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Funeral del Papa Francisco

Los cuatro símbolos secretos en el ataúd del Papa Francisco

La ceremonia previa al entierro del Santo Padre se realizó de forma solemne y privada, con un ritual cargado de significado espiritual y tradición vaticana

Los cuatro símbolos secretos en el ataúd del Papa Francisco AP

Las exequias del Papa Francisco han estado impregnadas de profunda espiritualidad, respeto y un detallado protocolo lleno de simbolismo. Desde su capilla ardiente en la Casa de Santa Marta hasta la misa funeral en la Plaza de San Pedro, cada momento ha sido diseñado para honrar su vida y legado.

Pero uno de los actos más significativos, aunque reservado a unos pocos, fue el cierre del ataúd del Pontífice, un ritual solemne y cargado de símbolos que conectan la fe con la eternidad.

El Rogito: memoria escrita del pontificado

El primero de los símbolos fue el Rogito, un documento oficial que resume la vida, obra y legado del Papa Francisco. Este acta fue redactada por el ceremoniero pontificio, monseñor Diego Ravelli, y leída en voz alta ante los presentes. Firmada por los testigos, una copia fue colocada en un tubo metálico e introducida en el interior del féretro, mientras que la otra quedará en los archivos vaticanos.

Este acto busca preservar para la posteridad una constancia tangible de lo que representó Jorge Mario Bergoglio para la Iglesia y el mundo.

El velo blanco: símbolo de pureza

Uno de los momentos más íntimos del ritual fue cuando el rostro del Santo Padre fue cubierto con un velo de seda blanco. Este gesto, cargado de ternura y esperanza, simboliza la pureza del alma que se presenta ante Dios. Mientras se extendía el velo, se rezó una oración que habla de la vida escondida en Dios y la contemplación de su belleza en la vida eterna.

Ataúd del Papa Francisco durante su funeral.Agencia AP

Agua bendita: memoria del bautismo

El cardenal camarlengo, Kevin J. Farrell, tuvo a su cargo la aspersión del cuerpo con agua bendita, una tradición que remite al bautismo como puerta de entrada a la vida cristiana. Este gesto conecta el inicio de la vida de fe con su consumación final, en comunión con Dios.

Las 12 monedas: una memoria para el futuro

Finalmente, se colocó en el ataúd una bolsa con 12 monedas, una por cada año del pontificado de Francisco. Cada una de ellas está acuñada con su rostro y el año correspondiente. Esta antigua tradición tiene un doble propósito: honrar la duración de su papado y facilitar su identificación si, en algún momento futuro, sus restos fuesen exhumados.

Este detalle, profundamente simbólico, recuerda que aunque “el sudario no tiene bolsillos”, como él mismo decía, su legado permanece.

Con estos cuatro símbolos, el Vaticano ha cerrado no solo el ataúd del Papa Francisco, sino también un capítulo de la historia de la Iglesia, lleno de compasión, reformas y cercanía. Un acto íntimo que precede al descanso eterno del primer Papa latinoamericano.