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«Hay un asesino suelto»
Los abogados de los padres de Asunta aseveran que sus clientes son inocentes y que el culpable no está sentado en la sala. El letrado de Porto acusa al «hombre del semen» y al pederasta de Ciudad Lineal.
Al más puro estilo «Barrio Sésamo», como si estuviera hablando a niños de párvulos, el fiscal se dirigió al jurado popular en la segunda jornada del juicio por el crimen de Asunta. «A la niña no le pegaron un tiro, no la apuñalaron, no la envenenaron», arguyó. «A Asunta la asfixiaron. Esto que quede claro». «Todo tiene un antes, un durante y un después y vamos a tener que analizar el antes, el durante y el después». Éstas fueron algunas de las frases que esgrimió el representante del Ministerio Público durante sus alegaciones. Fernández, que así se apellida el fiscal, puso como ejemplo a una familia con tres hijos en la que los niños se pelean y la diferencia entre que uno se rompa un diente por accidente o por una agresión. Más de una hora debatiendo para acabar concluyendo que Rosario Porto y Alfonso Basterra son culpables y deben ser condenados. «Hay muchas pruebas para ello». Durante su prolongada exposición, Porto, a un metro escaso de él, lloró, bebió agua y se tapó la cara. Basterra a veces parecía ausente y en otras ocasiones negaba con la cabeza.
El segundo en hablar fue el abogado de la acusación popular de la Asociación Clara Campoamor. En vez de alegaciones iniciales, pareció que estaba en el informe previo al veredicto, con el juicio ya desarrollado. Hasta tal punto que el magistrado presidente le interrumpió y le recordó que ese momento ya llegaría. En cualquier caso, afirmó que tres meses antes del crimen «los padres planificaron cómo matar a la niña y podemos demostrarlo». En la sala de Prensa desde la que se seguía el juicio se escucharon murmullos. ¿Celebraron una reunión Alfonso y Rosario? ¿Fue en un lugar público? ¿Se grabó el audio de ese encuentro en el que se planificó el crimen? Habrá que esperar a las próximas sesiones del juicio para comprobar qué nuevas pruebas pone el abogado sobre la mesa que corroboren tal afirmación.
Tras media hora de receso llegó el turno de las defensas. El primero en hablar fue el abogado de Rosario. José Luis Gutiérrez Aranguren explicó que «desde el principio se desecharon otras líneas de investigación. Por ejemplo, la del ‘‘hombre del semen’’. Se nos dijo que hubo contaminación de la camiseta que llevaba puesta Asunta el día del crimen en los laboratorios de la Guardia Civil, pero no hubo tal contaminación. Aquí, cuando vengan las forenses que levantaron el cadáver, dirán que no le tomaron la temperatura corporal, básica para determinar la hora de la muerte, porque sospecharon que podía haber sido agredida sexualmente. Pasaron una luz azul por la camiseta y determinaron que podía haber una mancha de semen. Curiosamente, luego no era, y en el mismo sitio de la camiseta apareció una mancha de semen, pero que se contaminó en Madrid». Para el abogado semejante casualidad es imposible. A continuación recordó que el hombre cuyo ADN fue localizado en la camiseta no tenía coartada para el día del crimen. No fue sobre el único que tendió la sombra de la sospecha quitándosela a su cliente. El abogado de Porto sacó a colación la investigación del violador de Ciudad Lineal, en Madrid, y recordó que sus víctimas y modus operandi fueron muy similares al del crimen de Asunta: «Cuando declaren inocentes a los acusados se buscará al verdadero culpable de la muerte de la niña», vaticinó.
Uno de los ejes sobre los que se vertebrará su defensa será el de la hora de muerte. Según Aranguren, la autopsia está mal hecha y ha citado a dos catedráticos en medicina legal que lo corroborarán en la sala. Si lograse ampliar la data de la muerte a después de las nueve de la noche, la acusación de asesinato que pesa sobre la madre podría tambalearse.
El turno de palabra lo cerró la letrada de Basterra. Lo primero que hizo fue criticar a la acusación popular y denunciar que habían faltado a la verdad para lograr la condena, «no la verdad. Aunque aquí no vamos a hablar de la verdad de lo que ocurrió el día en que murió Asunta, aquí sólo vamos a discutir si los padres son culpables, porque el verdadero asesino no está sentado en esta sala». Hoy llega el turno para los padres. No se sabe quién declarará primero, ni si quiera si lo harán o guardarán silencio. El turno queda al antojo del fiscal.
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