La Razón solidaria
Dos años y 17 personas para salvar a Mocho
Un conductor atropella a un perro y lo arrastra varios metros tras quedarse enganchado en una rueda. Después, se da a la fuga. Así empieza la «operación Mocho», como se llama el perro, emprendida por la protectora de animales El Refugio. El que hoy Mocho pueda disfrutar y tener una familia es fruto del trabajo de 17 personas durante dos años. «Hemos querido hacernos eco de esta historia para que sirva de reflexión sobre el enorme trabajo que conlleva salvar la vida de un solo perro, porque muchas veces no se percibe. Es un homenaje a Mocho y a todas las personas que se dedican en el día a día al rescate de animales», cuenta a LA RAZÓN, Nacho Paunero, Presidente de El Refugio.
En este caso, el protagonista es un precioso mestizo de sólo un año y medio que fue acogido por el equipo de la protectora de animales de Madrid después del salvaje accidente que sufrió. Pero primero Mocho fue recogido por el conductor que iba detrás del autor del atropello con varias fracturas en las patas delanteras. Los veterinarios de El Refugio tuvieron que someterle a varias intervenciones: desde injertos de piel a cirugías en la cadera. «Fueron ocho o nueve largas operaciones», relata Alba, la responsable de coordinar las adopciones de la protectora.
Después de todo el sufrimiento que supuso para el animal el proceso y tras doce largos meses de recuperación, en el que intervienen muchas personas, Mocho ha conseguido un hogar con Marichu. «Su cara me encantó», dice. Por eso, nada más ver al mestizo, decidió abrirle las puertas de su casa y de su corazón.
Marichu cuenta que Mocho está ya totalmente recuperado, gracias al enorme trabajo de todo el equipo de El Refugio, que además de darle los cuidados médicos necesarios, también le dieron el cariño necesario.
«Normalmente, los perros que nos llegan después de una experiencia desagradable, son mucho más fácil de recuperar emocionalmente que físicamente. En cuanto les das algo de cariño, corresponden», explica Alba a este periódico.
Marichu le da la razón. Cuenta que Mocho es un perro cariñoso, juguetón y atento con ella. No le han quedado casi secuelas físicas, «lo único es que a veces se cansa un poco paseando. Nos paramos un momento, y seguimos. Pero eso es todo; si no, está todo el día jugando». Esta es una historia con final feliz. Pero esto no pasa siempre, como advierte Paunero. «Lo peculiar de este caso es que hemos podido documentarlo de principio a fin, para concienciar a la gente del enorme coste en personal, recursos económicos, tiempo y sufrimiento del animal que acarrea un sólo abandono», cuenta Paunero. Esto sucede más de lo que pensamos, Mocho no es un protagonista único.
Alba explica que «en torno a un 20 por ciento de los casos que recibimos cada año en El Refugio, son animales atropellados». Sin embargo, este caso ejemplifica muy bien una cuestión importante: «el contraste entre lo desvalido que llegó Mocho y lo feliz que está hoy gracias a todas las personas desinteresadas que le han ayudado por el camino», dice el presidente de la protectora madrileña. Marichu lo tiene claro: «hay que adoptar a las mascotas», un asunto sobre el que Paunero se muestra esperanzado porque «estamos mucho más concienciados que hace diez años. Hoy no hay nadie que no sepa que se puede adoptar una mascota. «Además, en el campo legal ha habido conquistas que nos han hecho avanzar mucho», añade. No obstante, no se muestra del todo satisfecho. «Es cierto que queda mucho camino por recorrer, siempre queremos más, pero hay que reconocer los avances que ha habido y la buena dirección que hemos emprendido», añade.
Todos estos avances, tanto en la concienciación de nuestra sociedad como en las protecciones legales, así como la principal y enorme labor de rescatar las vidas de estos animales y encontrarles un hogar se deben, en parte, a gente como los trabajadores y voluntarios de El Refugio. Sin su labor nada de esto sería posible. No reciben ningún tipo de financiación externa a las cuotas de sus socios, que colaboran con tres euros todos los meses. Ahora bien, ¿existen muchas dificultades para conseguir nuevos socios? Por que la mayoría de las veces su tarea conlleva gastos importantes. «El objetivo principal es que la gente quiera colaborar porque les gusta y cree en tu proyecto. Llevamos 22 años y hay socios que llevan apoyándonos 20 años. Hay personas muy comprometidas. No podemos olvidar que no es fácil que la gente se sume a este tipo de proyectos. Se tienen que interesar en la labor y comprometer a nivel económico». Como dice Paunero, en la vida de Mocho, como en la labor de El Refugio, «muchos pocos hacen mucho».
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