Redes sociales
Una española que vive en Senegal revela lo que más echa de menos de España: “En Dakar no soy así”
Victoria Pérez, una joven murciana afincada en Dakar, comparte con sus seguidores lo que más añora de su tierra natal tras un tiempo viviendo en África Occidental
Mudarse al extranjero siempre supone una mezcla de entusiasmo, adaptación y nostalgia. Para Victoria Pérez, una española que vive en Senegal y se ha convertido en una conocida creadora de contenido en redes sociales con más de 50.000 seguidores, esa nostalgia se manifiesta en detalles cotidianos que, a simple vista, podrían parecer insignificantes, pero que en el día a día cobran un enorme valor emocional.
A través de un vídeo reciente publicado en su perfil, Victoria responde a una pregunta que muchos de sus seguidores le han planteado: ¿qué es lo que más echa de menos de España? Y sus respuestas dibujan una radiografía íntima de lo que supone hacer vida en otro continente, tan distinto en ritmo, cultura y costumbres.
Uno de los aspectos que Victoria más extraña es la costumbre, tan común en España, de salir a desayunar temprano con amigas. “En Dakar puedes hacer brunch, eso sí, pero no es habitual quedar pronto por la mañana para desayunar. Y además, mis amigas viven lejos unas de otras, así que no es tan fácil como en España”, explica.
Esa falta de espontaneidad en los encuentros matutinos refleja una diferencia cultural profunda. En España, la socialización temprana es casi un ritual diario. En Dakar, en cambio, la vida sigue otro ritmo. Un ritmo que, por momentos, Victoria siente que ha transformado incluso su personalidad.
En relación a esto, otro de los aspectos que más ha sorprendido a la creadora de contenido es su transformación respecto a la puntualidad. Acostumbrada a llegar siempre a tiempo, reconoce que en Dakar ha tenido que adaptarse a un estilo mucho más relajado. “Siempre he sido muy puntual, pero aquí todo el mundo va sin prisas. Me he contagiado, y aunque me moleste, ya no soy así. En el trabajo sí, claro, pero en el resto… se vive con otra calma”, cuenta.
Este fenómeno no es nuevo. Numerosos estudios antropológicos han analizado cómo las percepciones del tiempo varían entre culturas. En muchos países africanos, el tiempo no se mide en función del reloj, sino del momento y del contexto. Lo importante no es llegar a la hora exacta, sino que el encuentro se produzca.
Lo que más echa de menos de España viviendo en Senegal
Pero si hay algo que realmente le duele en la distancia es la familia. “Eso es lo que más echo de menos. Yo no puedo vivir sin mi familia. Y especialmente a mis abuelas, poder ir por las tardes a verlas de vez en cuando... eso no se puede reemplazar”, confiesa con franqueza.
Este sentimiento es habitual entre quienes viven en el extranjero. Aunque la experiencia aporta crecimiento personal y apertura cultural, el vínculo con los seres queridos, sobre todo con los mayores, suele mantenerse como un ancla emocional que ni los kilómetros ni los años consiguen aflojar.
Comer bien por menos de 10 euros: misión casi imposible
La comida, como es habitual en cualquier relato de expatriados, también aparece como uno de los elementos más añorados. No por falta de sabor, Victoria reconoce que le encanta la gastronomía senegalesa, sino por la falta de “comida española de menú”.
“Echo de menos irme a un bar a comer un menú por 7 u 8 euros, con primero, segundo, postre y bebida, y quedarme a gusto. En Dakar es carísimo, no encuentras eso fácilmente”, lamenta. Y aunque ha descubierto un restaurante con platos españoles que frecuenta con gusto, reconoce que ni siquiera la mejor tortilla fuera de España tiene el mismo sabor que una casera compartida en una terraza con amigos.
Durante su breve paso de vuelta por España, Victoria aprovecha para recuperar todo aquello que no tiene en Senegal: el tapeo murciano, las marineras, la “cervecica” y, sobre todo, el tiempo en familia. “Ahora que estoy aquí, no paro de ir de tapeo. Quiero aprovecharlo al máximo, porque hasta Navidad, probablemente, no volveré”, concluye.
Su testimonio no sólo refleja las pequeñas renuncias que implica vivir lejos, sino también el amor profundo por las raíces. Porque, aunque Dakar le haya ofrecido una nueva vida y muchas experiencias, hay sabores, ritmos y abrazos que siguen perteneciendo a un único lugar: casa.