe. EFE