China

Cristina Tárrega: «Bruno salvó a un niño de morir ahogado»

La periodista convive con Charli, un caniche «toy» del que dice que es como su bebé, y bruno, un terranova que se mantuvo a su lado cuando se cayó y estuvo tirada en el suelo dos horas.

La periodista posa con Charli (izda.) y Bruno. Foto: Cipriano Pastrano
La periodista posa con Charli (izda.) y Bruno. Foto: Cipriano Pastranolarazon

La periodista convive con Charli, un caniche «toy» del que dice que es como su bebé, y bruno, un terranova que se mantuvo a su lado cuando se cayó y estuvo tirada en el suelo dos horas.

«Tengo dos perretes a los que adoro. Quizá porque nunca he sentido que nadie me quisiera de modo tan incondicional». Bruno es un terranova y le debe su nombre tanto al color de su pelo como a Bruno Mars. «Es mi compañero de soledad, de reflexión. Cuando quiero estar sola nos vamos juntos a hacer kilómetros», añade la periodista. Y el pequeño Charli, que se llama así porque se lo regaló un amigo con el mismo nombre, es un caniche micro «toy apricot». «Es una albondiguilla, mimoso, mimado, pero listo como un conejo y graciosísimo. Es como tener un bebé. Le lavo, le peino, le cepillo los dientes, le echo perfume, duerme conmigo, me hace trastadas... Le adoro. El problema es que como todo el mundo quiere uno como él, quiero cruzarle, aunque será difícil porque está entre Franco y Jesulín: solo tiene un testículo (risas)». Si el pequeño es la diversión y la zalamería, Bruno es la lealtad y la nobleza: «Salvó al hijo de un compañero de la tele, de un añito, sacándole de la piscina por un brazo. Si estás en casa con amigos que tienen pequeños, puedes estar tranquila porque los cuida». Pero, sin duda, el momento más emotivo que ha vivido con él fue cuando ella se cayó al suelo y estuvo tirada dos horas: «No se movió de mi lado y estuvo llorando conmigo por no haber podido parar el golpe ni lograr levantarme». Asegura que tiene ojos humanos y que, a ratos, «se me parece a Aurelio, el de “El planeta de los simios”. Te mira de una forma limpia y noble como pocas personas». Llegó a su casa hace cinco años, cuando su marido, el futbolista Mami Quevedo, tuvo que irse a China, «y fue como un segundo padre para mi hijo y para mí, una garantía de cariño y protección». Querían haberlo cruzado con Lola, la terranova de Marcelo (del Real Madrid), pero no se terció, «lo volveremos a intentar porque es un perro muy cotizado y no quiero castrarle». En cuanto a sus proyectos, Cristina está exultante: además de seguir en «El programa de Ana Rosa» y continuar con su agencia de comunicación, Kibo Media, en la que asesoran y colocan a grandes empresas, «tengo presentados dos proyectos de televisión y vuelvo a la radio. En medio, mi editora de La Esfera de los Libros me va a matar porque no le he entregado nada. Me encantaría hacer ficción, pero la gente me demanda la segunda parte de “Diez años más joven”», dice quien añora volver a hacer entrevistas. Cuando le comentamos que poca gente de la profesión habla mal de ella, se le llenan los ojos de lágrimas y responde: «Ese es mi gran patrimonio. Si yo vuelvo a la tele, descuelgo el teléfono y vienen. Como cuando le pedí a Isabel Pantoja que amadrinara una firma de cremas. Agradezco que me lo digas».