Crimen de Asunta
El «tercer hombre» participó en el plan del crimen
Cometerá un fallo, si es que no lo ha cometido ya. La tercera persona que, según adelantó LA RAZÓN en su edición del pasado miércoles, pudo participar en el asesinato de Asunta Basterra no es, en principio, un profesional del crimen y, según se cree, pertenece al entorno de los padres de la niña, cuyo cuerpo se encontró en una pista forestal cerca de Santiago de Compostela en la noche del 21 al 22 del pasado mes de septiembre. El tercer implicado ya sabe que la Guardia Civil, que está realizando una metódica y profesional investigación para esclarecer el crimen, está sobre sus pasos y que, más pronto que tarde, llamará a su puerta para detenerle.
El papel de esta persona (algunos medios le sitúan en el entorno más próximo de la madre, pero podía ser un amigo o conocido de los dos miembros del matrimonio), en todo lo que rodea al asesinato está, lógicamente, por determinar y no se tiene que circunscribir al traslado del cadáver, sino a otras fases del crimen, según fuentes conocedoras del asunto consultadas por LA RAZÓN. Además, tal y como publicó este periódico en su edición de ayer, pudieron ser los propios padres (en este caso también se pudo producir la ayuda de un tercero, pero no es estrictamente necesaria) los que depositaran el cadáver en la pista forestal de Cacheiros, en la parroquia de Teo, antes de acudir a presentar la denuncia ante la Policía.
Según algunos datos, que no se pueden revelar por formar parte del secreto del sumario, el asesinato pudo haber sido planificado el pasado mes de junio, mes en el que se producen una serie de hechos capitales que afectan a lo que deben ser las relaciones formales de una familia.
A partir de ahí, y con la decisión tomada, se suceden unos acontecimientos que la investigación de la Guardia Civil, que dirige el juez José Antonio Vázquez Taín y el fiscal Jorge Fernández de Aránguiz, ha podido «casar» con hechos ya comprobados, sobre los que han prestado declaración diversas personas, con el fin de acreditar lo ocurrido. No se puede descartar, según las referidas fuentes, que esa tercera persona estuviera desde el principio dentro de los planes que concluyeron con el asesinato de Asunta Basterra.
Hay un dato, del que sí se puede informar, pues ya ha sido publicado en algunos medios, entre ellos LA RAZÓN, y es el de la narración de un extraño suceso que Rosario Porto contó a la Policía en la noche del 21 de septiembre, cuando, a las 22:30 horas, acudió, junto a su marido, a presentar denuncia sobre la supuesta desaparición de Asunta.
Entonces Rosario Porto dijo que «a mediados del mes de julio, por descuido dejó las llaves del piso puestas cuando regresó a su domicilio. Sobre las 02:30 de la madrugada escuchó a su hija dar gritos y se levantó de la cama, pudiendo comprobar cómo había un varón, de aproximadamente 1,60 metros de estatura, complexión fuerte, vestido con ropa oscura y portando guantes de látex, huyendo por el pasillo, al cual intentó agarrar con resultado infructuoso». Rosario declaró «que no notó nada en falta en la casa, ni dinero, ni llaves, ni ningún efecto» y «que de estos hechos no presentó denuncia dado que no quería causarle ningún tipo de trauma a su hija».
De este misterioso personaje, Rosario Porto recuerda, pese a la tensión y la sorpresa del momento –y se supone que la oscuridad, al menos la inicial, del piso–, que el sujeto llevaba guantes de látex (para no dejar huellas o rastros de ADN). Ante estos hechos, que Rosario narró voluntariamente a la Policía en la Comisaría de Santiago, cabe preguntarse si se trataba de un primer intento de asesinato de la niña y que el tercer hombre del que habla la madre era el encargado de materializarlo.
Preguntas pendientes
Hay datos muy importantes y son los aportados al Juzgado de Vázquez Taín y a los investigadores de la Guardia Civil por las profesoras del colegio y de las actividades extraescolares sobre las ausencias de clase y situaciones de somnolencia y abatimiento que comenzó a sufrir Asunta, precisamente a partir del mes de julio. ¿Estaba sedada la pequeña, aunque no con la suficiente cantidad de lorazepam, el día del asalto del piso y por eso se despertó? La respuesta la tienen los expertos del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil, al determinar, si no lo han hecho ya, a partir de qué fecha se le empezó a suministrar a la niña el ansiolítico. Si fue en junio o julio, nos podríamos hallar ante un crimen, como sospechan algunos, que ha sido planificado con mucha antelación o bien, por las circunstancias que deberán determinar los investigadores, no se pudo consumar con anterioridad al pasado 21 de septiembre. De hecho, los profesores, al interesarse ante los padres por lo que le pasaba a Asunta, una niña normal, de gran inteligencia y actividad, les dijeron que los capítulos de mareos y somnolencia se debían a que tomaba un fuerte medicamento contra la alergia. Estos hechos se repitieron, al menos, el 9 y el 22 de julio. Pero la versión de los padres quedó desmontada por completo cuando se tomó declaración a su pediatra. Negó que padeciera alergia y que tomara medicamentos para combatirla. Lo que sí estaba ingiriendo, en contra de su voluntad, eran dosis que, según todos los indicios, eran cada vez más fuertes, de Lorazepam. La presencia de este ansiolítico ya fue descubierta cuando se le realizó la autopsia.
Unos días antes de ser asesinada, ya en el mes de septiembre, se produjo un tercer capítulo de lo que parece la crónica de un crimen ensayado, o fallido en varias ocasiones, ya que Asunta, pocos días antes del 21, faltó a las clases de ESO en el colegio. Los padres volvieron a alegar como justificante lo de la alergia. En esa misma jornada, debía ir a unas clases extraescolares de ballet, y tampoco acudió.
El abogado de la madre compara su caso con el de Wanninkof
José Luis Gutiérrez Aranguren, el abogado que asiste a Rosario Porto, ha insistido en la necesidad de que se levante el secreto de sumario porque es «inmoral» que se «linche» a su clienta. A la salida de los juzgados compostelanos, a los que ha acudido por otro motivo, ha comparado el caso Asunta con el de la joven de Mijas (Málaga) Rocío Wanninkof, puesto que en él la gallega Dolores Vázquez fue condenada cuando no tenía nada que ver con ese crimen, tal y como finalmente se comprobó. «Yo creo que el paralelismo es notorio», ha señalado Gutiérrez Aranguren, porque su cliente también «es inocente», está privada de libertad, y, en consecuencia, informa Efe, «tiene que haber un error, porque si una persona es inocente y está imputada y privada de libertad, hay un error. Es inmoral e indecente que se linche a una persona en base a filtraciones». La acusación que pesa sobre Rosario Porto y el padre de Asunta se elevó de homicidio a asesinato por las pruebas forenses al revelar que Asunta era sedada con Lorazepam. Gutiérrez ha contado que Porto está «profundamente triste porque perdió a su hija» y «enfadada» porque se la está «crucificando públicamente» al ser «condenada por la sociedad no sólo compostelana, sino también gallega y probablemente nacional». También angustiada porque "pasa el tiempo y no se aclara la situación, y sigue sin poder defenderse".
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