Medio Ambiente

E-basura: la última amenaza para la Tierra

Los desechos electrónicos se triplicarán en 2050 Menos del 20% de los «desperdicios 2.0» que se generan en el mundo se recicla. Hacerlo de forma inadecuada supone un grave riesgo para la salud de los trabajadores que los manipulan

Una correcta política de inversiones puede hacer que se reciclen 500.000 toneladas al año / Dreamstime
Una correcta política de inversiones puede hacer que se reciclen 500.000 toneladas al año / Dreamstimelarazon

Los desechos electrónicos se triplicarán en 2050 Menos del 20% de los «desperdicios 2.0» que se generan en el mundo se recicla. Hacerlo de forma inadecuada supone un grave riesgo para la salud de los trabajadores que los manipulan.

Siete organismos de las Naciones Unidas se han unido esta semana para lanzar al mundo un mensaje preocupante: la basura electrónica nos está comiendo. El anuncio incluye una llamada internacional para tomar medidas cuanto antes. Y va para las empresas productoras de tecnología, las instituciones investigadoras y educativas, los sindicatos, los gobiernos y la sociedad civil. El objetivo es detener las cantidades ingentes de desperdicios electrónicos que generamos cada año. Parece que será la primera de una serie de acciones de alerta que recuerdan a otras anteriores: las que buscaban detener el agujero de la capa de ozono, el calentamiento global o la contaminación de los océanos por plásticos.

Puede que la próxima amenaza ambiental se llame e-waste (e-basura). Pero, ¿qué es la e-basura? Cada año se desechan aproximadamente 50 millones de toneladas de componentes electrónicos inservibles: restos de ordenadores, teléfonos móviles, circuitos, monitores, cables, chips, baterías... Todo ello genera una montaña de residuos que pesa más que toda la flota de aviones comerciales que hay en el mundo. Su valor ronda los 65.000 millones de dólares.

Menos del 20 por ciento de este material se recicla habitualmente. Aunque de manera informal (e ilegal), millones de personas en todo el mundo (en China la cifra ronda las 600.000) trabajan en duras condiciones separando, tratando, destruyendo o volviendo a comercializar partes de esos componentes que se tiran a la basura todos los días.

En España existe una ley –el Real Decreto 208/2005 que entró en vigor el 13 de agosto de 2005– que obliga a los fabricantes, vendedores y distribuidores a hacerse cargo de la recogida, tratamiento y recuperación de los productos electrónicos que venden. Los consumidores también estamos obligados a no abandonar un ordenador o un teléfono móvil que ya no nos sirve en cualquier lado. Sin embargo, lo hacemos. Las 20 plantas de tratamiento de residuos electrónicos que hay en nuestro país (y por las que pagamos 360 millones de euros al año) están casi vacías y algunas de ellas trabajan solo media jornada por falta de material. No tenemos cultura del reciclado de e-basura.

El problema de la chatarra electrónica va mucho más allá de su daño al medio ambiente. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Zhejigan de China y publicado en la revista «Environmental Research» asegura que los contaminantes que emite la basura electrónica causan inflamación en los tejidos humanos, y su respuesta a nivel celular podría ser la causa de graves problemas en la salud a largo plazo. Hasta ahora, se sabía que muchos componentes de la chatarra electrónica (plomo, cadmio, cromo...) eran contaminantes por separado, pero no había evidencias científicas de lo perjudicial de este cóctel. Tras estudiar un cultivo de varias células en laboratorio, se demostró que éstas sufrían inflamación, estrés y daños en su ADN al estar expuestas a los contaminantes generados en un basurero electrónico cercano.

Las muestras para la realización de esta investigación fueron tomadas en Taizhou, una región en el oeste de China, donde cada año se tratan unos dos millones de toneladas de basura electrónica. Allí, se estima que unas 60.000 personas trabajan sin protección. Investigaciones anteriores en áreas de reciclaje habían identificado moléculas potencialmente carcinogenéticas, como hidrocarburos aromáticos policílicos –que se forman cuando los productos derivados del petróleo son quemados– y policlorinato de bifenilo, un resistente al calor muy usado en los plásticos, el equipamiento electrónico y algunos productos industriales. También se emiten metales pesados, como cadmio, plomo y arsénico, que solo son liberados cuando la basura electrónica se descompone.

Ante tales evidencias, las siete instituciones internacionales que se han puesto manos a la obra anunciaron ayer en Davos una propuesta de actuación para modificar nuestro comportamiento con los residuos tecnológicos. El objetivo es «desmaterializar» gradualmente el uso de la tecnología. Es decir, fomentar la utilización de aplicaciones virtuales –como el Internet de las Cosas o la computación en la nube– para prescindir cada vez más de componentes físicos en nuestras transacciones electrónicas.

Medidas concretas

En el proyecto se incluyen algunas líneas de actuación. Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo anuncia que en Nigeria hay más de 100.000 personas empleadas en el sector del reciclado de este tipo de basura. Una correcta política de inversiones puede hacer que esa mano de obra trabaje en condiciones de salubridad y seguridad suficientes como para reciclar 500.000 toneladas al año y ofrecer una alternativa laboral digna y sin riesgo para la salud.

Se propone también tratar de lograr una alianza entre las marcas tecnológicas más importantes del mundo para integrar políticas de reciclado desde el origen de la producción. Hoy día, de hecho, cada vez que compramos un móvil pagamos un canon de cuatro céntimos para su reciclaje. Con esta cantidad y lo que se saca de sus materiales reutilizables (el 90 por ciento del total) es con lo que se costea el proceso total de reciclado de dichos dispositivos. Sin embargo, aún así, se reciclan menos de una décima parte de los móviles desechados al año.

Se mire por donde se mire, el problema de la chatarra electrónica es creciente y no ha sido abordado todavía con suficiente rigor. Con todos los componentes tirados a la basura en un año se podrían fabricar suficientes torres del tamaño de la Torre Eiffel como para llenar todo el área de la isla de Manhattan. Algunos estudios aseguran que para 2050 la cantidad de basura electrónica generada será el triple de la actual.

Sin duda, estas cantidades de materiales suponen una amenaza para la salud y para el medio ambiente debido a la liberación de componentes químicos como el litio y a la acumulación de radiaciones. Pero también pueden ser una oportunidad. Algunos de los minerales que se encuentran en la basura son de uso comercial. En una tonelada de e-basura, por ejemplo, hay más oro que una tonelada de mineral de oro bruto. Reciclarlo es un deber y, quizás, también un suculento negocio.