Entrevista
Jesús Sánchez Adalid: «Es un misterio cómo se salvó el Vaticano de las garras de Hitler»
En su libro «Una luz en la noche de Roma» recuerda historias como que dos médicos se inventaron una pandemia para salvar judíos o las consecuencias del Holocausto
Ha aparcado a mozárabes y místicos varios para cruzar el Ponte Fabricio en octubre de 1943 y adentrarse en el hospital Fatebenefratelli de la isla Tiberina. Fue allí donde dos médicos italianos inventaron una pandemia, el «Síndrome K», que permitió a los hermanos de San Juan de Dios refugiar a los judíos del vecino barrio hebreo de una muerte segura a manos de las SS. Y es ahí donde arranca «Una luz en la noche de Roma» (Harper Collins) en la que el sacerdote y escritor Jesús Sánchez Adalid entrega su voz a Gina y Betto, una pareja de enamorados antifascistas. Lejos de ser dos personajes inventados, son dos jóvenes reales a los que llegó tras un ingente trabajo documental que le llevó de los archivos vaticanos a la Fundación Spielberg, pasando por descendientes de los protagonistas de la novela del único cura español con estantería preferente en las librerías generalistas.
Se mueve como pocos entre la Edad Media y el Siglo de Oro, ¿Por qué ha dado el salto a la Segunda Guerra Mundial?
El primer sorprendido soy yo, pero intuyo que también va a ser una sorpresa para los lectores. Llámalo providencia o mano misteriosa, pero me topé con todo sin buscarlo. Estaba recopilando material para mi próxima novela hasta que llegó a mí una carta que abrió los ojos ante una historia que jamás hubiese pensado en escribir. Fue leerla y sentí que no podía no contarlo. Por otro lado, me ha costado nada el salto temporal: me he sentido muy cómodo y he disfrutado.
¿Qué es lo que no me voy a encontrar cuando empiece a leer?
Una historia comercial al uso. He procurado no caer en eso, sino que tenga resonancia de esa literatura con la que yo me he apasionado. Eso sí, es un relato cómodo, porque los personajes son muy reconocibles y resulta muy sencillo identificarse y empatizar con ellos. Tampoco te vas a encontrar con escenas de sangre o momentos escabrosos. Esa tendencia a lo gore a la hora de abordar guerras no va conmigo, aunque sea lo más recurrente en la novela épica.
¿Por qué su obsesión por el rigor documental? Podría relajarse un poco, está escribiendo ficción y todo puede colar hoy en día…
El principio de verosimilitud es fundamental para mí y siento que el lector lo exige cada vez más. La distopía y la ciencia ficción tuvo su momento, pero está muy agotado. La comunicación actual a través de la televisión y de lo digital nos ha traído la realidad presencial a la pantalla. Cuando uno está tocando lo que pasa ahí fuera como ciudadano, como escritor te exige acercar al lector a lo que tú le cuentas. Por eso hay que ser certero, porque el que acierta con esa exigencia no defrauda.
¿Eran tontos en la Gestapo o fueron muy sagaces los médicos y los frailes que les engañaron?
Es reflejo del momento en el que se encontraba la guerra, una coyuntura enormemente complicada y confusa. Los médicos fueron muy hábiles e inteligentes, y los religiosos fueron muy valientes. Pero lo que les permitió urdir el engaño sin fisuras fue la unanimidad. Cada paso que daban lo consensuaban y todos tenían claro que tenían que ir a una, con el apoyo del Vaticano. Y todo con la conciencia de que los nazis eran capaces de cualquier cosa, como lamentablemente podemos comprobar. Si te descubrían te esperaba una muerte implacable.
Usted es cura. ¿Hubiese arriesgado la vida como aquellos hermanos de San Juan de Dios?
No te imaginas las veces que me lo he preguntado durante y después de escribir…. Debo ser sincero: no sé si hubiera estado a la altura de ese coraje. En frío no sé como hubiera reaccionado, pero si me visualizo ante esos niños y jóvenes amenazados, claro que das un paso al frente por salvar la vida del otro.
Salvaron a más de cuatro mil personas, pero es la nada en medio del holocausto. ¿Dios se escondió de los nazis?
Ese grito que lanzó Benedicto XVI cuando visitó el campo de concentración de Auschwitz me sacudió como no te puedes imaginar. El Papa clamó a lo más alto preguntándole como Job: “¿Dónde estabas?”. Esa plegaria me hizo temblar.
Y Pío XII, ¿miró para otro lado?
El Papa Pacelli lo tuvo muy negro. Estaba metido en una nebulosa de temor. Aunque era un hombre muy inteligente, hay circunstancias que superan nuestras capacidades. Al meterme de lleno para documentarme en los archivos vaticanos y a través de otras fuentes, veo en él una mezcla conjugada de miedo, prudencia, prevención y sagacidad. Y por supuesto, providencia. Para mí, todavía es un secreto cómo se salvó el Vaticano de las garras de Hitler porque es cierto que estaba en el ojo del huracán.
Cuando ve la deriva de Putin, ¿siente que no hemos aprendido nada de los totalitarismos?
El recrudecimiento de la guerra en esta última semana me recuerda cada vez más aquello.
Corrupción, abusos sexuales… La Iglesia hoy tiene sus propias batallas internas. ¿La realidad supera a Dan Brown?
La realidad se puede enrevesar. Estamos atravesando un momento difícil eclesialmente, pero eso no quiere decir que estemos en un pozo sin fondo porque el contexto de la novela sí era realmente complejo. En aquel entonces hubo católicos que miraron para otro lado o que colaboraron con el nazismo. Pero, hoy como ayer, son muchísimos más los que reman a favor del Evangelio.
¿Francisco es un personaje de ficción?
Este Papa es desconcertantemente necesario. No reacciona como se esperaría, pero su acción es resolutiva y más que necesaria en el tiempo actual.
Semana de estreno de su novela. ¿Ha sido un «finde» cargado de firmas de libros y de tertulias mediáticas?
¡Qué dices! El viernes me fui con los chavales de la parroquia a una acampada de concentración de los scouts de Extremadura y a partir de ahí, sábado por la tarde de vuelta para vivir las actividades propias de la Cuaresma y el domingo, a celebrar la misa con toda la comunidad.
¿Y cuándo deja salir al escritor? ¿Cuándo cae el sol?
No soy capaz de escribir por la noche. La noche es para dormir. Soy de los que piensan que si el tiempo no se aprovecha no existe, pero si sabes organizarte, te multiplicas y se multiplica.
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